Opinión Internacional

América Central y Arístides Calvani

Tanto la derecha como la izquierda de los países industrializados de Occidente, por diferentes razones, coincidían en  un profundo escepticismo sobre el futuro democrático de la región. La derecha consideraba que los Estados centroamericanos eran sociedades “inorgánicas”, que todavía no estaban listas para la democracia y que necesitaban de una larga dosis de autoritarismo modernizante, bajo el mando de un “gendarme necesario”, que mantuviera el orden y la estabilidad. La izquierdas “liberal” norteamericana y socialdemócrata europea consideraban que la pobreza y la desigualdad en la región impedían el funcionamiento de un régimen democrático y que los necesarios cambios socioeconómicos  requerían un período de autoritarismo revolucionario “tipo sandinista”.

Arístides Calvani, estadista y académico venezolano, como Canciller de Venezuela y después como Secretario General de la Organización Demócrata Cristiana de América (ODCA) se opuso a esta lógica perversa entre el autoritarismo reaccionario y el utopismo ideocrático revolucionario, que como todos los “opuestos extremismos” tienden a” tocarse”. Calvani creyó y luchó por la democratización de Centro América, promovió el diálogo, la tolerancia y la negociación en la lucha política, durante los años más violentos del conflicto sociopolítico centroamericano. Calvani creía que, para establecer la democracia en América Central, había que empezar por democratizar a los no demócratas y con ese fin trabajó intensamente entre los grupos reaccionarios y revolucionarios, además de apoyar el fortalecimiento de los partidos  democráticos, no sólo demócrata-cristianos. Calvani en esos años nos repetía a los que tuvimos la fortuna de ser sus alumnos: “La democracia hay que establecerla donde no la hay, hay que consolidarla donde ya se ha establecido, y hay que perfeccionarla cuando ya se ha consolidado”. La democracia es un proceso continuo de democratización, por tanto nunca será perfecta, pero siempre será perfectible.

El tiempo le dio la razón a Calvani, frente al escepticismo castrante de los opuestos extremismos. La sangrienta guerra civil centroamericana terminó con la exitosa negociación, que se inició en el santuario de Esquipulas, Guatemala, en 1987, con el encuentro de los cinco presidentes centroamericanos, propuesto, por cierto, por un alumno de Calvani, el Presidente Vinicio Cerezo de Guatemala.

La democracia centroamericana le debe mucho a Arístides Calvani.

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