Opinión Internacional

Srebrenica o el odio a la diferencia

El Parlamento Europeo proclamó el 11 de julio día de conmemoración del genocidio de Srebrenica en toda la Unión Europea, como una forma de crear conciencia sobre el horror al que puede llegar la intolerancia.

“El juicio a Milosevic, es una muestra clara de que nadie está por encima de la ley y una señal de que se ha iniciado una nueva era que finaliza la cultura de la impunidad». (Luis Moreno Ocampo, Fiscal de la Corte Penal Internacional (CPI)).

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La agresión permanente del discurso político, en especial el discurso excluyente, cuando se anida en el corazón de un individuo o de un grupo, produce una espiral de odio, violencia y muerte, imposible de detener, como sucedió en Srebrenica en 1995, el mayor asesinato masivo en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. La masacre fue cometida en medio de la guerra civil que enfrentó en Bosnia a musulmanes, serbios y croatas, luego de la desintegración de la antigua Yugoslavia, conflicto bélico que produjo 100.000 víctimas, la mayoría civiles, 2 millones de desplazados y la destrucción del país.

El Parlamento Europeo proclamó el 10 de julio día de conmemoración del genocidio de Srebrenica en toda la Unión Europea, como una forma de crear conciencia sobre el horror al que puede llegar la intolerancia. En Sarajevo y en toda Europa, se recordó la aciaga fecha de este genocidio perpetrado por el ejército serbio, bajo el mando del general Ratko Mladić, así como por un grupo paramilitar conocido como “Los Escorpiones”, hace apenas 15 años, buscando eliminar a la población bosnia musulmana. Las fuerzas serbias concentraron en las afueras de la ciudad a cuarenta mil personas que huían de Srebrenica, despojaron a todos los prisioneros, en su mayoría civiles, de sus pertenencias e identificaciones, para luego cometer los asesinatos. Los aniquilaron en razón de su identidad. Limpieza étnica, ese fue el motivo. Aunque se buscó especialmente la eliminación de los varones, la masacre incluyó el asesinato de niños, adolescentes y ancianos, las mujeres fueron violadas salvajemente y pocas se salvaron de los fusilamientos. Suman cerca de 4.000 los cuerpos que aun no se han encontrado, hay fosas comunes por todas partes. Según “Lobo”, un twittero anónimo, “En cada aniversario de la matanza se produce un enterramiento masivo. Es su forma de medir el paso del tiempo”. El pasado sábado, parte de la ceremonia en Srebrenica, consistió en el entierro de otros 775 cuerpos, recién descubiertos.

Es imposible una justicia completa
Por la red, se propagaron muchos mensajes alusivos a la conmemoración, uno de ellos destacaba: “Es imposible la justicia completa donde los crímenes son masivos”. El general Ratko Mladic, quien era el comandante de las tropas serbio-bosnias responsables de la matanza, hoy prófugo de la justicia internacional, está acusado de genocidio por el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia (TPIY). El líder político serbio-bosnio Radovan Karadzic fue detenido en Belgrado, acusado de ser uno los dos principales responsables. El jefe del Estado Slobodan Milósevic fue perseguido, apresado y enjuiciado por el Tribunal Penal Internacional. Srebrenica, también constituye es un oscuro episodio para de la Organización de Naciones Unidas (ONU), pues los refugiados musulmanes se concentraron en la zona protegida por batallones de cascos azules bajo el mando holandés, bajo la promesa de que serían protegidos. Sobran los testimonios de sobrevivientes que denuncian que una noche desaparecieron sus protectores y entraron en escena sus verdugos.

