Opinión Internacional

Comida podrida en la OEA

Para cerrar la montaña rusa de las relaciones colombo-venezolanas en los ocho años de su mandato, Uribe decidió denunciar en la OEA  la presencia de la narcoguerrilla colombiana en Venezuela.  Chávez respondió con fingida indignación, sin consultar ni a su inepto Gabinete, con la ruptura de las relaciones diplomáticas, para agravar la crisis  entre los dos países.

Extraña la oportunidad de esta actuación de Uribe, a tres semanas de entregar el poder. Marcar diferencias con Juan Manuel Santos, debido a razones políticas y burocráticas, dicen algunos. Otros piensan que los dos la acordaron. Lo cierto es que el embajador Luis Alfonso Hoyos en una larga exposición dio coordenadas e hizo uso de videos y fotos que mostrarían la actividad de los guerrilleros en este lado del Arauca. Sus palabras, exaltadas, buscaban que la OEA exija a  Venezuela la captura y deportación de los irregulares, forme una comisión que visite los campamentos denunciados, además de mostrar la disposición a entregar todas las evidencias recolectadas a los países interesados.   

Nadie puede asombrarse por la noticia. Todos los venezolanos medianamente informados saben que conviven con las  FARC y el ELN, si no han sufrido sus fechorías. Medios y periodistas de ambos países lo han informado desde hace muchos años. El aumento de la criminalidad (secuestros, robos, asesinatos, narcotráfico, vacunas)  es una consecuencia de ello.

La respuesta del veterano embajador venezolano, Roy Chaderton, no pudo ser más cínica. No respondió ninguna acusación. Habló de la historia remota y cercana, con un análisis superficial de la violencia en Colombia y de sus nefastas consecuencias para Venezuela. Pero no habló nada sobre la permisividad de Chávez para con los guerrilleros. Nada dijo de la absurda “neutralidad” que declaró  Chávez al inicio de su gobierno ni de cómo los medios oficialistas (TeleSur a la cabeza) son permanentes limpiadores de la imagen de la guerrilla (todo acto sospechoso de haber sido cometido por ésta es achacado a los paramilitares) y agresivos adversarios del gobierno de Uribe. Ni una palabra sobre la estatua a Marulanda  en el barrio 23 de enero. Tampoco explicó cómo la FAN venezolana defiende la frontera de esos bandoleros para quienes su jefe ha exigido el estatus de fuerza beligerante.

En una de sus digresiones, el embajador colombiano hizo referencia a las 160 mil toneladas de comida podrida que compró la Pdvsa roja-rojita. (Los chavistas no se molestan porque una ex ministra cubana haya sido asesora de la putrefacta compra. Ahí sí no hablan de soberanía. Las cuentas del negocio piche llegan a 5 mil millones de dólares). No habló Hoyos (no era su propósito) de que uno de los efectos del conflicto binacional ha sido el aumento de la importación por Venezuela de comida de países más lejanos. Mientras se quiebra a  comerciantes, empresarios y trabajadores venezolanos y colombianos, se aumentan los ingresos de otras economías, gracias a la chequera loca que camina por América Latina.

Si alguien quiere saber cuál es la diferencia esencial de hoy entre Venezuela y Colombia, basta este dato: las intervenciones de los embajadores de Colombia y Venezuela fueron transmitidas ambas íntegramente por los canales privados  Globovisión y Caracol TV, pero los canales chavistas VTV y TVES sólo pasaron la del ex copeyano Chaderton.                                                                                                                                                                                       

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