Opinión Internacional

La legitimidad de lo ilegítimo

El resultado de las elecciones presidenciales en Venezuela no pudo ser mas devastador, ya que implica que serán seis años más de continuismo de una dictadura que se ha caracterizado por la destrucción total de Venezuela.

Lo peor del caso, lo que más duele es que el gobierno que desgobierna al país, ha quedado legitimado, así como también todo aquello que es profundamente ilegitimo, por obra y gracia de un sistema de votación computarizado, cuyo diseño de aparente transparencia tiene un trasfondo de la más amplia confiscación de la verdadera voluntad popular.

No podemos olvidar que el capital de la revolución es la pobreza en todos los sentidos, pero la que con más ahínco se ha trabajado es la pobreza moral, la cual actúa mediante aparentes proyectos sociales que han paralizado el desarrollo intelectual de las masas y han sembrado la dependencia económica de los ciudadanos de los estratos D y E con el único propósito de hacerlos sumisos al poder del dictador.

Bien lo dijo quien representa un continuismo muy similar al de Juan Vicente Gómez, dictador en la Venezuela rural de principios del siglo XX. “Olvídense de la falta de agua, electricidad, de las viviendas que no se han sido entregadas, etc., etc., y fallas que hemos tenido, lo importante es que yo esté en el poder”. Con unas declaraciones de este tenor queda muy claro que todo, absolutamente todo depende del yo “benefactor “. De quien se roba el erario nacional que le pertenece al pueblo para utilizarlo para un proyecto político contrario a los intereses de su patria, pero muy conveniente para todos aquellos que ven en Venezuela una vaquita a la que ordeñar. Ese proyecto político que es contrario a la libertad y a la democracia, el mismo que convierte a los ciudadanos en esclavos, quienes mientras no se percaten de la trampa en la que han caído, transformaran a la nación en una especie de burro de la noria, caminando detrás de una zanahoria que cuelga de una cabuya delante de su nariz y que por lo tanto nunca podrán alcanzar.

El pasado 7 de Octubre , un CNE que es el brazo ejecutor de un verdadero fraude con disfraz de sistema electrónico “limpido”, que jamás puso reparo alguno al abuso comunicacional del régimen, que nunca revisó o pidió cuentas de las ilimitadas finanzas de las que disponía, de unas fuerzas armadas no al servicio de la constitución sino del gobernante, en el que la justicia está ausente, y los legisladores no legislan sino que aprueban todo aquello que se les ha ordenado aprobar, que no cuestionan lo que tienen como deber cuestionar, del despliegue de una maquinaria apabullante quedó legitimado todo aquello que es profundamente ilegítimo. Y, con esta legitimación perdió Venezuela como país y como pueblo. Serán seis años más de falta de respeto y de violación de todos los derechos humanos.

Tampoco pueden hacerse a un lado las advertencias hechas a la oposición sobre el fraude que se estaba adelantado, las cuales fueron desoídas y desestimadas. Se pecó de ingenuidad ante un régimen que no perdona, lo cual parece imposible después de 14 años de continua perversidad, de sufrimiento, de la más genuina maldad.

La gente se cansa y la confianza se pierde. Además del silencio elocuente, la procesión anda por dentro, será muy difícil volver a creer en alguien.

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