La oposición gobiernera
(%=Image(«/bitblioteca/img/chavez2.gif»,»r»)%)La popularidad de (%=Link(«/bitblioteca/hchavez/»,»Hugo Chávez»)%) subió al 69%. La oposición no está, pues, logrando el objetivo de toda oposición; está más bien dilapidando una millardada en zamuros, por lo que debiera haberse ya replanteado todo, piensa uno. Pero no. ¿Tendrá razón un empresario amigo mío que dice que estos opositores fueron los mismos ineptos que envilecieron el país que gobernaron y ahora reclaman el derecho a seguir siendo infecundos?
¿Por qué?
- La oposición solo sabe desahogarse. (%=Link(«/bitblioteca/iquintero/»,»Inés Quintero»)%) ha dicho que hacer oposición no es solo andar de mal humor. Las rabietas raras veces resuelven algo. Te golpeas la espinilla y te cuadra una palabrota pero, pasado el arranque, más te vale evitar el obstáculo, todo menos seguir solo con las imprecaciones y golpeándote de nuevo cual menso.
- El elector de Chávez goza haciendo rabiar a la oposición. Para él los villanos son (%=Link(«/bitblioteca/ad/»,»Acción Democrática»)%), Copei y los ricos. Así, cada vez que lee una pataleta se relame viéndolos en un mal rato. Para eso contrató a Chávez, el mejor provocador de poderosos desde (%=Link(«/bitblioteca/rbetancourt/»,»Rómulo Betancourt»)%).
- Afianzamiento del hegemonismo chavista. El hegemonismo es paranoico y las falacias le alientan la impresión de asedio. Cierto: no es esa la única fuente del hegemonismo. También está la demasiado humana concupiscencia por el poder, pretextada por la beatería de que solo él sabe lo que conviene al “soberano”. Pero para el simpatizante chavista las mentiras idiotas (celebración del “Sí” en La Orchila, queridas, golpizas a Marisabel ) disculpan ese inaceptable hegemonismo. Y degradan el discurso público, especialmente cuando Chávez contesta. Esto es lo peor, porque se acanalla toda reflexión y el pensar canalla condujo al estado actual del país.
¿Qué hacer?
- Dos oposiciones. La oposición que antes también criticaba el puntofijismo debiera encontrar coincidencias con el chavismo; no así la puntofijista y menos aún la que Ysrrael Camero llama (%=Link(«/bitblioteca/venezuela/1945.asp»,»“preoctubrista”»)%). Para la primera, evitar fortalecer el chavismo debiera consistir, ponle, en evidenciar el puntofijismo chavista, que Ibsen Martínez (%=Link(«/bitblioteca/ibsen_martinez/se_permuta.asp»,»describe»)%) así:
- Exclusión hegemónica.
- Lógica de la camarilla.
- Arbitrariedad.
- Usos inconstitucionales.
- Clientelismo desembozado.
- Socarrón desdén por las minorías.
Todo eso tiene antídotos en la (%=Link(«/bitblioteca/anc/constitucion1999.asp»,»Constitución»)%). La oposición debiera tomarle la palabra al “Proceso” para llevarlo hasta donde prometió ir y ahora teme llegar —porque teme al cuero. Es decir, trascender al chavismo con su propio impulso, no correr tras él y menos retroceder.
- La oposición que quiere acabar con Chávez sin transacciones necesita un plan. ¿Golpe? ¿Magnicidio? No tiene con qué, pero, en beneficio del argumento, una vez logrado eso, ¿no provocaría un bogotazo como el que tiene a Colombia como está o quizás peor? Ah, porque la demanda social hay que saldarla, con Chávez o sin él. Es más cuerda la propuesta de lo que queda de AD: la vía electoral.
No sé si esta meditación me quedó buena, pero en todo caso no es peor que la de la oposición gobiernera. El primero que la agarre es de él. Pero si funciona, los que pagan a los opositores profesionales me deberán un porcentaje por el platal ahorrado.