Opinión Nacional

¿Dónde quedó la clase media?

1. Los excluidos

Dentro de eso que se ha dado en llamar “el proceso”, o sea, el conjunto de cambios políticos, institucionales, económicos y sociales adelantados por Hugo Chávez, los sectores medios han sido ignorados, quedando casi completamente excluidos o marginados.

El derrumbe de los grandes partidos históricos, Acción Democrática y Copei, en los que participaron importantes núcleos de la clase media intelectual y profesional, no han podido ser reemplazados por organizaciones en las que esos mismos núcleos puedan expresar sus opiniones acerca de cuál tendría que ser el rumbo del país para superar sus problemas. Hoy los intelectuales, los profesionales, los técnicos, y toda esa amplia gama de capas que han surgido como resultado de la diversificación del sistema educativo en su nivel intermedio y superior, carecen de agrupaciones que les sirvan de altavoces. El proyecto chavista no contempla entre sus propósitos la promoción ni consolidación de este tipo de organizaciones. La base social de este proyecto se encuentra en los grupos más empobrecidos del país. Esas franjas que Karl Marx llamó los desclasados, el lumpemproletariado. Segmentos que por su propia condición cultural y por la miseria en la que viven, difícilmente pueden organizarse. Es en ellos donde ha colocado el foco Norberto Ceresole, inspirador ideológico del chavismo. Los “descamisados” venezolanos constituyen el soporte más firme de la fuerza de Hugo Chávez
Valores como la libertad y la democracia, tan caros para la clase media, han sido vulnerados. Desde que el comandante asumió el poder, hemos avanzado sin tregua hacia un Estado autoritario y, a ratos, hasta totalitario. Es cierto que se ha disfrutado de la libertad de prensa y de opinión. La mayor parte de los medios de comunicación –televisivos, radiales e impresos- son unos críticos frontales del Gobierno. En las distintas consultas electorales efectuadas durante el último año, especialmente la elección de los miembros de la Asamblea Nacional Constituyente y el referéndum aprobatorio del 15 de diciembre pasado, muchos medios actuaron como los verdaderos agentes de la oposición. Sin embargo, cada cierto tiempo el Gobierno da zarpazos que revelan su vocación dictatorial. Comenzó por presionar para la salida de Carlos Blanco de la dirección de la revista Primicia, publicación dirigida a la clase media intelectual. Luego se produjeron los episodios de El Mundo y La Razón. Más recientemente ocurrió la clausura del programa de Napoleón Bravo, 24 Horas.

La inclinación autoritaria del actual Jefe de Estado se plasmó en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. En ella se rompe el principio fundamental del equilibrio entre los poderes. La nueva Constitución le concede al Presidente de la República excesivas atribuciones, a expensas de debilitar al Poder Legislativo. Entre esas competencias se encuentra, disolver la Asamblea Nacional y decidir unilateralmente sobre los ascensos a general y a vicealmirante. Otro signo de autoritarismo es la politización de las Fuerzas Armadas, rasgo que no puede darse sin debilitar la sociedad civil.

2. Sueños de fuga

Las tendencias autoritarias del régimen se han expresado con mayor fuerza desde diciembre del 99, cuando, al amparo de la catástrofe provocada por la lluvias, Hugo Chávez resolvió tomar el Estado por asalto. Fue así como designó a dedo, junto con Luis Miquilena, al fiscal, al contralor, a los integrantes del Congresillo, a los miembros del Consejo Nacional Electoral y a la defensora del pueblo. Este componente autocrático del Gobierno ciertamente preocupa a los sectores medios y atenta contra conquistas como la libertad y la democracia. Pero, podría decirse que la violación de estos principios molesta a los núcleos más politizados de la clase media.

El problema más extendido, el que afecta y preocupa más a la inmensa mayoría de los estratos intermedios, es el que se anuda en torno de la crisis económica. Allí se encuentran el desempleo entre los profesionales y técnicos, la caída del ingreso de estos grupos, la quiebra de empresas medianas y pequeñas dirigidas por profesionales. El estancamiento económico ha golpeado a todos las clases sociales del país. Ha hecho que la pobreza crezca. Pero ha sido especialmente inclemente con las capas medias de la población, para las que no existen planes compensatorios, ni políticas asistenciales que alivien el deterioro de sus ingresos y la erosión de su calidad de vida.

El Plan Bolívar 2000 fue diseñado y está siendo instrumentado para amortiguar el impacto de la recesión económica sobre los grupos más vulnerables de la población, los sectores D y E. El programa de fortalecimiento de barrios, mercados populares, y los distintos programas asistenciales que incluyen transferencias en dinero, servicios y especies, persiguen compensar la erosión tan pronunciada de la calidad de vida de los sectores en situación de pobreza extrema. Desde luego que sobre estos grupos debe recaer la atención prioritaria de la política social del Gobierno.

Las capas medias de la población también han rodado por la pendiente del deterioro. Sin embargo, para sus distintos estamentos desde hace largo tiempo no se elaboran planes compensatorios, ni se definen políticas que les permitan paliar el retroceso que han sufrido. El costo de una vivienda, empezando por la cuota inicial que debe pagarse, no guarda relación con el sueldo promedio que obtiene un profesional que trabaja para el Estado o que lo hace para la empresa privada.

La incertidumbre y desesperanza entre los jóvenes profesionales y técnicos del país ha venido aumentando. Actualmente muchos de ellos quieren irse del país para probar suerte en otras naciones. La embajada de los Estados Unidos recibe diariamente la solicitud de centenares de personas, la mayoría jóvenes, que desean emigrar. Son jóvenes que han sido formados y entrenados con recursos de la República, pero que no le ven futuro a este país. Que no ven salidas individuales ni colectivas al drama que viven como individuos y en cuanto integrantes de una comunidad. Fugarse de este laberinto en el que ha metido Chávez al país, es el sueño que alimenta su imaginación.

3. Hay que organizarse

Los profesionales de la clase media se sienten, con razón, abandonados en medio de una crisis a la que no le ven solución en el corto plazo. En el plano político e institucional, con Hugo Chávez el país ha avanzado por el camino del autocrátismo. En la esfera económica y social, las viejas prácticas interventoras, populistas y demagógicas, unidas al clima de inseguridad jurídica y a los ataques a la propiedad privada, han impedido que se reanimen las inversiones, comience a superarse la recesión económica, crezca el empleo, caiga la inflación a partir del aumento de la producción y la productividad y mejore el ingreso. La clase media no forma parte del proyecto chavista. Es un grupo marginal y marginado por Hugo Chávez, quien parece haber decidido enajenarse el respaldo de estos sectores.

Frente a la actitud del actual mandatario debemos actuar. En el corto plazo hay que tratar de derrotarlo en las urnas el 28 de mayo. Hugo Chávez no es invencible. Su caída durante las últimas semanas es apreciable. Ya no cuenta como antes con el favor y el fervor popular. El abstencionismo carece de todo sentido en el actual cuadro. Es más, la abstención por parte de los opositores de Chávez, lo único que hace es favorecerlo. La otra línea de acción es la que tiene que ver con la construcción de una amplia organización que agrupe el descontento frente a una conducción que ha sido errática e inepta. Esa agrupación habrá que construirla después de las elecciones sea quien sea el que resulte triunfador.

Fundado hace 28 años, Analitica.com es el primer medio digital creado en Venezuela. Tu aporte voluntario es fundamental para que continuemos creciendo e informando. ¡Contamos contigo!
Contribuir

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba