Opinión Nacional

Más vale tarde que nunca

Finalmente el gobierno se pronunció en contra del (%=Link(«/bitblioteca/frente_simon_bolivar/comunicado.asp»,»repugnante panfleto»)%) que desde mediados de agosto está haciendo circular el llamado Frente Simón Bolívar del Soberano Pueblo de Venezuela, que amenaza con confiscar los bienes de inmigrantes nacionalizados o residentes en el país procedentes de España, Italia y Portugal, y que además los insta a abandonar el territorio nacional. El artículo I de esta vergonzosa proclama, demanda incluso que “el pueblo venezolano constituya tribunales populares con el concurso de venezolanos trabajadores y estudiantes para que juzguen a estos enemigos del pueblo”. Hasta una manifestación en plena Plaza Candelaria de Caracas realizaron este grupo de xenófobos que se dicen ex-miembros del MVR.

Pero más vale tarde que nunca, y con beneplácito son recibidas las declaraciones del canciller José Vicente Rangel manifestando su repudio, aclarando que el gobierno no tiene nada que ver con eso, e instando al Presidente de la Asamblea Nacional para que «como centro de la soberanía popular» haga un pronunciamiento en contra. Ello tranquiliza porque, en una primera reacción, el ministro Luis Alfonso Dávila, minimizó el hecho asegurando que se trataba de acciones aisladas a las cuales “no debemos darle tanta importancia”. Falta, sin embargo, un pronunciamiento categórico y contundente por parte del presidente Chávez quien como cabeza del Estado venezolano debería asumir la responsabilidad directa sobre el asunto, ordenando una investigación exhaustiva que ponga freno a esa campaña incipiente y tal vez hasta amañada, no obstante peligrosa porque de continuar, no sólo podría extenderse entre los sectores más empobrecidos e insatisfechos del país, sino afectar nuestra imagen e intereses en la comunidad internacional. De hecho, el panfleto ya ha sido publicado en el diario español El Mundo, así como en varios periódicos de Portugal e Italia.

En el transcurso de nuestra historia republicana, han sido escasas y aisladas las manifestaciones y actitudes xenófobas y nunca —que yo sepa— había surgido a la luz pública un grupo organizado con posturas ideológicas ultranacionalistas. En Venezuela, particularmente durante los años de la democracia (%=Link(«/bitblioteca/venezuela/punto_fijo.asp»,»puntofijista»)%), siempre prevaleció una alta tolerancia social, cultural, racial, y de clases y ello en virtud de que nuestra sociedad se ha regido y ha respetado claramente los principios de libertad, pluralismo y tolerancia. Hasta ahora, los venezolanos hemos mantenido una buena convivencia con los extranjeros y muy especialmente hacia los italianos, españoles y portugueses a quienes hemos visto como inmigrantes trabajadores que han contribuido al desarrollo del país.

Sin embargo, desde hace un año al presente, son más visibles y repetidos los hechos y actitudes de violencia e intolerancia tanto en el ámbito político-ideológico, como en el socioeconómico. De allí, por ejemplo, que haya surgido hasta un Manual de Instrucción Premilitar que sin duda tiene un claro contenido xenófobo. Esto puede ser consecuencia, por una parte, de la grave situación de deterioro de nuestras condiciones de vida con altos índices de pobreza y marginalidad, situación que es caldo de cultivo propicio para esos hechos y actitudes. Pero hay otro factor explicativo que no podemos soslayar: la retórica revolucionaria radical que viene desarrollando el actual presidente (%=Link(«/bitblioteca/hchavez/»,»Chávez»)%) y muchos de sus seguidores políticos e integrantes del MVR.

Se trata de una retórica en que proliferan los mensajes de fuerte y agresivo contenido político e ideológico, que apelan al igualitarismo, al patriotismo y a un bolivarianismo mal entendido. Estos mensajes ya están movilizando irracionales sentimientos y actitudes de revancha, redención, división de clases, y discriminación en la sociedad venezolana, y en consecuencia fomentando –por ahora a baja escala- expresiones ultranacionalistas y chauvinistas. A estos mensajes se suman algunas políticas del actual gobierno, como es el caso de la política exterior que se ha centrado en forma desproporcionada y no equilibrada en los principios de soberanía y autonomía, y en posturas internacionales antioccidentales, tercermundistas y antiimperialistas.

No creo que Venezuela se esté convirtiendo en un país xenófobo y hostil hacia los extrajeros e inmigrantes, al menos por ahora. Nuestra trayectoria y base cultural —mestiza, judeocristiana, republicana y democrática— no es proclive a ello. Pero hay que mantenernos atentos y repudiar inmediata y contundentemente la xenofobia en cualquier forma y expresión porque, a largo plazo, las repetidas actitudes y hechos de esta naturaleza bien podrían ir permeando e instalarse nuestro fragil tejido social.

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