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Recordatorio al expresidente de la Asamblea Nacional

El más bravucón y agresivo en la cúpula chavista es el diputado Diosdado Cabello, por cinco años Presidente de la Asamblea Nacional. Ahora lo vemos al frente de los diputados oficialistas en ruidosas manifestaciones de protesta contra atropellos imaginarios a las prerrogativas que la Constitución reconoce a la oposición parlamentaria.

Viéndolo gesticular y amenazar rememoré escenas del pasado reciente. Recordé con nitidez su sonriente cara de satisfacción cuando muy cerca, en el estrado presidencial, la robusta diputada Ascencio (de Ciudad Guayana) lanzó al piso a la diputada María Corina Machado y a taconazos le fracturó la nariz. Aquella agresión inaudita ni siquiera recibió una reprimenda por parte del sonriente presidente Cabello.

Allí no terminó el viacrucis de la diputada Machado, objeto de respeto general por su comportamiento cívico y la firmeza de sus convicciones políticas. Ella continuó siendo víctima de una curiosa, de una extraña ojeriza por parte de Diosdado Cabello. Su ensañamiento contra ella se exacerbó con el trascurso de los días. Aunque los diputados son electos y tienen derechos y garantías consagrados en la Constitución, Cabello actuando ejecutivamente, sin fórmula de juicio, la despojó de su investidura parlamentaria, sin que ella tuviera oportunidad de acudir a una instancia institucional para defender sus derechos.

Este acto supremo de arbitrariedad lo ejecutó impunemente el entonces Presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello. Es más, le prohibió el acceso al Palacio Legislativo, girando órdenes expresas al personal de seguridad de no permitirle la entrada.

María Corina Machado tuvo de nuevo acceso al hemiciclo parlamentario en el acto de instalación de la nueva Asamblea Nacional. Con elegancia y punzante humor le envió un tuit a Cabello: “Volví”.

También se recuerda la agresión alevosa contra el diputado William Dávila. Desde la bancada oficialista le lanzaron un micrófono portátil que le causó serias lesiones faciales. Nunca se investigó quién fue el autor de esa anónima y cobarde agresión, y hasta hoy se ignora su nombre.

Así mismo, debe recordarse la irrupción en el área de la bancada de oposición de un gordo con estampa de luchador de oficio, vestido de chaqueta tricolor lanzando puñetazos a diestra y siniestra. Varios diputados opositores fueron golpeados, entre ellos Julio Borges y De Gracia. Lo curioso es que el agresor resultó ser primer suplente del diputado Elvis Amoroso, quien estaba presente en la sesión. También se recordará los manejos irregulares de Cabello para completar la votación requerida para elegir al diputado 99. En fin, estos antecedentes no autorizan al diputado Cabello para presentarse ahora como puntilloso defensor de la Constitución Nacional, que por lo demás no está siendo violada por la oposición.

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Invitamos a los lectores a verificar la exactitud de estos señalamientos.

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