Opinión Nacional

El Primer soldado de la Patria: Ausente

La catástrofe venezolana que cobró más de treinta mil vidas sucedió el mismo día en que Venezuela fue afectada por otro desastre: la aprobación de una improvisada Constitución hecha a la medida del proyecto político del presidente (%=Link(«http://analitica.com/bitblioteca/hchavez»,»Hugo Chávez»)%).

Ese día Chavez habría estado celebrabando su triunfo en la Isla de La Orchila, una base naval en el Caribe venezolano y su invitado principal habria sido Fidel Castro. Si ése u otro fuese el invitado no tiene trascendencia. Lo importante es que no se encontraba al frente del gobierno para atender la peor tragedia de su historia.

En el ejército cuando se llama a los soldados a cerrar filas se les va llamando por su nombre y cada uno va respondiendo: ¡presente!. Cuando al «Primer soldado de la República», como se autodenomina Chávez, lo llamaron para cerrar filas con sus compañeros, injustificadamente ¡no estaba presente!

El Teniente Coronel solo reapareció al final de la tarde cuando la fase más trágica ha culminado y está tan poco enterado de lo sucedido que anuncia por radio y television que solo «habian muerto cerca de cien personas en la peor desgracia sufrida por el pais en los últimos cincuenta años» cuando era evidente que se trataba de la mayor desgracia sufrida jamás.

Es incuestionable que inundaciones de tal naturaleza no podian haber sido detenidas, pero su impacto hubiese sido menor si el gobierno hubiese sido responsable en el manejo de una «muerte anunciada», activando los procedimientos que siempre se han aplicado en estas circunstancias. El gobierno sin ambargo pretende que pase inadvertido el hecho de que para ese momento tenía ya un año en funciones, en un país donde todos saben lo que las lluvias fuertes
significan para la gente que sobrevive en zonas inestables.

¿Y cuáles hubiesen sido algunas de las acciones que podría haber tomado el gobierno? Declarar la emergencia el propio 15 de diciembre cuando las primeras inundaciones de los días previos ya habían causado una docena de muertes y siete mil damnificados; desalojar a los habitantes en zonas de mayor peligrosidad por lo menos hasta que amainaran las lluvias; y , advertir a la gente del riesgo inminente para que tomara las providencias a su alcance y para que, por ninguna razón, se
separasen de sus familias. ¿Y qué hizo el gobierno ante la anunciada catastrofe ? Presionar para que se prolongara la votación durante dos horas adicionales. Chávez
mismo irresponsablemente minimizó el peligro instando al pueblo por
radio y televisión a que «agarraran un paraguas» y salieran a votar. Fatales consejos de un jefe de estado a una población desamparada y desinformada.

La verdad es que, ni aún adoptandose todas estas medidas, se hubiese podido impedir una tragedia de tal magnitud, pero también es cierto que se podria haberla reducido significativamente. El pais comienza a reaccionar despues de un impacto tan monumental , y se pregunta ¿Cómo es posible que el gobierno en pleno conocimiento del enorme peligro existente le diera preferencia al referendum en lugar de a la gente amenazada? Justamente lo contrario de lo que responsablemente hicieron los Gobernadores de oposición de los Estados Falcón y Miranda y el Alcalde de Caracas. Sin dudas que estamos frente un crimen de negligencia por el cual el gobierno de Venezuela tendrá que responder ante instancias internacionales , porque en la
Venezuela actual esto no parece posible.

Aprovechando que los venezolanos todavia no terminan de recuperarse,
Chávez y sus ayudantes actúan con una velocidad y eficiencia que
desgraciadamente no exhibieron el día de la tragedia. La Asamblea Nacional controlada por él, designa a once miembros de su partido, y a otros diez amigos para integrar una especie de Congresillo que sustituye en sus funciones al Congreso de Venezuela, hasta que se realicen las elecciones a mediados de año. Chávez hace nombrar como Fiscal General a su abogado. Llena el Tribunal Supremo de Justicia con amigos y partidarios y a un miembro de un partido de la coalición de gobierno lo nombra Contralor General. A otro lo nombra para presidir el Tribunal Electoral Nacional, y a otra partidaria como Defensora del Pueblo
.Todas las designaciones hechas en secreto de espaldas a un país ocupado en atender su tragedia. Consuman asi un asalto del poder que profundiza un proceso donde los venezolanos no tendrán el derecho a apelar ningún acto gubernamental, pues todas las instancias y recursos del poder están ahora absolutamente controladas por el Presidente.

Las Fuerzas Armadas Nacionales, o por lo menos los oficiales más cercanos al Teniente Coronel Chávez, gobiernan a Venezuela. La escena polítíca y las entidades del Estado están copadas por hombres con boinas rojas y uniformes de campaña que actúan por encima del poder civil y que sólo responden al comandante en jefe.

Mientras los venezolanos lloran, el Presidente de Venezuela, disfrazado con traje de campaña y boina roja desfila por los escenarios de la tragedia e intenta distanciarse de la enorme cuota de responsabilidad que le corresponde por el imperdonable dolor y daño causado por el silencio, la imprevisión y la inacción ante un peligro que prefirieron no divulgar . Miles de inocentes estarían hoy vivos si hubiesen cumplido con el deber de colocar los intereses de la gente por encima de la única obsesión que los anima: el poder.

«El Primer Soldado de la Patria», que tres semanas atrás amenazaba a sus opositores con la actitud pendenciera típica de todo aquel que se siente apoyado por la fuerza y que anunciaba, «Me he puesto las botas de combate y he desenvainado el sable para atacarlos sin cuartel», no estuvo presente ni siquiera con botas de goma el día en que murió el mayor numero de personas en toda la historia de Venezuela.

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