La acción humanitaria sola, no puede impedir los crímenes de guerra
Béatrice Mégevand-Roggo, delegada general del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), era jefa de la delegación en Sarajevo en el año 1995. Esta mujer clama por el derecho que tienen las personas a saber lo que ha ocurrido a sus familiares desaparecidos e insta a la comunidad internacional a que reafirme su compromiso de dar respuesta a esta cuestión. Mégevand-Roggo, es tajante al afirmar: “Las heridas causadas por ese baño de sangre aún no han cicatrizado. En particular, los familiares de numerosas personas cuya desaparición se notificó al CICR, más de 14.500 en toda Bosnia-Herzegovina, 5.500 de ellas en Srebrenica, aún esperan saber qué ha sucedido a sus seres queridos, necesitan encontrar los cuerpos, hacer su luto y pasar la página. El aniversario de la masacre de Srebrenica obliga a la comunidad internacional, en particular las organizaciones humanitarias, a reexaminar críticamente el papel que desempeñaron en el conflicto”. La Cruz Roja no pudo impedir los crímenes que se cometieron en Srebrenica. La comunidad internacional, no reaccionó como debió hacerlo ante un crimen en progreso de tal envergadura. Lo inusitado es que estaba sucediendo en el propio corazón de Europa.

Béatrice Mégevand-Roggo, habla descarnadamente de la impotencia de las instituciones humanitarias cuando no hay voluntad política: “Tras haber realizado denodados esfuerzos e interminables gestiones, día y noche, para tener acceso a Srebrenica y las zonas aledañas, todo lo que el CICR obtuvo y le fue permitido, fue la posibilidad de visitar a unas 200 personas arrestadas en la ciudad. Los acontecimientos de Srebrenica también nos recuerdan otra realidad brutal: la acción humanitaria por sí sola no puede impedir que se cometan crímenes de guerra graves. Sólo se podrán impedir atrocidades de esa naturaleza si todas las partes en conflicto respetan las obligaciones que tienen en virtud del derecho internacional humanitario. La comunidad de los Estados debe ejercer presión para que respeten las normas de ese derecho y debe estar lista para usar la fuerza si no lo hacen”.

El primer jefe de Estado enjuiciado por el Tribunal Internacional
Slobodan Milosevic, Presidente de Serbia y luego Presidente de la República Federal de Yugoslavia hasta el 2000, fue enjuiciado por el Tribunal Penal Internacional por su responsabilidad en los crímenes de guerra cometidos en Bosnia, Croacia, Kosovo y Eslovenia, el proceso más importante por crímenes de guerra en Europa después de Nüremberg, ordenando por igual la detención de otros ex líderes civiles serbo-bosnios como Radovan Karadzic y del ex comandante militar Ratko Mladic. El fiscal de la Corte Penal Internacional (CPI), el argentino Luis Moreno Ocampo, declaró en 2006: “El juicio a Milosevic, es una muestra clara de que nadie está por encima de la ley y una señal de que se ha iniciado una nueva era que finaliza la cultura de la impunidad» (BBC Mundo). En relación al juicio contra uno de los integrantes del grupo paramilitar “Los Escorpiones”, la Red de Mujeres de Negro, de Belgrado, difundió los testimonios de algunos sobrevivientes durante las audiencias. Uno de los testigos, el hijo de un hombre ejecutado por dicha brigada, declaró: “Yo tenía 8 años. Lo vi cuando se lo llevaban. Supe que no le volvería a ver más. Vi la película que se mostró aquí diez años después de que él fuera asesinado. Llevaba la misma camisa y tenia la misma cara que yo amaba tanto. Nunca olvidaré lo que ocurrió”. Esos fragmentos del horror, filmados por los mismos Escorpiones mientras ejecutaban o torturaban a sus víctimas, fueron utilizados como pruebas durante el juicio. Probablemente desclasificados de los expedientes fueron transmitidos en Francia el día 10 de julio por varios canales de televisión. En uno de ellos, aparece este niño al lado del general Ratko Mladic quien en forma displicente le da dulces al pequeño. Con una infinita expresión de desamparo el niño se atapuza la boca con caramelos mientras observa cómo asesinan a su padre, luego del fusilamiento el general se ríe con sorna con el grupo de civiles armados. Otra, esta vez la madre de una de las víctimas, no puede pronunciar palabra frente al jurado, ni hacer las identificaciones con las fotos proyectadas, ni siquiera solloza, simplemente se desmaya. Todos hacían la misma pregunta: por qué. Los que fueron asesinados eran civiles desarmados. Todo lo que querían era refugiarse en el enclave de la ONU o escapar del horror. En el juicio, hay una cuestión central. ¿Quién dio las órdenes? Natasha Kandic, fundadora y directora del Humanitarian Law Center, en Belgrado, se ha esforzado por probar que se trató de terrorismo de estado. Refiriéndose al juicio, donde los imputados argumentaron que seguían órdenes, afirmó: “Los criminales se quieren definir a sí mismos como honorables patriotas y combatientes civiles. En el juicio a los Escorpiones, estas simples voces que hablaban desde el corazón pusieron de manifiesto la banalidad del mal”. La esencia del bien es la aspiración a la unidad mientras que el mal se dirige hacia la división, a la escisión, a la exclusión. Al separar el yo del otro, al no soportar el derecho a la diferencia del otro, se crean fisuras en el corazón de cualquier individuo hasta llegar al exterminio de los que no son como él, de los que no ven el mundo como él. El mal se hace presente cuando existe la ignorancia, la intolerancia, la arrogancia, la ira, el resentimiento, el fanatismo, la incomunicación, la falta de compasión, la estupidez. Tratando de buscar una salida a través de las palabras para hacerle frente al mal y su temible carga de horror, desolación y muerte, debemos reflexionar y actuar para que lo sucedido en Srebrenica no se repita en ningún otro país.

