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En la OEA no todos son tapa amarilla como Delcy

En los años 60 del siglo 20, a un diputado del Congreso Nacional en Caracas le asignaron la tarea de dar el Discurso de Orden en una fecha especial para el país, y aquel hombre leyó un texto tan valioso y extraordinario, que mereció el aplauso  casi unánime de todos los presentes en el hemiciclo del Poder Legislativo. Todos menos uno aplaudieron y elogiaron la pieza oratoria del joven tribuno. Aquel que no siguió a la manada, prestó atención de principio a fin del discurso, y sentía que algo no le cuadraba en la lectura que todos sus colegas aplaudieron a rabiar. En lo más recóndito de su memoria aquellos párrafos se le antojaron conocidos, y al llegar a su casa comenzó a revisar sus viejos libros, con la indefinida sospecha de que en alguno de ellos hallaría la clave de su desazón, de la impalpable razón que le obligaba a desconfiar del mérito del discurso, no por su contenido, sino por haber sido mostrado como algo propio, surgido de la inspiración de aquel joven y prometedor diputado. Su biblioteca era nutrida, y le tomó varios días dar con el libro que había leído hacía décadas, pero a pesar del largo tiempo transcurrido, no se había borrado la impronta de su esencia. Lo hojeó, releyó muchas de sus ya amarillentas páginas, y comprobó que, efectivamente, aquel discurso era un total plagio de “El hombre mediocre” de José Ingenieros, filósofo y sociólogo ítalo-argentino, libro editado por primera vez en 1913. Casualmente plantea que los hombres se dividen en tres grupos, los inferiores (que yo encuentro equivalentes al Lumpen de Marx), los mediocres (los comunes y corrientes, el rebaño que sigue a los líderes y repite el conjunto de ideas y costumbres habituales), y los idealistas (los que no se conforman con los esquemas establecidos -sociales, religiosos, políticos, etc- y por pensar libremente logran nuevas respuestas y esquemas, la esencia del avance civilizatorio).

Bolívar afirmó “Ecuador es un convento, Venezuela un cuartel, Colombia una Universidad”, basado en su percepción de esas tres naciones en el primer tercio del siglo 19. Es muy probable que esas “cualidades” permanezcan activas bajo el aspecto “moderno” de cada uno de estos países. Ciertamente la tendencia a seguir al caudillo militar se mantiene como una característica de buena parte de los venezolanos, y que hay por acá menos lectores que en la hermana y vecina república, también parece ser un rasgo propio de esa porción adicta a lo superficial en la programación de la TV, en las lecturas, en la manera de asumir los  compromisos con la Nación de la cual todos somos parte. “El hombre mediocre” no ha sido nunca libro del tipo “best seller”, está en las antípodas de las salchichas de autoayuda literaria que produce al por mayor Paulo Coello, y de las portadas de los diarios que más ejemplares venden, con titulares e imágenes resaltando crímenes y desnudos, para deleite del morbo colectivo. Irónicamente, el plagio de aquel libro pasó inadvertido para la gran mayoría de los presentes en la lectura del aplaudido  discurso, aunque por tratarse de legisladores, gente por encima del promedio y por ende, dada a la buena lectura, el plagio debió ser notado por muchas personas, y de no ser por aquel memorioso y perseverante lector que indagó hasta dar con la vergonzosa verdad, esta habría quedado absolutamente oculta y hoy no podría estar refiriéndoles este antecedente de estafa intelectual. También es cierto que el incidente, descubierto o desapercibido, no tenía capacidad para hacer daño, más allá de la reputación personal de los relativamente pocos involucrados. Diferentes y mayores son las consecuencias de otras adulteraciones de la realidad.

En la medida en que los grupos sociales que habitan el planeta Tierra han venido evolucionando, de clanes a pueblos, a feudos, ducados, condados, reinos, hasta desembocar -algo reciente en términos Históricos- en las Naciones que hoy son la totalidad de los países del mundo (aunque algunas pocas sigan siendo en la formalidad Monarquías, pero sus gobernantes derivan más de la elección que de la herencia), se ha implementado y perfeccionado un sistema de representación diplomática, a través de Embajadas y Consulados, coordinados por un Ministerio o Secretaría de Relaciones Exteriores, que cumple simultáneamente dos funciones; 1. Servir de vínculo permanente entre las dos naciones que deciden mantener relaciones diplomáticas, intercambiar informaciones, concretar alianzas de tipo político, militar, comercial, cultural, limar asperezas sin necesidad de que se reúnan los Jefes de estado, o de llegar a nivel de conflictos graves. 2. Realizar los trámites que faciliten el traslado y las actividades de sus respectivos ciudadanos, en calidad de turistas, estudiantes, inversionistas, migrantes (cédulas, pasaportes, visas, becas, permisos de trabajo, permisos de residencia, certificación de todo tipo de documentación personal y empresarial para acreditar su contenido ante el país anfitrión, etc). Necesariamente los embajadores, los cónsules, y el personal de las embajadas y los consulados, están en contacto permanente con la realidad de los países donde ejercen sus funciones. No viven en burbujas, y sería imposible en esta época de Globalización e información instantánea por diversos medios (TV, Radio, Telefonía fija y móvil, el correo electrónico, las redes sociales, etc), que ese conjunto de funcionarios no estuviera en contacto con la cotidianeidad del país donde ejercen la representación diplomática de su propio país, aunque buscaran aislarse (y seguramente por varias razones, una de ellas la inseguridad en países con conflictos que afectan su normal funcionamiento, tratarían de restringir sus movimientos a los espacios y horas que les hayan indicado sus superiores y su personal sentido común), seguirían conociendo la realidad a su alrededor a través  de sus televisores, celulares, computadoras, porque estar bien informados también es parte importante y obligatoria de todo funcionario del Servicio Exterior.

