Opinión Internacional

Entre colibríes y elefantes

Hoy será viernes y habrán pasado tantas cosas desde que terminó la Cumbre de Cartagena que parece mentira que en tan poco tiempo ya el Rey Don Juan Carlos haya armado un tal follón en España al andar matando elefantes en Botswana que es un país sin litoral al sur del África; o que a la Presidenta de Kirchner se le viese salir sulfúrica y a deshora de La Heroica, supuestamente por no haber recibido suficiente apoyo en el contencioso que el país de Gardel mantiene con el Reino Unido por el territorio insular de Las Malvinas o Falkland, cuando más bien de lo que se trataba, ahora sabemos, era dar las últimas puntadas de crochet a la expropiación o nacionalización de una empresa petrolera española que en tierras de Perón y de Evita funcionó hasta ahora. ¿Populismo o soberanía?

Y les comento mi asombro al comprobar que no hemos superado en Hispanoamérica los tiempos del Descubrimiento; y es que el Presidente Santos nos lo ha hecho recordar en su discurso de apertura en el que, cual Colón postizo y colibrí, afirmó: «Alrededor de esta mesa converge la enriquecedora diversidad de nuestros pueblos, culturas, idiomas, razas, ambientes, historias y caminos distintos». Ha debido además, para ser más auténticos y congraciarnos con nuestros aborígenes ancestros, imponer en el protocolo el guayuco como traje formal, de rigor y de pompa, y no las mestizas guayaberas, que siempre se quedan por fuera cual palmeras borrachas de sol. Pues sí, tal colibríes multicolores besando flores acucá y acullá, en esplendido rito de dulzura.

Además, bautizó el anfitrión como «pragmatismo con principios» al nuevo y necesario estilo de hacer política, eslogan éste con el cual me recordó, por zanahoria, a aquél Mockus casado sobre un elefante. Y no sigo por esta vía, a riesgo de acordarme que el Titanic cumple un siglo de hundido y que, a pesar, sigue siendo el mito submarino más vivo de la historia. Me pareció también que los presidentes de eso que llaman «Las Américas» andaban tan necesitados de un spa, que se mostraban más bien desconectados. Hasta los del servicio secreto se fueron de rumba, distinta a la de Hillary, tal vez engarzados en la onda multicultural. Por su parte, los ultrosos de turno o no asistieron o hicieron el fó a última hora. Obama recargó su color para realzar su sonrisa tan necesaria en estos tiempos de campaña electoral. Uribe, ahora el mejor amigo de Chávez, por enemigos ambos de Santos, no quiso quedar de lado y definió la cumbre como un «derroche de opulencia». Claro, no fue él que apareció en la portada de Time, y eso se entiende.

A estas horas recuerdo aquél diálogo entre la Reina Isabel la Católica y Cristóbal Colón, recogido en el libro IV de la Historia General y Natural de las Indias, de Fernández de Oviedo, donde se cuenta que Su Majestad respondió a unas consideraciones botánicas del Almirante: «En esa tierra, que Vos detalláis, donde los árboles no se arraigan, poca verdad y menos confianza habrá en los hombres».

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