Los malaconductas y los salvoconductos
Aparece un nuevo capitulo de la “diplomacia espectáculo” protagonizada por tres reputados tenores del conflicto deseosos de ver sus nombres reflejados en los titulares del mundo: el vociferante Rafael Correa; el hacker agitador Assange y el afamado Juez Garzón artista del jaleo noticioso judicial que se unieron para exigirle al Reino Unido que le otorgue el salvoconducto al difusor de secretos de Estado difundidos por WikiLeak.
Si bien el asilo es una vieja figura establecida por razones humanitarias y religiosas que hace varios siglos se aplicaba en las iglesias como protección a los perseguidos, jurídicamente solo se desarrolló en América Latina a través de las múltiples Conferencias Panamericanas que daban protección a los políticos, quienes usualmente se convertían en destacados dirigentes en sus países por los cambios ocurridos. Ello llevo a que se suscribieran Tratados que se fueron perfeccionando en varias Conferencias: Montevideo 1885; La Habana 1923 y especialmente en la Conferencia de Caracas en 1954, que consagraron el derecho de asilo diplomático y el derecho de asilo territorial.
El Reino Unido se rige por las normas establecidas en Schengen que se aplica a refugiados políticos y migrantes. Pero al no ser parte de la Convención Americana sobre derecho de asilo diplomático, las bases jurídicas de nuestra región no le son aplicables. Por ello, el Canciller Hague ha señalado que si bien respetara la inmunidad diplomática de la Embajada , no esta dispuesto a concederle el salvoconducto a Assange ya que tiene la obligación de cumplir con el Tratado de Extradición vigente con Suecia y su traslado sentenciado para ser juzgado en ese país por delito sexual.
Correa desde el inicio intentó multilateralizar un tema bilateral que solo concierne al Reino Unido y al Ecuador, y con el apoyo de sus aliados del ALBA, inicio una cruzada “anti imperialista y anti colonialista” repitiendo el estilo confrontacional como en los casos de Paraguay y Honduras, para luego desestabilizar a organismos como Unasur, Celac, OEA y ONU, en vez de procurar soluciones por la vía diplomática, como debe ser.
Mientras el Gobierno de Correa se ha negado a otorgarle el salvoconducto al director del diario El Universo cuando se asiló en la Embajada de Panamá, cínicamente defiende la libertad de expresión en el caso de Assange. A su vez, Maduro “rechaza la prepotencia británica” por no otorgar el salvoconducto, pero silencia que el Gobierno Venezolano le negó el salvoconducto a Nixon Moreno, además de incumplir el fuero diplomático de la Embajada de El Salvador en el caso del asilo de Forero y Vivas. Bolivia se niega a darle el salvoconducto al diputado opositor Roger Pinto, a pesar de que Brasil le concedió el asilo, pero condena a los ingleses por no otorgarlo. En Cuba no se puede hablar de salvoconductos, ni mucho menos de Asilo Diplomático. No debe sorprendernos que los países del ALBA actúen como un “mala conducta” al tratar el tema del salvoconducto de manera tan poco institucional como lo hacen.