De manera que en un organismo internacional, como la OEA o la ONU, no se puede discursear y mentir sobre temas que deben conocer los allí presentes, por su condición de Cancilleres, Embajadores, o empleados de alto rango del organismo. Sería absurdo escuchar una disertación que pretenda negar que en el medio oriente o en Ucrania, hay graves conflictos armados. Un orador que afirmara que no hay problemas de Narcotráfico en Colombia o México, o que negara que han ocurrido gravísimos atentados terroristas en Estados Unidos, España, Inglaterra, Francia, Túnez, Bélgica. Quien pretendiera reducir a menos de veinte mil el número de personas que conforman el éxodo masivo que por mar y por tierra se dirige a Europa, o colocar como países de origen de ese flujo migratorio a Suráfrica, Singapur y Tíbet. Cualquiera que ofreciera informaciones del tenor de lo previamente escrito en este párrafo, provocaría la inmediata reacción de la audiencia, por los enormes e inadmisibles fallos en la relación de los hechos que constituyen lo medular de su discurso. Callar ante tales exabruptos sería equivalente a quedar como ignorante o como cómplice de quienes se favorecen adulterando la realidad que refieren, para maquillar u ocultar por completo la verdad que les es incómoda e inconveniente. Los intentos por negar el Holocáusto perpetrado por los Nazis del 38 al 45, o las visitas de 12 astronautas a la superficie de la Luna, jamás prosperaron, y quedan como ejemplos de ridiculeces sin fundamento, sostenidas por inescrupulosos que fracasaron en esa aventura.

Así como es imposible negar que ocurrieron las gigantescas y lamentables tragedias en la explosión del reactor nuclear de Chernobyl, los deslaves en Vargas y Armero, el Tsunami en Fukushima, el reciente terremoto en Pedernales, desastres que fueron tan graves que basta señalar el nombre de una localidad para que la mayoría los identifique por país y fecha de ocurrencia, es imposible pretender engañar a la mayoría de los miembros de un cuerpo colegiado obligado a conocer la realidad de los países que lo conforman, ofreciéndoles una imagen totalmente contraria a aquella con la que todos ellos se han familiarizado a través de los Noticieros, de los informes oficiales que reciben, y de su propia experiencia si se trata de funcionarios que viven o han estado en el país cuya dinámica busca adulterar y almibarar una canciller tapa amarilla, que al actuar de esa manera, los insulta (lo menos que les dice es “tontos de capirote” o ignorantes), mientras ofende a la absoluta mayoría de la población de su propio país, que se indigna ante el descaro y la inherente burla con que la funcionaria reparte sus falacias. La Internet ofrece textos, fotos y videos que muestran la realidad de la Escasez y las colas que tan torpemente pretendió negar nuestra Pinocho en la OEA.

