Opinión Internacional

Leyendo a Pilar Rahola

Mi lectura comprende una entrevista de la Gaceta de Tucumán el 12 de julio de2009 y las palabras pronunciadas por ella el 7 de octubre de 2010 al recibir el premio Daniel Pearl.

¿Qué expresa ella en esos dos textos que me motiva a escribir al  terminar la lectura?

1) No hay choque de civilizaciones, el choque es entre la civilización y la barbarie; 2) la izquierda acapara en el mundo el endoso en blanco de sus acciones por la opinión pública; 3) la batalla entre la civilización y la barbarie es la batalla entre la libertad y la tiranía; y 4) el liderazgo político en occidente quiere ser de izquierda, en busca del endoso en blanco para sus acciones.

Se que estoy abusando al simplificar una exposición compleja y le ofrezco disculpas a la autora, pero no resisto la tentación de agregar como si fuera dicho por ella, que ese liderazgo arremete contra Estados Unidos e Israel y se solaza en la defensa de los regímenes totalitarios (Cuba, Irán etc.). Estos últimos han captado que pueden contar con la tolerancia y hasta cooperación de esas democracias si mantienen la diatriba contra aquellas dos naciones.

Pero no es para decirles en mis palabras lo que ella dijo o lo que yo interpreté que dijo que comencé a escribir. Léanla directamente, a través de Internet se localiza. Escribo sobre lo que me hizo sentir mientras leía.

¿Por qué si es tan clara la opción la humanidad se resiste a ella y esos líderes políticos que dicen profesar un credo democrático asumen esa posición contradictoria?

Esta es la revelación: la opción no está clara para la humanidad. La democracia y la libertad son contra natura. Entiéndase bien se requiere un esfuerzo de voluntad y una disciplina de la conducta para reconocer el derecho ajeno al mismo nivel que el propio; y es eso lo que oscurece la opción, porque nuestro nivel de egoísmo tiende a verlo al revés, nuestro derecho y por consiguiente nuestra palabra, nuestra opinión por encima de todas.

El dictador que llevamos por dentro se satisface ante las manifestaciones totalitarias de un Hitler, un Stalin o un Castro porque envidia, tristeza del bien ajeno, poder conducir sus propias sociedades de ese modo; y se alegra del mal ajeno, del padecimiento de los pueblos subyugados, que es la envidia reflejada en un espejo.

Entiéndase bien, no es que Zapatero, por tomar como ejemplo un líder democrático de las sociedades occidentales, sea partidario de las lapidaciones de la mujer adúltera, es que para su propia tranquilidad encuentra más fácil para sí y para la sociedad que conduce, contemporizar con los gobiernos de la cultura de la muerte, que con los pueblos subyugados haciéndose militante de la cultura de la vida y como consecuencia de la libertad.

Las sociedades opulentas occidentales pueden ver como descabellado que en sus calles se pueda llegar a lapidar mujeres, o negros, o liberales en resumen disidentes, pero no hay vacuna, sino la defensa militante de la libertad en donde quiera que ella esté amenazada.

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