Brasil y la torta
Lo que comienza mal termina mal. Toda esta historia sobre el rechazo y el ingreso de Venezuela a Mercosur es para los venezolanos una situación lamentable y hasta bochornosa que no la merecemos. Este Gobierno nunca vio a Mercosur como una opción para ampliar mercados sino como un escudo político. Estar otra vez en las primeras páginas de los medios internacionales y en el centro de los conflictos es sin duda una situación que poco bien nos hace como nación.
Durante los últimos años esta ha sido una constante y por ende una tragedia para la percepción que se tiene de nuestro Gobierno por la manera de conducir la política exterior. Bastante distinta por cierto a la de épocas anteriores en donde en la comunidad internacional se nos veía como un país de vocación constructiva, mediadora y como respetuosos de las obligaciones internacionales. Les pido a los lectores solo que recapitulen el número de controversias distintas en que hemos estado en los últimos años.
Recuerdo algunas crisis. Con Estados Unidos, Colombia, México, Ecuador, Perú, Honduras, Paraguay, España, Argentina entre otros que incluían ruptura de relaciones, retiro de embajadores, maletines, insultos, agresiones, amenazas de cortar suministros de petróleo y la lista sigue con la última perla de acusaciones a nuestro canciller y al embajador de Venezuela en Brasil por injerencia y llamado a sublevación militar al estilo de la vieja política norteamericana del gran garrote de Theodore Roosevelt.
La actuación en Paraguay fue muy mal manejada. En la diplomacia la forma es fondo y esto es de algo que adolecen estos formuladores de nuestra política. Allí esta una de las consecuencias de una Cancillería desmantelada. Qué Venezuela ingrese por atajo o por la puerta trasera a Mercosur no es para entusiasmarnos. Esa no es la manera de llegar a un club selecto. Nos retiramos de la CAN y generamos una crisis. Queremos entrar a Mercosur y generamos otra. Especialmente delicada la situación para Uruguay y para Brasil. Mal augurio todo este escenario.
Ahora bien. Qué le pasó a Brasil, por qué esta reacción tan violenta de empujar el ingreso de Venezuela a Mercosur aprovechando la coyuntura de Paraguay y alejada de su tradicional práctica de prudencia y de acción conciliatoria. Poco parecida por cierto a la actuación tradicional de su canciller a quien reconozco por su manejo diplomático al mejor estilo de la tradición de Itamarati.
Detrás de esta crisis paraguaya se abrió una luz al final del túnel para los intereses de Brasil. Era aprovechar empujar el ingreso de Venezuela por la puerta de atrás. No les importó reconocer que era jurídicamente incorrecto tal como lo reconoció el propio Presidente de Uruguay y así como con el caso de la destitución de Lugo que, aunque antidemocrática, era constitucionalmente correcta y bien lo saben los brasileños que por vías similares destituyeron a Collor de Melo hace unos años, y con el bien recordado activismo del expresidente Lula como opositor.
Brasil quiere una Venezuela adentro de Mercosur con obligaciones bien establecidas y definidas. No para aplicarle sanciones por su déficit democrático sino para garantizarle previsibilidad a sus extraordinarios negocios. Además esa Itamarati, bien informada, sabe que viene un cambio de gobierno en Venezuela y no quieren arriesgar que el ingreso se retarde o se denuncie por que conocen que los sectores técnicos y productivos han sido poco entusiastas con un acuerdo del que tienen certeza que más que beneficiar a Venezuela, garantizará mercado al hermano mayor.
Es lógico, también, Brasil quiere garantizar el pedazo de su torta.