El cinismo de Delcy Eloína Rodríguez la mantiene estancada, como a todo ñángara que se respete, en el pasado (sus dogmas y consignas vienen de los años 60 del siglo 20, ninguno de ellos ha dedicado siquiera un minuto a meditar en torno a los procesos que produjeron la caída del Muro de Berlín, la implosión del imperio de la URSS, la vuelta en U dada por China y Vietnám, para la cual hoy hacen ejercicios de calentamiento sus jefes en la Cuba castrista), pero se conduce como si la OEA fuese hoy -mayo del 2016- aquella OEA en la que infiltraron muchos caballitos de Troya, comprando minúsculos islas-países con la poderosa petrochequera de los tiempos del barril a más de 100 dólares y las generosas dádivas en cash y crudo de créditos celestinos, a cambio del bosque de brazos levantados para respaldar lo que se le antojara al régimen castrochavista. Ahora el panorama es muy distinto, en lugar del nuevorriquismo derrochador e irresponsable, insuficientes reservas y demasiadas deudas pendientes de pago, con alta probabilidad de caer en Default. Donde antes estaban incondicionales que apoyaban lo que conviniera al régimen, hoy encontramos algunos países cuyos camaradas cómplices ya no controlan el poder: Macri ocupa la presidencia y Cristina está siendo citada por tribunales para aclarar muchos asuntos turbios que pudo sortear mientras jefaturaba la mafia gobernante. Dilma fue separada del cargo por un procedimiento absolutamente legal, para que responda por su presunta participación -por comisión o por omisión- en dos enormes y complicados hechos de corrupción, llamados Mensalao y Lava Jato, que involucran a su gestión y a las dos empresas más grandes de Brasil: Petrobras y Oddebretch. Ortega, Evo y Correa se distancian de lo que una vez fue su ubre favorita, Bachelet tiene tantos problemas propios que sería suicida agregarle un tímido y protocolar -como parte que ella es del Foro de Sao Paulo- apuntalamiento al Titánic rojo, con problemas de honda crisis, documentación ilegítima, creciente descontento y Revocatorio en puerta que se asemeja a darle un tiro al suelo, nadie lo fallaría). Por otro lado, el haber impuesto la geopolítica castrista al conflicto por el territorio Esequibo, le produjo al régimen una contradicción muy difícil de resolver, pues Guyana juega el rol del David, la secta militar que destruye a Venezuela, además de su negligencia desde 1999 hasta el 2015, le toca -a escala del Caribe- el rol de Goliat, pero lo peor deriva de la condición de quien se coloca en posición de víctima del “voraz apetito territorial de Venezuela” (lo medular de la tesis cubana), como miembro de un Club de muchos socios, el del Commonwealth, en el que participan Guyana y varios de los levantabrazos a los que tenía en Nómina el régimen castrochavista, y nada menos que la pérfida Albión, la Gran Bretaña, la que le dió un revolcón a los militares argentinos en 1982, colegas golpistas de los gorilas locales, que salieron con algo más que las tablas en la cabeza en su show con las Falkland-Malvinas.

Resumiendo, el patético circo que están habituados a montar, falseando la realidad y presumiendo de mantener el respaldo de la mayoría, que con obvios altibajos les funciona en locales cerrados y menguada asistencia, dentro de Venezuela, fuera de espacios controlados y audiencias incondicionales resulta contraproducente. Ni en la OEA ni en la ONU cuentan ahora con los respaldos -algunos de buena fe, otros simplemente pagados- que antes tenían. Las condiciones cambiaron no sólo con las elecciones en Argentina y Bolivia (negada la reelección a Evo, eso le pone fecha de vencimiento, lo que aleja a los oportunistas), el impeachment a Dilma que probablemente conduzca a su salida definitiva de la presidencia, y a un giro de 180º en las políticas interna y externa del gigante de Suramérica), y la geopolítica que enfrenta al equipo del Commonwealth con los indigentes del chavismo, pelea de burro contra tigres. El tercer factor es la acumulación de evidencias del poco respeto que este régimen demuestra por las reglas básicas de la Democracia, pues además de los pésimos resultados de una gestión de 17 años en la que han resaltado las incapacidades y corruptelas de los jerarcas al mando, los modales gorilescos se asoman con mayor frecuencia. El planeta entero es testigo de la contundente victoria de la Oposición en las elecciones Parlamentarias de diciembre del 2015, y de las groseras maniobras por desconocer a la nueva Asamblea Nacional, maniobras en que el TSJ participa con insólitas y bastardas  interpretaciones de la Constitución, el no dar respuesta a la formal solicitud a Maduro de que muestre su documentación y demuestre que es venezolano, y no tiene otra nacionalidad, y para retardar el Referendo Revocatorio, mecanismo que la Ley ofrece para que la mayoría pueda salir de un mal funcionario electo.

Los países que practican la Democracia, no pueden tolerar el abusivo y torpe presidencialismo que impera en la Venezuela castrochavista, ni la evidente falta de autonomía y probidad de los otros poderes (con excepción del Legislativo, al que buscan neutralizar, lo cual es un irrespeto a la esencia del sistema democrático, y a la mayoría de los venezolanos que expresó su voluntad de que esa Asamblea estuviera conformada en dos tercios, por quienes representan al Cambio). Retardar un mecanismo legal atenta contra la Constitución que lo establece, y se opone al espíritu de la Ley, que naturalmente no puede contener la opción de que el trámite para su realización dependa de la voluntad, los procedimientos  y lapsos que imponga el funcionario a quien el pueblo quiere revocar. Sabotean el mecanismo legal constitucional para frenar una mala gestión gubernamental, y en paralelo acusan de “traidores a la patria” a la representación opositora en la AN por haber acudido una Comisión a la OEA, un organismo del cual Venezuela es miembro nato, a denunciar las graves irregularidades cometidas por el régimen castrochavista, procedimiento absolutamente legal, previsto en las primordiales  funciones de la OEA. Sería absurdo que sólo pudieran expresarse ante la OEA los representantes del Oficialismo de cada país, que estuviera prohibida cualquier intervención que no haya sido autorizada por el poder Ejecutivo. Afortunadamente los países con trayectorias más largas y sólidas de ejercicio democrático respetan la libre expresión de todas las partes, aún si representasen a la minoría, que no es el caso de la Oposición venezolana, y conocen perfectamente la deriva dictatorial que marca el rumbo del régimen militar que destruye a Venezuela.

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