Vindiciae contra Tyrannos
Venezuela hemos repetido numerosas veces que se ha convertido en estos años en un laboratorio de cuanto fenómeno pueda imaginarse en los diversos campos de estudio y de las acciones. Un aspecto particular o singular de esta etapa del país es alusiva directamente tiene que ver con la picardía, la astucia, y hasta bajezas que comienzan a ser cultivadas por muchos. Ciertamente no se le rinde respeto al pensamiento crítico, al trabajo, al talento sino al arribista, al farsante y hablador. No se respetan los derechos y libertades por la ideologización de la justicia y del propio poder judicial que si algo adolece es de autonomía e independencia y en ese sentido el Estado de derecho esta desdibujado al no poder de manera real, practica y con celeridad recurrir al derecho y la justicia, razón por la cual podemos hablar de un Estado de justicia pero no un Estado de derecho.
En mis estudios de pregrado en ciencia política en la Universidad de Los Andes en los años noventa tuve la suerte de tener extraordinarios profesores y maestros, en las materias de sociología política, teoría política y pensamiento político, una parada y temática obligatoria fue el episodio referido a la matanza de San Bartolomé o la noche de los cuchillos largos en 1572, donde se materializó la rivalidad llevada al nivel más feroz entre los católicos y los protestantes como tantos otros episodios que la humanidad registro representa sin más ni menos que el triunfo del fanatismo sobre la racionalidad, la imposición de los sin razón sobre la razón, el absolutismo sobre la democracia, la arbitrariedad sobre el derecho y la negación de todo principio asociado al ser humano.
En todas las épocas se han registrado excesos y tal vez si algo ha tenido esta marcha a pie, lenta y sangrienta de la humanidad y condición humana es la ampliación gradual y sostenida en términos de valores, ideales, derechos, libertades, garantías donde la primacía de la ciudadanía, la democracia, el ser humano y el Estado de derecho conforman aspectos indisolubles y protagónicos del siglo XXI. En ese orden de ideas volvemos a comparar y relatar las clases del profesor universitario, sacerdote jesuita y doctor en ciencia política por la Universidad Complutense de Madrid Alfonso Gandara Feijoo de la matanza de San Bartolomé y de la célebre obra que recoge dicho hecho y fenómeno titulada Vindiciae contra Tyrannos, no hay la menor duda que es un clásico indiscutible de la historia de la teoría política y del derecho constitucional, tratado publicado de forma anónima en 1579. Vindiciae contra Tyrannos es como lo señaló con rigurosidad y acierto el célebre pensador Quintin Skinner “una biblia del derecho de resistencia”. Es un texto polémico, critico y de combate ideológico, la Vindiciae es la mejor expresión de la doctrina formulada por los hugonotes franceses a raíz de la matanza de San Bartolomé, la trágica noche del 23 al 24 de agosto de 1572. Refleja con todo rigor intelectual y un brillante despliegue de erudición histórica y literaria el argumento nuclear de los monarcómacos: el gobernante injusto degenera en tirano y frente al despotismo es lícita la resistencia, incluido el tiranicidio en casos extremos. Esta obra es clave para entender los excesos y la historia y de manera magistral el estudio de la doctrina del contrato social, las libertades locales, el sistema federal y el propio régimen representativo, la defensa de los derechos del pueblo frente al absolutismo monárquico y, por tanto, en la configuración teórica del Estado constitucional.
Traemos a colación estas lecturas, reflexiones y metáforas justamente vinculándolas a los desconciertos, a la etapa aciaga y los momentos ensombrecidos que registra la Venezuela contemporánea y los venezolanos, donde registramos abiertamente la precariedad del derecho, el irrespeto a la vida (21 mil muertos en el 2012), distorsiones en todas las áreas, ineficiencia, corrupción, un país y sociedad donde aparentemente vale todo y es expresión o resultado de un deterioro de la musculatura institucional, jurídica, democrática del Estado venezolano con saldos morales, materiales, espirituales y demás. No hay mejor letra y música que la narrada y cantada por el célebre Enrique Santos Discépolo en el tango “Cambalache”.
