Opinión Internacional

Venezuela, ¿un país miserable?

Recientemente el semanario Ingles The Economist publicó un índice de “miserablidad” ( Misery Index), es decir de infelicidad, de penuria, de desdicha, y no de pobreza o miseria. Y en él, Venezuela llegó de penúltimo. El índice se construye con base a los niveles de inflación y desempleo. Un país donde la gente está desempleada y tiene mucha inflación ésta debe estar sufriendo mucho para sobrevivir. Y este sin duda es el caso de Venezuela, que además esconde estadísticamente sus niveles de desempleo e inflación, y tiene más de la mitad de la fuerza de trabajo en el precario sector informal. Somos un pueblo estresado, pero no sólo por el desempleo y la inflación sino por la incertidumbre del futuro.

Este año 2012 se decidirá la suerte de Venezuela: comunismo o democracia. Decisión que está en manos de los venezolanos, pero hasta cierto punto pues el proceso electoral que “arbitra” el CNE está fuertemente sesgado a favor del gobierno.

La dirigencia de la MUD repite que si tenemos testigos en cada mesa la trampa es imposible. Si bien esto es cierto, no hay que olvidar que hay varias maneras de hacer trampa y el gobierno las está aplicando descarada y continuamente. Por nombrar algunas: la imposibilidad de chequear los listados de votantes (REP), el abuso en el uso del poder y el dinero público con fines políticos, incluyendo la propaganda, las migraciones de inscritos y las trabas para inscribir a los venezolanos en el extranjero o el cierre “administrativo” de Consulados (Miami).

En este país muchos han entregado su oro, léase su libertad, por espejitos, léase promesas de casas o becas chucutas. Y han bajado el lomo dócilmente. Otros no. Las 5.338 manifestaciones de calle, que sucedieron el año pasado y que representan un 70% de incremento con respecto a 2010, nos dicen que muchos de los que se sienten miserables se están movilizando y protestando.

Pero estas protestas callejeras no están consiguiendo una articulación con la lucha política sino que se están quedando en la lucha social, es decir la lucha para que “a cada quien le den lo suyo”, que en principio no cuestionan al régimen.

Para dejar de sentirnos miserables hay que retomar la calle y convertir esta sensación en palanca para salir del régimen. Pero nuestra dirigencia ha abandonado la calle y ha puesto todas sus esperanzas en las elecciones, olvidando que la lucha de calle es fundamental, en especial cuando el gobierno nos está acogotando para imponer su modelo y ganar las elecciones. Recuperar la calle, es una necesidad y un clamor popular

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