Hambre y desempleo: fórmula económica del chavismo
La negativa de la Asamblea Nacional venezolana al plan de emergencia económica nacional propuesto por el presidente Maduro es, sin lugar a dudas, el primer gran acto de oposición de esta bancada, así como el primer varapalo a una política de endeudamiento para mantener afín al pueblo a las políticas del chavismo.
¿Se lo esperaba Maduro? Por supuesto. Era parte del plan tener posibilidades de acusar a la oposición de tener hambreado al pueblo. Una vez más el “single” en la rocola de mensajes del chavismo contra todo aquel o aquello que se oponga a su populismo.
Dos concentraciones. Una justificando la decisión. La otra atacándola. Mientras tanto el pueblo, todo junto, ve cómo el poder de su moneda se deteriora, cómo la inflación lo aleja de los productos necesarios para la vida, ve con incertidumbre una vejez asegurada ¡Si es que se llega vivo! Recuérdese los enormes índices de criminalidad que -de alguna manera- han fomentado los gobiernos de Chávez y Maduro.
El problema es de fondo. El chavismo ha desmantelado a lo largo de 17 años en el poder el aparato productivo. El producto interno bruto está limitado a la exportación de petróleo que, como se sabe, depende de los vaivenes de la economía internacional, de las guerras en oriente, de las temperaturas del invierno y del consumo para la movilidad de personas. Gozó el chavismo de precios cercanos a los 100 dólares por barril. Ahora, hagamos un ejercicio alejado de los balances macroeconómicos y de las cifras que manejan los economistas. Un trabajo con calculadora y lápiz. Así, como de andar por casa, con esos datos que van llegando y que podemos hacer todos[1].
Si se multiplican por la producción cercana todos los días a los 2 millones quinientos mil barriles, da la friolera de ingresos por 250 millones de dólares al día y, siga. Multiplique por 365 días al año y obtiene US$ 91.250.000.000 (se lee así 91 millardos 250 millones de dólares). Ahora, divida esta cantidad entre 28 millones de habitantes[2]: queda a 3258 dólares por cabeza al año y lo vuelve a dividir entre los 365 días queda el ingreso petrolero a razón de 8,92 dólares por habitante. Lleve usted ahora esas mismas cifras a US$ 20 por barril que es más o menos el ingreso actual por petróleo y le queda un dólar y setenta y ocho centavos por cada habitante al día (US$ 1,78). Hambre de la de verdad. ¡Nada! ¡Eso no alcanza para mantener a un país! ¡Ni en tiempos de vacas gordas alcanza el ingreso petrolero!
Como el aparato productivo nacional le pertenece al Estado (vía expropiaciones) el margen de juego para producir -al menos internamente- no existe. Todo se tiene que importar y con esos ingresos de pobreza extrema no hay manera de mantener las barrigas de un pueblo.
No hay forma señor Maduro. Ni con planes de emergencia solventa la pobreza que usted y su padre político han creado. Súmele a esas cifras la corrupción, la falta de inversión en la propia producción petrolera, la falta de mantenimiento de los pozos, los costes mismos de producción de cada barril, los regalos de petróleo a los vecinos de América Latina y el Caribe, las faraónicas formas de vivir y verá que tiene a un país endeudado. ¿Y quién lleva las cuentas de todo esto? ¿A quién se le debe hasta la forma de caminar? A China principalmente.
Así, señor Maduro, no achaque sus fallas de política macroeconómica a la oposición hoy en mayoría en la Asamblea Nacional. Reflexione y véase en el espejo de la vergüenza y asuma su responsabilidad. Es el responsable del hambre de un pueblo, de la violencia que vive, de esa forma agresiva y represiva de ser que traspasa las fronteras y humilla a todo aquel que, por decente quiere vivir en paz.
[1] Si se quiere consultar datos del Banco Mundial (hasta 2013) puede acceder a esta página web: http://datos.bancomundial.org/pais/venezuela#cp_wdi
[2] El banco mundial estima en un poco más de 30 millones a los habitantes en Venezuela. Ver el enlace anterior.