Delirio en la Carraca
Supongamos que sí es verdad que van a circular billetes de Bs. 500 y de Bs. 1.000. Juremos que eso es cierto y no es un “trapito colorao”, porque nos podemos distraer con esta novedad y dejar de pensar en temas escalofriantes. ¿Qué imagen pondría usted en los dos billeticos?
Esa fue la encuesta que hice por email a mis amistades y conocidos de ambos bandos. Sí, tengo gente querida en los dos grupos antagónicos. Las tengo, porque ninguno de ellos es fanático perdido. Algunos son un poquito pro revolución comunista y otros, pro oposición. Con los militantes del fanatismo odioso, cegato y extraviado (poseedores de la verdad única y dos caras de un mismo centavo) no he mantenido ninguna comunicación desde hace años. Demasiados años.
Y la gente opinó.
Muchos consideran que en el billete de 1.000 debería exhibirse el presidente difunto y en el de 500, el presidente heredero. Es más, agregan que la moneda no se debería seguir llamando Bolívar, que deberían ponerle el nombre del presidente que descansa en el Cuartel de la Montaña.
Una amiga creyente en todo lo esotérico y otra, que garantiza “de que vuelan, vuelan”, opinan que eso traería más ruina, miseria y pava. Por lo tanto y para aplacarlas, les propuse que se le quitara el nombre de Bolívar a toda la numismática nacional, y se rebautizara con el nombre de peso venezolano. Peso “bolivariano”, no, para dejar de poner en aprietos al Padre de la Patria con eso de “qué pena con ese señor”.
Otros piensan que en los billetes deberían aparecer: Simón Díaz o Arturo Uslar Pietri, Teresa Carreño, Teresa de la Parra, la bandera tricolor, siete estrellas, el cóndor de Los Andes, la imagen de Jesús la Luz de la Misericordia, la Virgen de Coromoto y, en el otro billete, un popurrí de nuestras vírgenes: del Valle, de la Paz, de la Chiquinquirá y la Divina Pastora o la beata Madre María de San José o Santa Rosa de Lima, patrona del Nuevo Mundo y las Filipinas. No olvidar a José Gregorio Hernández, Andrés Bello, Armando Reverón -barbudo y con pumpá-, Jacinto Convit, Rómulo Gallegos (no como ex presidente, sino como escritor notable), doña Menca de Leoni, Alicia Pietri de Caldera, María Teresa Castillo, Sofía Imber, Flor Isava, Cecilia Martínez, Isa Dobles, José Antonio Abreu o Gustavo Dudamel.
Los mamadorcitos de gallo y echadorcitos de broma señalaron: “Pastor Maldonado” por el enorme valor simbólico que representa (no doy detalles sobre la performance de este piloto, ni del monto que desembolsó PDVSA para que el muchacho corriera en su escudería de la Fórmula 1); el águila harpía del Parque del Este; un par de Zapatazos alusivos al valor de nuestra moneda; un kilo de harina PAN; una morrocoya; el Bolívar negroide (éste me lo sugirió un profesor que tiene rasgos afrodecendientes (escrito en cursivas ante tamaña ridiculez), para que no se vaya a decir que fue la sugerencia de un catire, ojos zafiro, postrado por Donald Trump y miembro del KKK; Lila Morillo cantando “Coco… Loco… ¡No hay nadie en el mundo más dulce que tú!”; el Puma (cuando cantaba “Numerao, numerao, viva la numeración (…) un negro con una negra es como noche sin luna; un blanco con una blanca es como leche y espuma. Todo negro pelo recio con rubia se ha de casar, para que le salgan los hijos con plumas de pavorreal); MaríaLionza todopoderosa, mágica y venerada; Fidel hace por lo menos 60 años; el Ché (que era mucho más buen mozo); y un collage de todas las misses Universosss y Mundosss que hemos tenido. Y el zar Osmel Souza, no faltaba más.
Desde Japón, M.C.Valecillos opina: “Los paisajes para aligerar los sentimientos. El Auyantepui, río Orinoco, lago de Maracaibo…”. Desde Fresno, California, llega una información muy valiosa de Jorge González: “Al final de la primera guerra mundial, Austria y Alemania estaban en crisis. Esto los obligó a producir unos billetes denominados Notgeld o “dinero de necesidad” o “dinero de emergencia”. Y una psiquiatra me recordó los cuadros de Arturo Michelena: “El niño enfermo” y “La caridad”. En ambas pinturas hay padecimiento, aflicción, angustia, necesidad. Pensé en una pintura de Cristóbal Rojas: “La Primera y Última Comunión”. Tres obras de arte y un mismo corazón desgarrado ante tanta desolación.
Hay dos imágenes muy poderosas que reflejan todo lo que estamos sintiendo, padeciendo. Una es del pintor Arturo Michelena: “Miranda en la Carraca” y otra, del artista Tito Salas: “Delirio sobre el Chimborazo”.
En la primera pintura, la mirada y la posición corporal de Francisco de Miranda lo dicen todo: decepción, frustración, pesadumbre y una inmensa amargura. Un hombre que entabló lazos de afecto con la Emperatriz Catalina II de Rusia, se codeó la nobleza más conspicua de la época y fraternizó con héroes de guerra; que fue un político, militar, diplomático, escritor, humanista e ideólogo venezolano, considerado «El Precursor de la Emancipación Americana» contra el Imperio español; que aparece en el Arco de Triunfo en París, siendo el único americano que figura allí… pues sí, ese Francisco de Miranda tan valeroso e ilustre, pintado por Michelena en un camastro en la cárcel de La Carraca. Allí murió, preso político sin esperanza, víctima de un accidente cerebro vascular (¿acaso producto del encierro e inconmensurable desencanto por la sensación de ideales perdidos?); y -como si fuera un perro muerto y abombado-, fue enterrado en una fosa común con brujos y hechiceros, ladrones, violadores, asesinos, y engendros anónimos. Esa dolorosa imagen de Francisco de Miranda en sus últimos días podría figurar en uno de los billetes.
En la segunda pintura está el Libertador: “Delirio sobre el Chimborazo”. Vemos a un Bolívar adusto, severo y caviloso al borde de un barranco. Pareciera pensar: “¿Acaso todo esto se ha perdido?”. “¿Qué han hecho de mí”?. “¿En qué me han transformado?”. “¿Qué culpa he tenido yo?”. “Mi ideal era la Gran Colombia”. Lo acompaña una figura masculina, un anciano que representa al Tiempo. Un viejo sombrío y estremecedor con una hoz en la mano. ¿Será que este “aparecido” le estará susurrando: “Todo pasa, nada es eterno”? Quizá añada: “El único eterno soy yo, porque soy “El Tiempo”.
Quisiera ver estas dos imágenes en los nuevos billetes: “Miranda en la Carraca” y “Delirio sobre el Chimborazo” o Miranda en el Chimborazo y Bolívar en la Carraca. Es la misma impotencia, la misma desesperanza, la misma honda frustración.
Carolina Espada
@carolinaespada