Trump y Clinton se perfilan como nominados en una campaña atípica en EEUU, por Reyes Theis
Cuando se observan los discursos y las figuras que se disputan las nominaciones presidenciales en Estados Unidos se entiende por qué este es un proceso distinto. Del lado demócrata Bernie Sanders, senador de 74 años, llama a hacer la “revolución” en EEUU y se dice socialista. Del lado republicano, otro aspirante: el magnate y figura mediática Donald Trump, promete construir un muro que demarque la frontera del sur y asegura que hará que los mexicanos lo paguen.
“Es la campaña más atípica que pueda recordar en los EEUU en las últimas cuatro décadas”, dice el especialista en comunicación política Aquiles Esté, venezolano residenciado en Florida y asesor de múltiples campañas electorales.
Explica que la palabra establishment casi se ha convertido en una grosería para el público de estadounidense. “Todo lo que suene a la institucionalidad tradicional de los partidos es mal visto y ese dato ha sido anotado por varios candidatos”, comenta.
En estas olas de malestar del ciudadano estadounidense se deslizan con surfistas Trump y Sanders, mientras Hillary Clinton parece consolidar su opción con una posición menos rimbombante y más sosegada.
“Sanders ha tomado un branding que ha resultado ser un completo fracaso, como eso de declararse socialista en los Estados Unidos. Eso estaba llamado al fracaso desde el comienzo”, comenta Esté.
A pesar de que el discurso de Sanders ha caído en territorio fértil entre los jóvenes y ha obtenido triunfos importantes en estados como Minnesota y Oklahoma, Clinton se ha disparado y hasta el 9 de marzo contaba con 1.221 delegados por 571 de Sanders, en una elección en la que 2.383 delegados garantizan la nominación.
La exsecretaria de Estado y exprimera dama cuenta con el respaldo de los llamados superdelegados, conformados por dirigentes claves de la estructura demócrata y con un apoyo financiero amplio.
Entretanto, en la tolda republicana, las encuestas han favorecido durante varios meses a Trump. El magnate ha recibido críticas de diversos sectores de la sociedad estadounidense y de la comunidad internacional por sus críticas a los inmigrantes.
Hasta el Papa ha cuestionado la fe cristiana de este aspirante. «Una persona que sólo piensa en la construcción de muros, dondequiera que se encuentren, y no en la construcción de puentes, no es cristiano. Eso no está en el Evangelio», dijo Francisco.
Pero la posición antipática y arrogante del candidato está lejos de ser fruto de cándidas ocurrencias del momento. Aquiles Esté ayuda a explicar la estrategia: “Ha hecho una propuesta demográfica particular, porque está apostando al ciudadano blanco empobrecido a lo largo de los últimos 10 años, poco informado, muy resentido por el rumbo económico y que le tiene más miedo a un país que es cada vez más marrón de piel”, detalla.
Aunque la estrategia empleada podría hacer que Trump obtenga la nominación republicana, la duda es si podrá hacerlo que llegue a la Casa Blanca. El consultor venezolano sostiene que el discurso del aspirante le ha permitido conectar con el trabajador básico norteamericano, que es un sector importante de la población, pero no le permitiría ganar una campaña en una elección general. “Se gana las primarias republicanas con 4 millones de votos, pero es un porcentaje mínimo de lo que se necesita en una elección general”, explica.
La elección demócrata parece más clara a favor de Clinton, pero en la republicana queda la posibilidad de que los líderes del partido inclinen la balanza y a través de alguna negociación hagan que los delegados electos que están en contra de Trump se unan en otra opción como la Ted Cruz o Marco Rubio.
“Esas negociaciones tiene rato andando, pero para imponer un candidato por encima del que ganó el voto popular tienes que quebrar el partido”, advierte Esté, quien se pregunta si el partido Republicano está dispuesto a jugarse esa carta, sobre todo porque ese quiebre se va trasladar a la elección general.
El consultor considera que Trump va a generar un voto de rechazo muy alto en una elección general y que su nominación serviría para que las percepciones negativas de los ciudadanos sobre el Gobierno de Obama pasen a un segundo plano. “Se puede decir que el jefe de la campaña de Trump es Hillary Clinton”, sostiene.