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Lo que hay detrás del acercamiento Cuba-EEUU, por Reyes Theis

El himno de Estados Unidos resonando en el palacio de Gobierno en La Habana, el presidente de EEUU caminando por la Plaza de la Revolución y recibido con una ovación en un estadio de béisbol en Cuba. Las imágenes y eventos que dejó la reciente visita de Barack Obama a la Isla sin duda han generado sorpresa y ha marcado un hito en la tormentosa historia entre ambas naciones.

Hace 58 años, en plena guerra contra el dictador Fulgencio Batista, el líder guerrillero Fidel Castro escuchaba los lamentos de Mario Sariol, un amigo suyo. El bohío de  Sariol,  donde vivía con su esposa y sus cinco hijos, fue volado por las tropas del Gobierno y él mostraba a Fidel los restos de las armas usadas donde se podía leer la inscripción USAF (United States Air Force).

El 5 de junio de 1958 Castro escribía a su compañera sentimental, Celia González: “Al ver los cohetes que tiraron en casa de Mario, me he jurado que los americanos van a pagar bien caro lo que están haciendo. Cuando esta guerra se acabe, empezará para mí una guerra mucho más larga y grande: la guerra que voy a echar contra ellos. Me doy cuenta que ese va a ser mi destino verdadero”.

Dos años y medio más tarde, el 20 de enero de 1961 y tres meses antes de la invasión a Playa Girón (Bahía de Cochinos) el presidente estadounidense John Fitzgerald Kennedy advertía en su primer discurso ante el Congreso de su país: “Todas las naciones han de saber, sean o no amigas, que pagaremos cualquier precio, sobrellevaremos cualquier carga, afrontaremos cualquier dificultad, apoyaremos a cualquier amigo y nos opondremos a cualquier enemigo para garantizar la supervivencia y el triunfo de la libertad”.

Un mes después de la fracasada invasión, el primero de mayo de 1961, en su discurso por el día del trabajador, Castro anunció que su Revolución era socialista y que si Kennedy no quería el comunismo, los cubanos no querían el capitalismo y comprometió su apoyo con los movimientos revolucionarios del continente.

Fidel aún respira y el lunes 28 de marzo a través de un artículo de opinión mostró su resistencia con el acercamiento entre las dos naciones, así como los republicanos en EEUU han hecho lo propio, evidenciando que el proceso estará lleno de obstáculos y enemigos en ambos lados.

El discurso histórico

“No vengo a hablar del pasado, sino del futuro” aclaraba el presidente estadounidense Barack Obama en su discurso del 22 de marzo en el Teatro Alicia Alonso de La Habana y frente a su homólogo, Raúl Castro.

Ese día puso en evidencia los temas que separan a los dos Gobiernos, habló de la necesidad de elecciones libres, del respeto a los derechos humanos, que nadie debía ser detenido en forma arbitraria solo por ejercer un derecho y recordó que el progreso económico de Cuba no solo está atado a fin del embargo estadounidense, sino que los cubanos debían instrumentar cambios en el plano interno.

«Es tiempo de levantar el embargo, pero aun cuando eso se hiciera mañana, los cubanos no notarían el cambio si no hay cambios en Cuba», aseveró.

El mandatario recordó las bondades del sistema democrático, que permitía que por ejemplo un hijo de emigrante, de madre soltera, sin riqueza y afrodescendiente, pudiera ser presidente de su país, no obstante, aseveró que en Cuba el destino lo forjarán los cubanos, quienes veían y escuchaban asombrados el discurso completo en vivo a través de los canales de televisión y las emisoras de radio oficiales.

Pero  Obama también habló de los elementos que  unían a los dos países. Llamó a la reconciliación entre cientos de miles de cubanos y sus descendientes que viven en EEUU y sus familiares en la Isla. Habló de integración de los pueblos y reconoció el sufrimiento que le ha ocasionado al pueblo cubano el embargo estadounidense.

¿Quién gana?

Antes de la histórica visita de Obama a La Habana, los Gobiernos de Cuba y EEUU y desde hace casi 60 años se enfocaban en una estrategia en la que ninguno de los dos obtenía beneficio.

Las divergencias estaban ancladas, el embargo norteamericano no fue capaz de mover un milímetro la férrea posición cubana sobre su modelo político-económico ni en materia de derechos humanos.

A su vez, la posición antiyanqui cubana solo podía servirle en el plano retórico para la cohesión de su público ante el enemigo externo, pero era incapaz de arrimarle un plato de habichuelas a la atribulada familia cubana.

Fenecido el benefactor primigenio de la Revolución cubana, como lo fue la Unión Soviética y al no estar Rusia dispuesta a asumir la pesada carga, Venezuela  con su Revolución Bolivariana asume un rol importante y  oxigena a la economía cubana con un suministro de petróleo en condiciones ventajosas y con convenios en diversas áreas que le han generado divisas importantes.

Tras el fallecimiento de Hugo Chávez y la caída de los precios del petróleo, la Venezuela de Nicolás Maduro ha caído en una crisis tenebrosa que incluso se puede asemejar a la realidad cubana. La ayuda venezolana ha dejado de ser una fuente económica segura y los propios cubanos ven la posibilidad cierta de un cambio político en Caracas.

De lado estadounidense, Obama lo ha dicho muy claro: no desean insistir en una política que no les ha dado resultado por tanto tiempo. Entonces llegó el momento de cambiar de posición y lo hace a pocos meses de entregar la Presidencia, para dejar un sello histórico a su mandato, que se suma al acuerdo que permitió destensar la relación con Irán por el tema nuclear.

Pero la principal aspiración del Gobierno estadounidense es que el influjo de las inversiones en la Isla, la posibilidad de que los cubanos se conviertan en pequeños empresarios y asuman la libertad económica no por decreto del Gobierno, sino por el empuje de la dinámica del mercado tras el viraje, termine además motivando a la población y a sus gobernantes a un cambio en el modelo político.

Como parte de la estrategia norteamericana, hay gran cantidad de empresas estadounidenses y europeas pendientes del fin del embargo para hacer sus inversiones en la nación antillana, lo cual le caería de maravillas a la economía de Cuba.

Además, una inédita y sorpresiva sociedad EEUU-Cuba, podría tener sus efectos en el complicado plano político de Venezuela, lo que se constituiría en una jugada diplomática por carambola.

Como se ve el acercamiento no hubiera sido posible si las dos partes no sintieran que están sacando provecho del mismo, el detalle es que EEUU aspira que los vientos de cambios terminen estremeciendo a la dictadura castrista. Esto lo sabe el régimen cubano. La pregunta es si el Gobierno comunista hará lo posible por evitarlo o avanzará en forma gradual hacia las reformas.

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