El Holocausto
El próximo 27 de enero se cumplirá un nuevo aniversario desde que el Ejército soviético irrumpió (en 1945) en el campo de concentración y exterminio de Auschwitz (Polonia) donde el régimen nazi puso en práctica la política de Estado conocida como la «Solución final» que perseguía exterminar a los judíos de Europa (la matanza fue de unos 6 millones) además de las masacres contra 2 millones de polacos, gitanos, discapacitados, homosexuales, socialdemócratas y comunistas. En fin, la combinación de genocidios y crímenes de lesa humanidad contra gran parte de la población de los países ocupados.
La palabra genocidio es un neologismo creado por el sabio jurista polaco Raphael Lemkin quien, al constatar que los hechos que se conocieron luego de la derrota del régimen nazi eran algo mucho peor que el más grave de los asesinatos y homicidios y que estas palabras no eran suficientemente amplias para incluirlos, unió la raíz griega «GENOS» que significa clan, tribu, estirpe con la palabra latina «CIDES-CIDIO» que significa matar para definir el tipo penal que mejor definía las matanzas cometidas por los nazis.
«Mientras las fuerzas alemanas avanzaban hacia el Este, las SS, la policía, y los militares realizaron atrocidades que indujo al primer ministro de Gran Bretaña, Winston Churchill, a decir en agosto de 1941: «estamos en la presencia de un crimen sin nombre». Lemkin, que llegó a Estados Unidos como refugiado en 1941, conocía el discurso de Churchill y dijo que su introducción de la palabra genocidio era en parte una respuesta a la declaración del primer ministro».
Las víctimas directas e indirectas aún sufren las consecuencias. T. Adorno dijo: «Auschwitz, nunca más»; eso espero y aspiro. La humanidad también lo exige.