Mayoría democrática
En los países civilizados la mayoría democrática marca el presente y el futuro mediato e inmediato de acuerdo a las circunstancias políticas del momento y de devenir histórico de los pueblos. Más temprano que tarde esa mayoría hará sentir el peso de sus valores y asumirá la conducción de la nación.
Las elecciones realizadas el 14 de Abril revelan que los venezolanos de convicciones democráticas somos mayoría, no sólo por los militantes de la Alternativa Democrática que votamos por Henrique Capriles Radonski, sino también por el millón de chavistas que creyeron en la oferta democrática que hizo el candidato de la oposición, de reconciliar el país, de no más discriminaciones por pensar distinto y otras que expondremos a continuación, y que los llevaron a sufragar contra Nicolás Maduro, a quien no consideran su representante legítimo.
En un país dividido durante 14 años en dos bandos impulsados por la prédica del odio a través de un discurso oficial cargado de virulencia, los venezolanos democráticos de uno y otro sector social y político no habíamos podido comprender que era posible entendernos y encontrarnos para intentar crear una nación de verdaderos hermanos, conciudadanos con derechos a disentir en un clima de respeto.
Después de muerto el Presidente Chávez y seleccionado Nicolás Maduro por su dedo de gran elector, sin recibir el respaldo y confirmación de la militancia del PSUV en unas elecciones primarias, un gran sector de los chavistas descubrió que Maduro les mentía desde que manipuló la fecha de convalecencia de su Comandante en Jefe y de su deceso, para tratar de sacarle beneficios personales, decidió marcar distancia, confió en la palabra de Henrique Capriles y votó por él en la búsqueda de un gobierno verdaderamente democrático para todos los venezolanos.
Después de este histórico 14 de Abril, Venezuela ha encontrado un camino hacia la democracia, y aunque el CNE haya proclamado desesperadamente a Nicolás Maduro como Presidente Electo y luego también en tiempo récord la Asamblea Nacional lo haya juramentado, los venezolanos hemos entrado en una nueva y distinta etapa de nuestra historia, al derrotar el poder del Estado utilizado inconstitucionalmente para favorecer a un candidato que aunque haya sido investido como Presidente, no goza del respaldo y menos de la confianza de la población. No es suficiente alzarse con el poder si no se disfruta de la legitimidad que genera una elección transparente, para garantizarle estabilidad, y mayor tranquilidad y bienestar, a la nación.
Y en medio de una crisis económica, como la que la mayoría de los economistas pronostican para los próximos meses, sin la reconciliación y por lo tanto sin la colaboración de todos los venezolanos, el país puede entrar en un período de ingobernabilidad de consecuencias impredecibles. Las políticas macro y micro económicas que condujeron al fracaso a varias naciones que otrora habían sido emporios de riquezas como la Argentina antes de Perón, se han venido repitiendo en nuestro país durante 14 años, y el Presidente ilegítimo Nicolás Maduro no hace ni sabe hacer otra cosa que reincidir en las mismas, y por lo tanto profundizar la crisis que ya toca las puertas de millones de hogares a cuyos integrantes no les alcanza el salario mínimo para satisfacer sus necesidades primarias y fundamentales. A lo que hay que agregar millones de venezolanos que se acuestan sin ingerir los alimentos básicos para la sobrevivencia.
De allí la importancia de haber conformado una mayoría democrática que además de una esperanza para consolidar el Estado de Derecho y de Bienestar Social, que persiguen todos los pueblos del mundo, podemos inscribirla en una pauta de posible gobierno, si mediante la impugnación de las elecciones por parte de la Alternativa Democrática, éstas se repiten parcial o totalmente.