Opinión Nacional

Diciembre decisivo

En un país más serio, con una dirigencia madura y culta políticamente, jamás hubiésemos llegado a la hora menguada de hoy. Pero ahora hay que movilizarse y votar venezolaNO desde luego, pero no sólo eso, asegurarnos de minimizar los riesgos de fraude que han hecho palpables las irregularidades de los pasados comicios y la actitud no imparcial del «Triunvirato» del CNE. Los venezolanos menores de 60 años nos hemos acostumbrado a que el primer domingo de diciembre, cada cinco años, debíamos tomar la trascendente decisión de escoger un nuevo presidente y a los miembros del Congreso Nacional. En los últimos 25 años no hemos sido nada afortunados con nuestros elegidos y la carga de creciente frustración, desilusión, cuando no franca ira, produjo el fenómeno de que cada vez mayor número de electores optaba por abstenerse –en un país que registró los más bajos índices de ausentismo electoral del continente y del mundo- y los que votaban no asumían ni íntima ni públicamente responsabilidad alguna por su elección, no obstante que en algunos casos no hubo excusa válida para el «error» y eran notorias las malas mañas del ungido.¿Todos somos inocentes?
Los propios profesionales de la política con sus escarceos grupales dieron pié, tal era el cúmulo de insultos y acusaciones que a diario se proferían entre sí, para que comenzara a tejerse la leyenda negra y la palabra político, si no se la acompañaba de algún adjetivo atenuante, era sinónimo de vagabundo, corrupto, tracalero.

Claro la cosa no fue tan inocente, los sobornadores, porque no hay corrupto sin corruptor, fueron los primeros en echarle leña al fuego, los empresarios dados a engrasar los engranajes del poder –que desde luego no son todos- trocados en querubines contribuyeron al festín y «el soberano» que los había electo, a veces a conciencia de sus vicios o debilidades, se sintió encantado en el papel de víctima, aunque poco antes los aclamara o contribuyera a sus atropellos.La solución era perfecta, todos éramos inocentes, todos los males del país se debían a una suerte de extraterrestres: los políticos. Y nadie se recordaba como habían llegado allí, ni de las reiteradas advertencias y señalamientos de nuestros hombres de estado contra la corrupción y sus consecuencias, porque tuvimos hombres de estado que enseñaron con su ejemplo la manera en que un auténtico dirigente ejerce su papel. Sólo que era más fácil meterlos a todos en un saco y sentirnos ligerítos de conciencia.

Así, por el merecido descrédito de los lucradores de la política, se abonó el terreno para que el primer hombre audaz, fuese capaz o inepto, honesto o deshonesto, valiente o cobarde, venezolanista o «patriota», orate o sabio, nada de ello importaba realmente, pero que canalizara las ansias de revancha, de desquite, el reconcomio por merecidos fracasos personales en muchas oportunidades, los complejos sociales –todos curiosamente aflorados después de la crisis económica- pegara unos gritos demagógicos para que las masas que adoraron a Pérez y a Lusinchi, que eligieron a Herrera Campíns, que mamaron de la teta pública mientras estaba llena y que se indignaron cuando se les pidió el bochornoso expediente de trabajar, se sintieran llamados y redimidos: ¡Viva Boves! ¡Viva Chávez! ¡Viva el Armagedón!En un país más serio, con una dirigencia madura y culta políticamente, jamás hubiésemos llegado a la hora menguada de hoy. Hace ya más de veinte años que la democracia había empezado a relajar sus patrones éticos. Razones había de sobra para un implacable autoanálisis de las graves fallas de los factores de poder y las rectificaciones correspondientes, pero se prefirió cerrar los ojos y seguir… hasta que el cuerpo no aguantó más. Ahora o rectificamos o nos hundimos en un retroceso de 150 años, a los albores de la Guerra Federal, ya hay candidatos a Zamora ¿donde estará Guzmán-Blanco?
Donde estamos y hacia donde vamos
Nueve meses han bastado para que nadie medianamente objetivo se llame a engaño, le ha rendido increíblemente el tiempo a Chávez: seiscientos mil nuevos desempleados (un 20% aproximadamente a escala nacional, aunque en estados como Zulia y Bolívar supera el 30%), paralización de la inversión privada, agravamiento exponencial de la crisis agrícola, paralización de la construcción, aumento sustancial de la ya insostenible inseguridad personal, caída del 7.8 del PIB, desaparición digna de un prestidigitador de oficio de los CUATRO MIL MILLONES DE DOLARES AMERICANOS que ingresaron por razón del aumento de los precios petroleros echados sin piedad en el albañal del gasto corriente, escándalos de corrupción, nada patriótica y nada bolivariana, en el Ejército en aparente vinculación a actuaciones anteriores de altos oficiales de su entorno más íntimo. Eso por la gestión de gobierno –debemos llamarla así-, en lo político y desde el primer día de su ejercicio una labor constante y criminal de división de la familia venezolana, no creo que tengamos antecedentes históricos de ningún gobernante que se haya dedicado con afán y sin descanso a sembrar el odio entre sus gobernados, a crear o cultivar si es que existían conflictos sociales, raciales y religiosos que Venezuela había tenido el privilegio de no padecer.La cuestión militar
No ha sido Venezuela un país donde, pese a la gran cantidad de dictaduras militares, los hombres de uniforme se hayan beneficiado de ellas, por el contrario en algunos casos como en la década del 48 al 58, y especialmente después del asesinato de Delgado Chalbaud, lo que tuvimos fue una dictadura policial donde los militares eran vigilados y vejados muchas veces, al igual que los civiles, por los sicarios de la Seguridad Nacional. De hecho hombres de este tristemente célebre cuerpo policial asesinaron en Colombia al Teniente León Droz Blanco, ya que el dictador le temía a sus habilidades de tirador, y en las calles de Caracas el Capitán Wilfrido Omaña corrió la misma suerte en las manos de la seguranal, sin mencionar los innumerables oficiales detenidos o exiliados. Sólo la camarilla del dictador se benefició del régimen. Fue a partir de 1958 que las FAN recibieron el trato y el respeto profesional y humano a que son acreedoras. El presidente Betancourt repetía hasta el cansancio –y tuvo 10 años de exilio para aprenderlo- que «La mejor política militar es no hacer política con los militares», jamás utilizó la expresión procaz y torpe de «las tres C» que le atribuyó el jaquetón presidente Chávez en un acto en la Escuela Militar, dedicaba un día a la semana exclusivamente –los miércoles si mal no recuerdo- para recibir en audiencia a los oficiales subalternos, superiores o generales, no fue por azar que conservó hasta su muerte las mejores relaciones con las fuerzas armadas. Su ejemplo fue ese.Ahora la apresurada hallaca de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, retrotrae a las FAN a la ya superada época en que fueron el brazo ejecutor de un caudillo o de un partido, las convierte en la Guardia Pretoriana del presidente de turno, los méritos profesionales, la hoja de servicio, la lealtad a la Constitución sólo serán evaluadas por un hombre y de acuerdo a sus propios criterios o valores, ¡vamos mal!
La soberanía en toda su extensión es el campo de acción de la labor de salvaguarda de las FAN, su razón de ser, su filosofía existencial. ¿Cómo pueden sentirse ante disposiciones de la nueva constitución que abren el campo «a un estado multiétnico y a la secesión» en criterio del Consejo Nacional de Seguridad y Defensa?. Lo ignoro pero me preocupa, al igual que me preocupan y no acepto las disposiciones que puedan vulnerar la integridad territorial del país.

¿La nueva Cuba?
Muchos venezolanos y los analistas políticos en particular nos hemos trasnochado, devanado los sesos, tratando de encontrar el signo ideológico, el proyecto político del presidente Chávez. La dificultad era ciclópea dada la variedad y contradicciones de su discurso. Ahora y gracias a la IX Cumbre Iberoamericana, celebrada en La Habana, el comandante-presidente ¡al fin! se definió. Venezuela navega hacia el mismo mar de justicia social, dignidad y felicidad del pueblo cubano. Es decir que a escasos días del año 2000, nuestro líder escogió seguir la senda de un gobernante desfasado, un estalinista trasnochado, un «efecto especial» escapado del parque jurásico de Spielberg. Un psicópata que lleva 40 años martirizando a su pueblo y que lo ha llevado, después de tener uno de los niveles de vida más altos del continente, a la más absoluta miseria y a una desgarradora infelicidad ¿sabrá Chávez que Cuba tiene el más alto índice de suicidios de América? ¿O creerá en su alelada admiración por Castro que los cubanos que se arriesgan en las peligrosas aguas del Caribe llenas de tiburones es porque les gusta el turismo de aventura? No lo sé, pero he expuesto hechos, dichos y redichos por él.

Que hacer el 15 de diciembre
Votar venezolaNO desde luego, pero no sólo eso, asegurarnos de minimizar los riesgos de fraude que han hecho palpables las irregularidades de los pasados comicios y la actitud no imparcial –para no decir un improperio- del «Triunvirato» del CNE. Crear conciencia en el país y en el exterior de las amenazas que se ciernen sobre Venezuela, su libertad y su democracia. Aquí lo que se pretende es un «Consulado» bonapartista –pero sin Napoleón desgraciadamente-. La vigilancia internacional no puede ser la tradicional y superficial de siempre hay que arbitrar los medios para controlar la programación de los software para que no nos jueguen «gallo guindado» o quiquiriuiqui. Y hay que movilizarse para votar NO, NO al atraso, NO a la demagogia, NO a otro engaño. ¡Basta!Analista político.

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