Opinión Nacional

Deben callarse, enseriarse y gobernar

Los venezolanos estamos preocupados frente al debate insólito que se ha estado produciendo entre los miembros de las altas esferas del gobierno. Es increíble que mientras la economía sigue paralizada, mientras aumenta en forma galopante el desempleo, mientras Venezuela se sigue empobreciendo, altos voceros oficiales, el propio Presidente de la República y los comandantes que lo acompañaron en el intento de golpe de Estado, estén empantanados en una pelea de baja factura que no parece tener fin.

Ataques, acusaciones, confesiones de tráfico de influencias, amenazas, represalias, avisos pavosos de «abajofirmantes» en respaldo a uno y a otro, cadenas interminables de televisión, nos atropellan cada día a través de los medios de comunicación, en el marco de una enorme pérdida de palabras, de tiempo y de dinero. Por el bien de Venezuela, los señores del gobierno y los comandantes de la conjura del 4 de febrero del 92 deberían callarse, enseriarse y gobernar.

Si lo que han dicho los comandantes golpistas acerca del alto gobierno y del entorno del Presidente es verdad, se trata de un escándalo que tiene que ser investigado. Pero si lo que los altos funcionarios civiles del gobierno están diciendo de los comandantes es verdad, también estaríamos en presencia de hechos bochornosos que igualmente deben ser investigados…Lo que si es evidente es que ninguno de los dos grupos merece gobernar.

Se están haciendo denuncias gravísimas de tráfico de influencia y de desviaciones del poder. El ministro de Relaciones Exteriores reconoció públicamente que está colocando funcionarios del MRE en función de recomendaciones políticas y partidistas. Esto quiere decir que estamos en presencia de un caso evidente de tráfico de influencias.

Se ha denunciado, además, que algunos comandantes que antes no tenían recursos económicos están construyendo residencias lujosas y están haciendo gastos mucho más allá de lo que sus ingresos normales pueden justificar.

Se denunció también que hay signos de tráfico de influencia en la actuación de quien fue presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, y que actualmente es presidente de una cosa que llaman el Congresillo. Se le asocia al dueño de una importante compañía de seguros, tema lamentable que se ha ventilado ampliamente a través de los medios de comunicación.

EL ABUSO DE PODER Y LA CHARLATANERIA PRESIDENCIAL

Estamos viviendo en un clima de degradación ética, presisamente en el gobierno que había hecho de la honestidad y de la virtud su bandera…Al parecer estas promesas se convirtieron en pura charlatenería, en un constante ejercicio de verborrea que, en la práctica, no ha llegado a ninguna parte.

Mientras tanto el Presidente de la República, de cadena en cadena, con ocasión o sin ella, ha caído en un abuso del ejercicio del poder que no es conveniente para el país ni para su salud democrática.

Existe una absoluta falta de seriedad. No hay conciencia de la majestad del Estado ni de la dignidad de la política. El país reclama que el gobierno gobierne. El país reclama seriedad. Un alto interés nacional exige que se acabe esta guachafita, este relajo, este desorden, que nos produce pena ajena. A mi me abochorna ante los observadores internacionales que el gobierno, con tantas necesidades, con la tragedia que vivimos en diciembre, sólo se ocupe de elecciones y politiquería.

Ya basta que el Presidente, que recibió la confianza del país para que gobierne, mantenga a Venezuela en esta especie de agitación permanente, que es la razón por la cual no tenemos inversiones que reactiven nuestra economía, y la razón por la cual está aumentando todos los días el desempleo y el empobrecimiento de los venezolanos. Desde el nefasto intento de golpe de Estado del 4 de febrero de 1992 todos los indicadores económicos vienen en picada, en caída libre, en barrena. El país se está empobreciendo porque no puede haber confianza donde todavía ocurren hechos tan salvajes y tan primitivos como un intento de golpe de Estado.

Ahora, cuando uno ve actuando a los comandantes que intentaron ese golpe de Estado, se da cuenta de por qué aquello fracasó, porque en el fondo lo único que había era una ambición desordenada de asaltar el poder para disfrutar de lo que pudiéramos llamar «la concupiscencia del poder», «el disfrute hedonístico del poder.

UN RECLAMO DE SERIEDAD

En nombre de la nación venezolana, reclamo seriedad. En nombre de un alto interés del país, reclamo que se acabe este debate y que se investiguen estas irregularidades.

Sin embargo, también me doy cuenta de que no hay dónde investigar. Si aquí hubiera un Congreso, estaría interpelando en este momento al ministro de Relaciones Exteriores para que explique cómo es que designan funcionarios por tarjetas de recomendación de un alto jefe político o de un alto funcionario del Estado. Es inadmisible. Se parece a los peores vicios que se produjeron en Venezuela en años precedentes.

Lamentablemente no hay Congreso. Lo que tenemos es un Congresillo, integrado, seguramente, por diputadillos, designados «dedocráticamente» por la República. No hay Ministerio Público, porque el jefe del Ministerio Público es el abogado del Presidente de la República.

Esto tiene que acabarse, porque la democracia implica equilibrio de poderes. El gobierno debe enseriarse. Sabemos que quienes están en este momento en posiciones públicas no se prepararon para gobernar. Ellos tienen la obligación de responder a las expectativas nacionales que crearon.

En este primer año del chavismo hemos perdido 500 mil puestos de trabajo y se han cerrado 2 mil empresas. La economía ha caído en 7,2% del PIB. Esto es un escándalo y mientras tanto el alto gobierno y los comandantes siguen perdiendo el tiempo en esta guachafita irresponsable.

CONSTRUIR UNA FUERZA SERIA CON MENSAJE COHERENTE

Por otro lado, la oposición tiene que hacer un esfuerzo por construir una alternativa civil coherente, que no sea politiquera y electoralista, sino basado en unos ideales y en un mensaje útil al país. Es importante que se construya una fuerza que transmita la convicción de que se está trabajando por el interés nacional y no para llevar un candidatico por aquí y otro por allá. Ya basta de candidaticos, ya basta de elecciones absurdas.

Debe surgir una fuerza ética, seria, coherente, responsable, con sentido de Estado, leal a los intereses nacionales que, frente a un gobierno que no gobierna, construya una alternativa cívica.

Hay que olvidarse de la politiquería y del electoralismo. Hay que presentarle a Venezuela un mensaje, un programa, un proyecto serio de país.

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