2012 : navegar en aguas borrascosas
Si algo puede decirse sobre el curso futuro de las relaciones internacionales en el mundo es que navegamos en aguas tormentosas. Los potenciales conflictos bélicos se concentran en el golfo pérsico, donde por ejemplo el asunto del cierre del estrecho de Ormuz es un típico casus belli, aunque si bien esa no es la única causa, ciertamente podría ser la gota que rebasa el vaso.
Otras situaciones complicadas son: el conflicto en Siria que pudiera terminar en guerra civil guerra, aunque no puede desestimarse la progresiva irritación de Turquía con el gobierno de Assad y la injerencia creciente de Irán y Hezbolah en ese territorio lo cual puede internacionalizar el conflicto.
Israel está alerta ante dos amenazas : la posible si Irán logra algún día disponer de ojivas nucleares ,y por la otra la futura dirección del gobierno egipcio en el que el reciente triunfo en las elecciones parlamentarias de la organización de los Hermanos Musulmanes representa una probabilidad de cambio en las buenas relaciones entre los dos países . Aunque por los momentos no parece factible que los militares egipcios pierdan la preponderancia en el control de su país.
Afganistán y Pakistán son áreas de extrema volatilidad pero no pareciera que fuese el epicentro de nuevos conflictos salvo la continuación de los que subsisten. Harina de otro costal es Yemen y la fuerte presencia en su territorio de Al-qaeda.
Otras condiciones de potencial conflicto son las generadas en algunos países africanos en contra de los cristianos, ya que la intolerancia de países con mayorías musulmana hacia otros credos se ha traducido en manifestaciones violentas cada vez más explosivas . El caso de Nigeria requiere particular atención
En Asia no luce que el ,siempre latente, conflicto entre las dos Coreas pueda pasar a mayores. En cambio si pueden potenciarse unas fricciones en los océanos por la pretensión china de disputarle a los EE.UU. el control de los mares. Hoy la incuestionable potencia marítima en el mundo es la flota norteamericana.
América Latina parece alejada de los escenarios conflictivos salvo por las consecuencias que puedan generarse para Venezuela en el caso de una confrontación bélica en Irán. Otro caso menor que no debería causar zozobra es la disputa territorial entre Nicaragua y Costa Rica.
Si bien hemos enumerado las zonas actualmente de mayor conflictividad habida cuenta de diferencias políticas, étnicas o religiosas, es mi opinión que los problemas de este año van en otra dirección como lo son las consecuencias de un agravamiento de la crisis económica y financiera en Europa y sus inevitables repercusiones en una eventual desaceleración de la economía mundial y el no tan noticioso, pero no por ello menos peligroso, uso desequilibrado de los recurso hídricos del planeta. Para muchos analistas las guerras del futuro tendrán mucho que ver con la disponibilidad o no de agua.
En todo caso, resulta evidente que los instrumentos de coordinación internacional y de prevención de conflictos originados después de la II Guerra Mundial lucen insuficientes, por no decir inadecuados, en este mundo globalizado. Se requerirá mucha imaginación y realismo para encontrar los mecanismos que funcionen eficazmente en un mundo multipolar. Esperamos que no sea necesaria otra guerra mundial para que se creen los sustitutos de la Organización de las Naciones Unidas. Por ahora el equilibrio se mantiene entre las organizaciones existentes y los encuentros presidenciales de los 2, 8 ,10 y 20 . Pero estos mecanismos carecen de la formalidad y la credibilidad necesaria para afrontar y superar de manera efectiva las potenciales crisis que puedan degenerar en conflictos mayores.
La esperanza, aunque no la seguridad, de superación de la situación actual de las rivalidades entre los estados naciones es la articulación y concertación de diálogos entre los organismos regionales y las organizaciones mundiales.
La utopía de un gobierno mundial puede ser un desiderátum, sin embargo dista aún mucho de ser viable en este pequeño planeta en el que el egoísmo sigue siendo el patrón de conducta de la mayoría de los países.
