Opinión Nacional

10-D: Epitafio al Socialismo

Si deseásemos realmente comprender las razones que motivan las posturas del «chavismo duro», -y consecuentemente- por qué las masas que antes seguían por millones a Chávez, demostraron el 10-D que ahora lo rechazan y se han unido a las clases medias y pudientes; sólo tendríamos que leer el Manifiesto Comunista de 1848.

El masivo paro cívico del diez de diciembre no fué contra Chávez, su carácter, sus políticas o su desgobierno. Fue un masivo rechazo al socialismo. Exactamente lo contrario fue, el furibundo apoyo de los (afortunadamente escasos) chavistas duros -y de su líder- a la lucha de clases, a la dictadura del proletariado, y sus demostraciones de odio a la propiedad privada y a todo lo que represente al capitalismo. Fueron demostraciones de amor al socialismo.

Si no fuese así, ¿Porqué se empeñan tozudamente los chavistas en impulsar políticas a contrapelo de lo que todo el país le grita? Si no fuese así, ¿Porqué al pueblo llano no le agradan los resultados de las políticas que con tanto amor y entusiasmo impulsan los chavistas para él?

A los venezolanos ilustrados e informados, los decretos-ley del presidente les pueden parecer muestras de intolerancia y atraso, pero no son eso. Son una lucha denodada por materializar en Venezuela -con fervoroso amor- las concepciones político-económicas de Carlos Marx.

Por ello, esas intenciones les repugnan. ¿Se habrán dado cuenta?

Tampoco les gustan a las masas venezolanas, que sin saber de doctrinas políticas o económicas, lo que desean es ser tan ricos como los capitalistas, salir de su pobreza y disfrutar de todos los bienes y servicios que les hacen agua la boca desde las vidrieras y las pantallas de la televisión; así como la libertad de viajar a donde quieran y manejar los negocios que quieran sin la odiosa, pesada y constante, interferencia del Estado.

¡Vayan a los barrios para que vean a los proletarios y proletarias con sus Motorolas Star Tac «canchados» en la cintura!

Por ello, no están dispuestos a seguir siendo desempleados, trabajar en la economía informal, devengar salarios miserables o seguir siendo robados o asesinados por una delincuencia desbordada, que son las manifestaciones concretas del socialismo en Venezuela -el de Chávez y el de las anteriores 4 décadas a Chávez-.

¿Habrán llegado los políticos venezolanos a la misma conclusión?

Si no lo han hecho aún, deberían revisar sus archivos, para que constaten la realidad contenida en la muchas veces repetida frase de los masistas: «seguimos estancados en el 6% histórico» dicha para referirse al volumen de apoyo popular que han recibido en las elecciones presidenciales venezolanas, desde que salieron a la arena política venezolana en 1973. Y si a los votos del MAS le suman los votos que han recibido todos los demás partidos socialistas de Venezuela, podrían nuestros políticos comprobar, que en el 10-D, Venezuela volvió a poner en su sitio a los socialistas: son el 10%. Y no crecerán. Son una especie en vías de extinción.

De allí el error de la reciente fundación del partido Unión. y el ¡craso error! de Ismael García.

Pero no se engañen los liberales (capitalistas), y no vuelvan a equivocarse como lo hicieron al derrocar a CAP II. Porque -repitámoslo una vez más- a CAP II no lo tumbó la corrupción ni el «paquete económico» de Miguel Rodríguez. Lo tumbaron los mercantilistas en alianza con un enfurecido Luis Alfaro Ucero, quien le retiró el apoyo parlamentario, por no haber recibido las cuotas de poder ministeriales y burocráticas que eran la «tradición nacional». Porque el «tic-tac» de la «bomba social» que llevó a Chávez al poder en 1998 es real. Y las aspiraciones de cambio tanto de los pobres como de la clase media, también son de carne y hueso.

La respuesta no es entonces, ni el mercantilismo, ni un descontrolado Laisser faire, laisser passer. Una incipiente muestra de lo que debe hacerse, es lo que están haciendo el gobernador del estado Miranda y los alcaldes del partido Primero Justicia.

Como ha repetido sabiamente Pedro Carmona Estanga -y han entendido perfectamente Carlos Ortega y muchos otros venezolanos que se han organizado en ONG’s- Venezuela vive un momento histórico: ha dejado atrás su pubertad política.

Sin embargo, algunos de los viejos políticos parecen estancados en el tiempo, caminan detrás de la población en vez de guiarla; como lo demostró la repetición televisiva hace unos días, de una vieja cuña electoral del ex-candidato presidencial del partido Proyecto Venezuela; y la intención de la oposición parlamentaria de debatir en la Asamblea Nacional al día siguiente, los sucedido el 10-D, cuando lo que han debido hacer, es introducir un proyecto de ley contra el autoritarismo marxista que intenta imponer el chavismo en nuestro país. ¿Para qué debatir lo evidente? Al igual que Henrique Salas Römer, los diputados de la oposición, sólo querían aparecer en televisión para promocionarse y posicionarse ante el electorado como alternativas políticas ante las decisiones que tomarán los venezolanos, una vez ido Chávez.

¿Se habrán dado cuenta los políticos venezolanos, que el masivo paro cívico del 10-D no fue convocado por ellos… y que su rol social ha sido ocupado por periodistas, empresarios y sindicalistas ante el vacío que dejaron?

Pero lo importante es esto: ¿Se habrán dado cuenta nuestros políticos?…que lo que gritó Venezuela el 10-D fue:

¡No al socialismo!

Porque eso es exactamente lo que ocurrió.

¿Pero… qué es lo que quieren los venezolanos?

Todos lo sabemos. Chávez usó esas aspiraciones populares para confeccionarse un peculiar disfraz de Caballo de Troya -con boína roja y traje de campaña añadidos-.

Pero Chávez traicionó a los que creyeron en él, porque -como éstos lo han comprobado amargamente- no es el socialismo el que traerá nuevos empleos. Tampoco el que hará crecer la descentralización administrativa. Mucho menos el que construirá viviendas ni un sistema de seguridad social justo, especialmente empujando al país hacia una administración estatal y centralizada de los ahorros del público. Y las anacrónicas concepciones socialistas de la «re-educación» del delincuente y la «humanización» de las cárceles, tampoco es lo que reducirá el delito a niveles tolerables. Y muchísimo menos se podrá minimizar la corrupción administrativa, estatizando los medios de producción y entregando la gerencia de éstos, a planificadores y otros burócratas dotados de amplia discrecionalidad.

El momento histórico al que acertadamente se ha referido Pedro Carmona Estanga es… el momento del liberalismo.

O lo implementamos sin temor, o lo implementamos sin temor. No hay alternativa si Venezuela desea continuar siendo un país viable.

¿Cómo van a bautizar nuestros políticos al primer partido liberal de Venezuela? ¿Cuáles medidas concretas tendrá el primer programa liberal de gobierno de nuestra historia?

¿Cuáles son sus sugerencias amigo lector?

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