De Guatepeor a Guatemala
El dicho es “pasamos de Guatemala a Guatepeor”, pero en Perú hay que revertirlo. En efecto lo peor que puede pasarle a Perú es que Ullanta Humala se convierta en su presidente, lo malo es que quien pueda ganarle en la segunda vuelta sea Keiko Fujimori.
Luce probable que tal como pasó en las elecciones anteriores, en las que Alan García le ganó a Ollanta Humala en la segunda vuelta debido al temor de los electores peruanos de que pudiera surgir en Perú un gobierno calcado en el de Hugo Chávez, se vuelvan a unir para elegir a la sucesora de un presidente que se caracterizó por las violaciones de los derechos humanos y que ha sido condenado por los graves delitos que cometió durante su gobierno, bajo la influencia del también condenado Montesinos.
Mucha gente se pregunta cómo es posible que en un país cuya economía se haya hecho tan sólida durante los últimos años se pueda votar por un militar golpista que pretende aplicar un modelo que no ha tenido éxito en el mundo, salvo tal vez en los países escandinavos que no son precisamente los que pretenden imitar militares Chávez y Humala.
No hay duda de que en Perú el auge económico no ha podido eliminar la pobreza de la mayor parte de su población. Pero hay algo que demasiada gente no logra entender y es que la pobreza y la desigualdad no es algo que pueda acabar un gobierno en uno o dos períodos, ya se trate de un gobierno de liberalismo económico o de economía socialista, o de un gobierno totalitario o democrático. Es necesario que se entienda que el crecimiento sustentable de un pueblo, tanto en lo económico como en lo social no se logra sino a través de continuidad en los planes que ponen el esfuerzo, tal como si fuera una condición sine qua non, en la educación, en el fortalecimiento del caudal de potencialidades de una juventud que no ha tenido oportunidad de participar. Y esa participación no puede ser la que pretenden algunos, a través del endoctrinamiento, a través de querer imponer que sólo sirven los jóvenes que “creen en mí” los “que me siguen”, sino la que proviene de la convivencia, del debate abierto y democrático al que son tan poco afines los gobernantes de corte autocrático o totalitario.