Opinión Internacional

El Cardenal que Cuba merecia

Monseñor Eduardo Boza Masvidal, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de La Habana, titular de Vindas, rector de la Universidad Católica Santo Tomas de Villanueva y párroco de la iglesia Nuestra Señora de la Caridad, la misma de la que fueron expulsados trece activistas pro democracias porque el cardenal Jaime Ortega se lo solicitó a las autoridades de la dictadura, fue un hombre de fuertes convicciones que nunca acató el mandato oficial, a cambio de que la Iglesia sobreviviera al despotismo castrista.

Boza Masvidal, que servía a la fe y a la dignidad humana por encima de cualquier conveniencia política, como la mayoría de los prelados de su época, asumió el camino más difícil, que era la defensa de sus convicciones y de sus feligreses.

Los artículos y pastorales del Arzobispo de La Habana Manuel Cardenal Arteaga, Monseñor Enrique Pérez Serante, arzobispo de Santiago de Cuba, y de Boza Masvidal, en los años del cuero duro como diría el historiador Enrique Encinosa, no hacían concesiones al castrismo y demandaban con energía respeto a la Iglesia y a sus feligreses.

El Cardenal Arteaga, tuvo que asilarse en la embajada de Argentina en Cuba, en una de sus pastorales atacó las directrices marxistas que asumía la revolución cubana y su régimen político y agregaba que la iglesia está «profundamente preocupada» por la inclinación de altos funcionarios cubanos hacia sistemas que prevalecen en los países comunistas especialmente en la Unión Soviética. El Obispo Pérez Serantes, fue enfático cuando dijo en “Por Dios y Por Cuba, “No puede decirse que los enemigos están en las puertas, porque en realidad están dentro, hablando fuerte”.

Por su parte Monseñor Eduardo Boza Masvidal, un profundo pensador de gran sensibilidad social escribió: “Los católicos, no nos hemos opuesto a la revolución, a la que hemos ayudado tremendamente, deseando los grandes cambios sociales que tan necesarios eran en Cuba. Pero no podemos aprobar o apoyar el materialismo y al totalitarismo comunistas, que están en completa oposición con las ideas por las cuales tantos cubanos han luchado y muerto». Monseñor añadía que el régimen de Castro ha negado la dignidad y la libertad humana, el respeto al derecho natural de la propiedad, que es indispensable para ejercer la libertad individual y el respeto al buen nombre de los semejantes.

El régimen trato de acallar la Iglesia, pero como sus pastores se opusieron, la persecución contra ellos y los creyentes, fue una dolorosa realidad. Numerosos sacerdotes dieron a la extrema unción a los cientos que murieron ante el paredón de fusilamiento gritando Viva Cristo Rey. Ellos entregaron su vida en la confianza de una Iglesia que no les abandono nunca y que decidió correr el riesgo de desaparecer, antes que ceder en los valores trascendentales sobre los que se constituyó.

Los Obispos cubanos dirigieron una carta a Fidel Castro, que decia: “Es innecesario recordarle al señor Primer Ministro que la iglesia ha enseñado siempre como norma fundamental la primacia de los valores del espíritu sobre los intereses de orden material y por ello la Jerarquia Catolica Cubana siguiendo el ejemplo de los cristianos de todos los tiempos, esta dispuesta a sacrificarse sin temor alguno y a perderlo todo antes que claudicar en sus principios”.

Monseñor Eduardo Boza Masvidal, obispo de La Habana, rector de la Universidad Católica ha efectuado duras declaraciones contra el régimen de Fidel Castro. Los católicos, ha dicho, no nos hemos opuesto a la revolución, a la que hemos ayudado tremendamente, deseando los grandes cambios sociales que tan necesarios eran en Cuba. Pero no podemos aprobar o apoyar el materialismo y al totalitarismo comunistas, que están en completa oposición con las ideas por las cuales tantos cubanos han luchado y muerto».

Las declaraciones de monseñor Boza Masvidal también hacían referencia a la violación de la dignidad humana y las libertades fundamentales por el régimen de Fidel Castro y demandaba el respeto al derecho natural de la propiedad, que es indispensable para ejercer la libertad individual y el respeto al buen nombre de los semejantes.

La represión contra la Iglesia fue inmediata. Los ataques verbales se incrementaron. El gobierno negó permiso para la Procesión de la Virgen de la Caridad, septiembre 8 de 1961. Los fieles marcharon a la Iglesia, la policía y sus sicarios tirotearon a los fieles asesinando a Arnaldo Socorro, de la Juventud Obrera Católica.

Monseñor Boza Masvidal fue arrestado por cinco días y deportado junto a otros 135 sacerdotes. En el exilio continuó su apostolado por la Iglesia y Cuba y nunca cesó en su defensa de la dignidad humana, sin que importara el país o el régimen al que tuviera que enfrentar.

 

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