¡Corruptos temblad!
La admonición está dirigida a los políticos corruptos de Brasil. Los corruptos de Venezuela están tranquilos y sin nervios, seguros de que el Tribunal Supremo de Justicia los resguarda de cualquier investigación impertinente. Es más, continúan engordando sus indecentes fortunas multimillonarias.
El contraste entre Venezuela y Brasil avergüenza. Como hemos señalado en hojas de ruta anteriores, allá los políticos corruptos abundan al igual que en Venezuela, la diferencia es que en Brasil a los políticos corruptos se les investiga y se les castiga; mientras que en Venezuela permanecen intocables.
En Brasil están bajo sospecha, y se les investiga, personalidades políticas muy poderosas, como lo es el ex presidente Lula da Silva. Su situación debe ser bastante comprometida ya que su compañera de luchas, la Presidenta Dilma Rousseff, le propuso que ingresara como ministro a su gabinete para ponerlo al abrigo de decisiones judiciales precipitadas.
Se sabía que Petrobras, la PDVSA de Brasil, es la base de operaciones de una red de corrupción especializada en el financiamiento irregular de dirigentes políticos, sobre todo de parlamentarios. El mecanismo preferido era entregar contratos a empresas constructoras y de suministros, con elevados sobreprecios, que generaran fondos destinados a la corrupción. Por este caso ya hay varios presos. Por otro lado, el presidente de la empresa constructora más grande del Brasil, Odebrecht, ya está en la cárcel.
En su anti imperialismo de pacotilla, creyendo desafiar a Estados Unidos, Chávez le abrió las puertas de Venezuela a un imperialismo en pleno desarrollo: el de Brasil, que se considera con derecho a influir y dominar al resto de los países de América Latina. Por ejemplo, justamente, a la empresa Odebrecht le dio importantes contratos en Venezuela, entre ellos la construcción de la Línea 5 del Metro de Caracas que después de varios años aún no está en servicio. Es conocido que los precios unitarios reconocidos de esta empresa son muy superiores a los del mercado venezolano.
Brasil se transformó también en el gran proveedor de alimentos. Como las cinco millones de hectáreas en plena producción que Chávez expropió fueron abandonadas, los alimentos que producían ahora se importan de Brasil. Igual sucedió con las empresas industriales expropiadas, la mayoría de las cuales desaparecieron, hoy tenemos que importar los artículos que ellas manufacturaban. Todo este vacío fue llenado por el gigante del Sur, cuya vocación imperial es de sobra conocida.
Miremos ese espejo, Lula da Silva, ícono para los movimientos auto calificados de “revolucionarios” que se inspiran en el modelo caduco y fracasado que arrastró a Cuba a la ruina (y también a Venezuela), está a un paso de la cárcel.