¿Quién es el Tartufo?
Por allá por 1664, en la época de Luis XIV, el ilustre escritor de comedias que llevaba mi mismo nombre, escribió una de sus más grandes obras teatrales: «Le Tartuffe»
(El Tartufo).
En muchas de sus obras anteriores, Molière ridiculizó a los cornudos, los nobles, las damas preciosas y hasta a los médicos. Muchos de quienes asistían a las representaciones de esas obras eran marqueses, maridos engañados, preciosas damas cortesanas, médicos con pocos escrúpulos. Sin embargo, aún si se sentían identificados con los personajes –o más bien descubiertos–, siempre simulaban divertirse, compartiendo las carcajadas del público en general. Con Tartufo no ocurrió lo mismo. El personaje es representación genuina del hipócrita. Los hipócritas de aquellos tiempos –que los había muchos al igual que los hay ahora– nunca le perdonaron a Molière que los hubiera ridiculizado. Hipócritamente criticaron y combatieron la obra, amparándose en el respeto a Dios y a la piedad. Según ellos los monólogos y diálogos de Tartufo ofendían a Dios y estaban plagados de palabras impías.
Como de Tartufos está plagado el mundo y muy llena esta Venezuela pseudo-bolivariana, que pretende nacer de una carta parida con los fórceps más altos y traumatizantes, lo que voy a decir en este breve artículo ofenderá a muchos impostores revolucionarios. Debe haber, en nuestra Quinta República un «Tartufo» por antonomasia, rodeado de miles de «tartufillos». A los efectos de este artículo y referido a los sucesos más recientes, me limito a hacerme la pregunta siguiente: ¿Quien es el Tartufo?
¿Es Tartufo el padre Viana? Ciertamente no lo es. El merecidamente admirado Jesuita tan sólo se limitó a desempeñar ese papel en un montaje de la comedia de Molière, en el Ateneo. Tarea que ha debido ser muy difícil para el padre, persona que no tiene ni un ápice de hipócrita.
¿Acaso será quien preside la Asamblea Nacional Constituyente? Después de haber impuesto él mismo la elección a dedo de los miembros del CNE, afirma públicamente que fue un error elegirlos de ese modo, que ha debido consultarse a la sociedad civil.
¿No será más quien después de haber impuesto él mismo la elección a dedo, viene ahora a decir que la ANC obró mal, que actuó como lo hacían las cúpulas partidistas corruptas?
¿No cabe también la posibilidad de que sea el Ministro que el 16 de diciembre le dijo a la prensa internacional que los muertos del Estado Vargas eran unos 350?
¿No son Tartufos o Tartufillos los miembros de la ANC que se dicen soberanos pero obedecen órdenes sin pensar ni discutir, como buenos soldados disciplinados?
¿Y qué de quienes dicen en una entrevista por televisión que los periodistas no pueden calumniar? ¿No eran calumnias los chismes que nunca se comprobaron aunque hubieran provenido de Cicerón?
¿No es de Tartufo decir que se estaba trabajando cuando en realidad se estaba celebrando? ¿No son Tartufos o Tartufillos quienes piden ayuda del exterior para los damnificados pero le niegan la ayuda a lo gobernadores que supieron prevenir?
¿Es uno el Tartufo o es el otro? ¿Los son ambos? ¿Quien es el Tartufo? ¿Quienes son los Tartufos? ¿No son Tartufos quienes critican despiadadamente a los partidos corruptos pero actúan igual o peor que ellos?
¡Hay tanta mentira, tanta hipocresía! «El Tartufo», «El Mentiroso», obras de Molière, personajes de la Venezuela actual