Una campaña electoral a sangre y fuego, por Pedro Pablo Peñaloza
El asesinato de un dirigente político frente a una muchedumbre. Un narcoescándalo. El encarcelamiento del jefe de un cuerpo de seguridad. Denuncias de ataques de grupos armados. Usurpación de identidad. Amenazas e insultos. Conflictos diplomáticos. Abusos del Estado. Censura. ¡Ah, y también promesas! Ese es el balance de la campaña que cerró este jueves 3 de diciembre para las elecciones que definirán la composición de la próxima Asamblea Nacional.
El episodio de mayor gravedad ocurrió en Altagracia de Orituco, pueblo del estado Guárico que fue noticia el día 25 de noviembre cuando un pistolero mató a balazos al secretario general de Acción Democrática en esa localidad, Luis Manuel Díaz. El suceso generó la condena de distintos organismos y gobiernos extranjeros, desde Naciones Unidas hasta la Casa Blanca; sin embargo, el chavismo respondió liquidando la memoria de Díaz, a quien tachó de “pran” y líder de una mafia sindical.
¿Cómo se esconde un elefante en un salón? La respuesta es sencilla: detrás de la hegemonía mediática. No obstante, al menos la trompa se le ve. El inicio de la campaña coincidió con la noticia de la detención de dos supuestos sobrinos de la pareja presidencial en Haití por su presunta implicación en actividades de narcotráfico. En cualquier país democrático del mundo, este asunto aún estaría en las primeras páginas de los diarios nacionales. Pero esto es Venezuela.
Horas antes de las votaciones, el Gobierno nacional ha apresado al responsable de la seguridad en uno de los municipios más violentos de América Latina. Se trata del comisario Manuel Furelos, director de la policía municipal de Sucre (estado Miranda), a quien acusa de haber infiltrado funcionarios para simular un atentado contra la caravana que encabezó el candidato Miguel Pizarro en Petare el 22 de noviembre. Antes de que se produjera esta captura, el presidente Nicolás Maduro había fustigado al alcalde Carlos Ocariz por sus reiteradas visitas a Estados Unidos, obviando un detalle: Ocariz viaja al norte para acompañar a su pequeño hijo que padece leucemia.
El festín
Línea blanca a cambio de voto rojo. La maquinaria del Estado se ha puesto al servicio de los candidatos del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), que han repartido desde viviendas hasta canaimitas, pasando por neveras, cocinas, lavadoras, taxis y todos esos productos de primera necesidad que han desaparecido de los anaqueles.
Braulio Álvarez entregó lámparas para postes en Yaracuy. El gobernador Tareck El Aissami repartió taxis junto con sus abanderados en Aragua. Elías Jaua distribuyó tabletas en Miranda. Víctor Clark ayudó a sofocar el calor en Falcón con equipos de aire acondicionado. Jacqueline Faria, Freddy Bernal y Diosdado Cabello desembolsaron recursos para consejos comunales en sus respectivos circuitos. El gobernador Francisco Arias Cárdenas apoyó a sus fichas con la Misión Barrio Nuevo Barrio Tricolor en Zulia. Las esposas de los gobernadores de Vargas y Táchira dirigieron jornadas sociales e inauguraron proyectos de electrificación, mientras buscaban votos.
Como dijo el candidato Ernesto Rodríguez (Anzoátegui) cuando le preguntaron si utilizaban recursos públicos para impulsar a los representantes rojos. “Eso es natural. El que tiene el poder es para ejercerlo”. Y el chavismo lo ha ejercido sin cortapisas.
Medios de comunicación que en el pasado eran calificados como “jinetes del apocalipsis”, hoy están montados sobre el lomo de la censura, vetando a líderes y mensajes de la oposición. La manipulación del tarjetón con el uso de MIN-Unidad, obligó a la Mesa de la Unidad Democrática a dedicar buena parte de sus mensajes simplemente a explicar dónde está su lugar en la boleta.
El desequilibrio del proceso electoral y los hechos de violencia suscitaron un enfrentamiento entre el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, y Maduro, quien llegó a llamar “basura” al funcionario hemisférico. “Ser basura sería que no dolieran los muertos de Venezuela”, reaccionó Almagro, cuya respuesta dejó en evidencia que sin necesidad de que haya una observación electoral en el terreno, los comicios del domingo están en la mira de la comunidad internacional.
