Reconstruir partidos políticos

Cuando nuestra vida republicana vuelva a condiciones normales de convivencia civilizada, una de las tareas más importantes para las dirigencias nacionales será la de reconstruir partidos políticos no electoralistas ni circunstanciales, sino basados en interpretaciones coherentes de la realidad del país, a la luz de corrientes filosóficas de validez universal.

Manuel García Pelayo y otros grandes politólogos de nuestra época han aportado argumentos irrebatibles para demostrar que la democracia no puede funcionar sin partidos políticos poseedores de suficientes autoritas y credibilidad como para desempeñar satisfactoriamente el papel de órganos de mediación entre la sociedad y el Estado. Ningún avance tecnológico hacia la «aldea global» con posibilidades de comunicación instantánea elimina la necesidad de esta mediación que permite sintetizar e interpretar los hechos comprobados y así adoptar decisiones mayoritarias que no sean meramente reactivas y viscerales.

En las sociedades desarrolladas del mundo actual siguen teniendo vigencia -no obstante revisiones parciales de sus doctrinas iniciales- las corrientes y organizaciones políticas socialdemócratas (o de izquierda democrática), demócratas cristianas (o socialcristianas), liberales, conservadoras y, en los extremos, como expresión de radicalismos y frustraciones, las tendencias autoritarias de izquierda y derecha.

Recientemente, el doctor Eduardo Fernández, en un excelente artículo de prensa, pidió la reconstitución en Venezuela de un movimiento demócrata-cristiano renovado, amplio y flexible. Del mismo modo consideramos absolutamente necesario que, apenas superada la crisis inmediata, los sectores sanos de la socialdemocracia y las fuerzas de izquierda democrática inicien un proceso de contactos, reflexiones y deliberaciones que apunte hacia la creación de una nueva gran corriente política de centroizquierda o, si se quiere, «a la izquierda del centro».

Internacionalista Politólogo