Cambalache es un tango emblemático para caracterizar a nuestra manera de ver las cosas, los dos países que paradójicamente teniendo tantos recursos registran un deterioro generalizado en lo material y espiritual en nuestra América Latina, como son la Argentina de Cristina Fernández y la Venezuela de Hugo Chávez Frías. En ambos países y sociedades no regido a veces por principios, ética, valores y demás atributos ciudadanos. La segunda estrofa de este tango escrito en la primera mitad del siglo XX dice de manera tajante “Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio, chorro, generoso, estafador… Todo es igual; nada es mejor; lo mismo un burro que un gran profesor. No hay aplazaos, ni escalafón; los inmorales nos han igualado. Si uno vive en la impostura y otro roba en su ambición, da lo mismo que si es cura, colchonero, rey de bastos, caradura o polizón”.
Cambalache como otras letras más refleja y encarna en la Venezuela contemporánea al pícaro, al político que siempre anda en una jugada para sacar partida o ventaja, al banquero prófugo, al empresario deshonesto, al contratista que incrementa costos y baja la calidad de su trabajo, al policía que se presta para fechorías, al mecánico que cobra repuestos que nunca cambio, al médico que opera sin necesidad pudiendo tratar, al alumno que se copia o chuletea, al profesor que se va de beca, no trae título y además se le premia dejándolo sin carga horaria, al juez que no es imparcial y para usted de contar amigo lector los ejemplos de tipos, fiolos y personajes que de alguna manera falsean la verdad, hacen trampa y representan un antivalor en la sociedad actual.
El gobierno ha sido sumamente errático en sus medidas, planes y decisiones porque entre otras cosas improvisa, no tiene asesores calificados, además de la corrupción campante en todos los cuadros y niveles. Lo hemos dicho y repetido la falta de pericia, eficiencia y transparencia explica la crisis eléctrica y apagones en un país que antes exportaba energía, no hay ni desarrollo ni mucho menos endógeno porque todo se importa, las invasiones, confiscaciones y expropiaciones conforman conductas sólo vistas en el Estado de naturaleza abolido hace siglos descrito por Hobbes o en Vindiciae contra Tyrannos, y lo que han generado junto a las presiones del gobierno y una errada política económica y monetaria, es el deterioro del bolívar, una sostenida inflación, la destrucción del aparato productivo, el cierre prácticamente de las empresas básicas de Guayana. Con dolor y pesar decimos que la cifras dejan reprobado al gobierno quien ratifica una conducta errática porque no ataca el origen y las causas de los males del país, o peor aún, ve los enemigos afuera cuando los tiene por dentro.
En estos años de revolución hemos visto mucho cambalache y muchas noches de cuchillos largos, cuando de manera arbitraria ni debido proceso se confiscan y expropian fábricas, fundos productivos, haciendas, comercios variados, cementeras, arroceras, torrefactoras, se cierran Casas de Bolsa como paso con Econoinvest, donde además fueron encarcelados por casi tres años sus cuatro ejecutivos, nos referimos a Herman Sifontes Tovar, Gabriel Osio, Ernesto Rangel, y donde si bien acaban en estas horas finales del 2012 de recuperar la libertad, y donde el juicio seguirá su curso, no podemos perder de vista que todas las actividades llevadas a cabo por la casa de valores eran totalmente licitas y autorizadas por la Comisión Nacional de Valores y el propio Banco Central de Venezuela. Pero es que en la Venezuela actual abundan casos como el de Econoinvest donde el debido proceso no se ha cumplido, nos referimos a los comisarios de la policía metropolitana, a la jueza María Lourdes Afiuni, a la cantidad de productores que le fueron expropiados sus fundos y no han recibido pago alguno y para usted de contar.
Tal vez parte de la tragedia nacional que padecemos los venezolanos sea no sólo la presencia de una casta amplia y variopinta de picaros, sinvergüenzas y arribistas de calaje variado que incursionan y pululan en todas partes, en el Estado, en la política, en la empresa, grupos, gremios y demás sectores y niveles. El año 2013 será un año de sacrificios, un año de desenlaces y Dios quiera un año venturoso y con logros, pero por sobre todo los venezolanos tenemos que aprender y no podemos seguir anclados en un país sin rumbo, sin vértice y metas, o peor aún una sociedad envilecida al mejor estilo de Vindiciae contra Tyrannos o Cambalache. Feliz Año 2012 y un venturoso 2013 para todos. Veremos…
(*) Profesor de la Universidad de Los Andes E-mail: [email protected]