OpiniónOpinión Nacional
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Ciertamente – y con toda razón – estas evocaciones culinarias en medio de la escasez y la precariedad impuesta, no tan igualitariamente, por el genocida y depredador Socialismo del siglo XXI, tienen una alta dosis de nostalgia no exenta de masoquismo. En medio de los impuestos ayunos revolucionarios, recuerdo, sufro, añoro y salivo, imaginándome que estoy en algún lugar del mundo sin cupos ni controles ni restricciones, donde puedo deleitar a placer platillos como los siguientes, no incluyo postres ni bebidas para no morir de pena bolivariana.
- Un cocido madrileño
- Una salchicha polaca
- Un pollo de Brest
- Unos callos a la gallega
- Un salmón noruego
- Unas tripas a la parmiggiana o a la moda de Caen
- Unos pasteles limeños
- Un mole poblano
- Unas empanadas de Salta
- Una bandeja paisa
- Un lomito Wellington
- Un ceviche peruano
- Una bullabesa
- Un asopado de habichuelas rojas con mangú
- Una paella de Valencia
- Una feijoada
- Un prime rib neoyorquino
- Un pastel de choclo
- Una milanesa vienesa
- Unas papas fritas belgas con mayonesa casera
- Un ajiaco bogotano
- Un paté de campagne con pepinillos y mostaza de Dijon
- Un cuscús tunecino con merguez
- Una ensalada nicoise
- Un arroz con pollo caraqueño
- Unas tallarines a la carbonara
- Unos locos apanados con puré de palta
- Un riz tafel indonesio
- Una moussaka balcánica
- Un pabellón criollo
- Una sopa mongolesa
- Un jraime judío
- Un mofongo con mariscos
- Una cevapchichi serbio
¡BUEN PROVECHO BOLIVARIANO!