Venezuela, ¿camino al colapso?
Un informe reciente del Fondo Monetario Internacional según el cual Venezuela alcanzará este año una tasa de inflación del 720% -la más alta del mundo- ha atraído la atención de los medios de prensa, pero lo que dicen ahora los principales economistas del FMI es aún más dramático. Robert K. Rennhack, subdirector del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI, me dijo en una entrevista que Venezuela va camino de una hiperinflación -el punto en que la economía cae en un caos total- y podría alcanzar un «colapso total del sistema económico» en un plazo de 12 a 18 meses si no cambiara su política económica.
«Venezuela probablemente entró en una senda hiperinflacionaria el año pasado», dijo Rennhack. Según sus proyecciones, la inflación llegará a una tasa del 2200% en 2017, y podría dispararse muy rápido al 13.000% anual, el punto en que la mayoría de los académicos consideran como una hiperinflación completa. Aunque Rennhack no habló de política, ningún gobierno latinoamericano en tiempos recientes ha podido sobrevivir una crisis hiperinflacionaria.
«La hiperinflación significa que la moneda ha perdido su valor, la gente va a las tiendas con bolsas de dinero y los precios suben casi por hora -dijo Rennhack-. Lo que hemos visto en casos anteriores de hiperinflación en América latina es que hubo un consenso político de que había que cambiar la política económica.»
Al preguntarle cómo había llegado a su proyección de 12 a 18 meses para la hiperinflación en Venezuela, Rennhack dijo que su equipo de economistas había estudiado episodios anteriores de hiperinflación en Bolivia (1982-1984), la Argentina (1989-1990) y Brasil (1989-1990). Venezuela está en un momento similar a aquel en el que estaban estos países entre 12 y 18 meses antes de sus crisis hiperinflacionarias, dijo.
El mandato del presidente Nicolás Maduro termina en 2019, aunque la coalición opositora MUD está planeando lanzar un referéndum revocatorio para exigir elecciones adelantadas.
Muchos venezolanos creen que el país va a explotar mucho antes de 12 a 18 meses. Los precios suben a diario, los estantes de los supermercados están casi vacíos, los apagones aumentan -Maduro ha declarado feriados todos los viernes en abril y mayo para ahorrar energía- y las estadísticas de la criminalidad alcanzan niveles astronómicos.
La moneda venezolana, el bolívar, cada vez vale menos. Ni los ladrones la quieren: hace unos meses, la prensa citó a un ingeniero llamado Pedro Venero, que dijo haber sido atacado por ladrones armados que esperaban llevarse dólares de su casa, pero que se negaron a aceptar bolívares.
Desde la subida al poder de Maduro, tras una elecciones controvertidas en 2013, la economía se ha desplomado de una tasa de crecimiento del 5% ese año a una contracción del 8% este año. La pobreza ha crecido del 23 al 73% de los hogares venezolanos durante el mismo período, según un estudio conjunto de la Universidad Andrés Bello, la Universidad Central de Venezuela y la Universidad Simón Bolívar.
Mi opinión: a medida que Venezuela avanza en la «senda hiperinflacionaria», se hace difícil creer que Maduro pueda terminar su mandato en 2019. Lo más probable es que haya un golpe militar -muchos especulan que provendría de oficiales chavistas preocupados por la incompetencia de Maduro- o una ofensiva diplomática regional para presionar a Maduro a que respete las leyes aprobadas por la Asamblea Nacional, controlada por la oposición.
Es cierto que muchos venezolanos dudan de que la oposición de Venezuela consiga suficientes votos en la Organización de Estados Americanos (OEA) para aplicar la Carta Democrática Interamericana de la organización, que exigiría a Maduro tomar medidas específicas para restaurar una democracia plena. Pero la petrodiplomacia de Venezuela ha perdido su influencia en la región tras el colapso de los precios del petróleo, y el mapa político de América latina está cambiando muy rápido.
Una decisión colectiva regional de aplicar la Carta Democrática Interamericana de la OEA y exigir una solución constitucional de la crisis venezolana sería mucho mejor que un golpe militar -venga de donde venga-, que marcaría un regreso a la época oscura de las dictaduras militares latinoamericanas.
Las democracias de la región deberían tratar de votar por la aplicación de la Carta Democrática de la OEA tan pronto como el mes próximo. La alternativa -no hacer nada- podría conducir a un «colapso total del sistema económico» y a un golpe militar.
@Oppenheimera