La Guerra de Bosnia
Se conoce como Guerra de Bosnia al conflicto que se desarrolló en la actual Bosnia y Herzegovina del 6 de abril de 1992 al 14 de diciembre de 1995. Fue causada por una combinación de factores políticos y religiosos: exaltación nacionalista, crisis políticas, sociales y de seguridad que siguieron al desintegrarse la ex Yugoslavia en 1991. Con la independencia de Croacia y Eslovenia los líderes nacionalistas serbo-bosnios como Radovan Karadzic y serbios como Slobodan Milošević se marcan como objetivo principal que todos los serbios, diseminados por las distintas repúblicas que componían Yugoslavia, vivan en un mismo país. En febrero de 1992, el pueblo de Bosnia-Herzegovina decide en referéndum su independencia de la República Federal Socialista de Yugoslavia, en una votación boicoteada por los serbo-bosnios. La sección del Ejército Popular Yugoslavo en Bosnia-Herzegovina fiel al referéndum se organizó en el Ejército de la República Bosnia-Herzegovina (ARBiH), mientras los serbios formaron el Ejército de la República Srpska (VRS). En un principio los serbios ocuparon el 70% del territorio de Bosnia-Herzegovina, pero al unir sus fuerzas el Consejo Croata de Defensa y el ARBiH la guerra tomó otro rumbo y las fuerzas serbias fueron derrotadas en la Batalla de Bosnia Occidental. La participación de la OTAN, durante 1995 contra las posiciones del VRS internacionalizó el conflicto, pero sólo en sus etapas finales. La alianza bosnio-croata ocupó un 51% del territorio de Bosnia-Herzegovina y llegó hasta las puertas de su capital, por lo que los líderes serbios firmaron el armisticio y la guerra terminó oficialmente con la firma de los Acuerdos de Dayton en París el 14 de diciembre de 1995. La guerra duró poco más de tres años y causó cerca de 100.000 víctimas entre civiles y militares y cerca de 2 millones de desplazados. Según informes recientes. De las 97.207 víctimas totales documentadas, el 65% fueron bosnios musulmanes y el 25% serbios. Dentro de las víctimas civiles, el 83% correspondió a bosnios.

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