No saber perder
Una de las características de las personalidades sicóticas es no saber perder. Para esta patología no existe la empatía y, en consecuencia, los resultados adversos son considerados, no como una circunstancia normal de la vida, sino como una agresión contra su propia integridad personal.
En la historia universal abundan casos de personalidades enfermas que han detentado el poder absoluto y se negaron a reconocer la derrota. Tal vez el ejemplo más emblemático es el de Adolfo Hitler, quien con el ejército soviético ocupando Berlín se negaba a aceptar la derrota y ordenaba a cuerpos de ejércitos inexistentes que arremetieran y destruyeran las fuerzas invasoras.
El final, como todos conocen fue trágico, porque tanto él como el Dr. Goebbels prefirieron suicidarse que admitir que se habían equivocado y el pueblo alemán tuvo que sufrir en carne propia las consecuencias de tantos años de engaño y de locura mesiánica.
En nuestro país no queremos creer que estemos en circunstancias ni remotamente parecidas y que las respuestas inadecuadas de los dirigentes actuales no son de naturaleza patológica, sino de decepción y falta de sindéresis política, al no concebir que, como el propio Presidente Lula le dijo a Maduro, ningún gobierno es para siempre y la alternancia es la norma esencial de la democracia.
Es de esperar, por el bien del país y también por el de los actuales dirigentes, que el espíritu navideño los haga reflexionar y entender que la confrontación no es la solución, sino más bien, el camino más seguro para la perdición.