Una Semana Ruidosa
La semana que termina ha estado cargada de ruidos. Llena de protestas y contraprotestas. El Presidente protagonizó todos los hechos políticos más relevantes. Eventos que arrancaron con la semana de la Patria, donde se incluyen el desfile militar, la caravana bolivariana y la concentración en la Plaza Caracas. Seguidos del acto público con los empleados del estado y la marcha de apoyo a la reforma educativa. Cada evento fue oportuno para callar los ruidos. En todos, el Presidente le transmitió a la sociedad nacional que su fuerza es el pueblo. Le dijo a sus adversarios y potenciales retadores que si se meten con él, se meten con el pueblo.
Esa es la táctica del caudillo. Cuando la coyuntura del momento político se encuentra enrarecida, apela a la movilización popular. Movilización que va acompañada del discurso revolucionario. Discurso envuelto en palabras mágicas que seducen y despiertan las pasiones latentes. De esta manera logra tres objetivos de efectos inmediatos. Le contrapone la fuerza del pueblo a los rumores desestabilizadores, derrumba psicológicamente a quienes se han armado de valor para enfrentarlo y se asegura el apoyo incondicional de la masa.
Táctica del Presidente que le ha dado resultado. Táctica que no es coyuntural. Es permanente. Los actos multitudinarios acompañados de la cobertura de prensa a nivel nacional y durante períodos prolongados, constituye el eje central de la gestión gubernamental del Presidente. Complementa este método, los anuncios sorpresivos que generan titulares de primera página. Como por ejemplo, los cambios ministeriales, los cuales hace más por producir la noticia que por la ineficiencia de éstos. Así, el hecho sensacional de impacto mantiene viva su imagen, acapara la atención nacional, le da protagonismo y conduce la opinión pública hacia dónde él quiere llevarla.
La meta es no perder el liderazgo y mantener el control de las estructuras de poder. Gobernar para conducir el país hacia la prosperidad es secundario.
Sin embargo, a pesar de las prioridades del Presidente, en esta semana ruidosa también se ha destacado un hecho que se mantiene latente, pero que es mucho más importante que todos lo que él ha neutralizado: el Golfo de Venezuela. Alberto Garrido ha vuelto a insistir sobre el tema. En el foro de la USB, el pasado miércoles manifestó con extrema preocupación: «Colombia creará, utilizará o agigantará, llegado el momento, cualquier fricción entre los dos países para intentar apropiarse del Golfo con la ayuda de los EEUU. Para ello el contexto del Plan Colombia es el apropiado». Fermín Toro ha hecho otro tanto denunciando el desconocimiento por parte de los EEUU, de la soberanía de Venezuela sobre sus aguas.
Por esto, considero que es una obligación del Presidente asumir este tema. Que emplee toda la energía que dispone para mantener su poder hegemónico y debilitar al oponente incentivando la conciencia nacional. Que lo haga sin inclinarse hacia una postura sectaria, sino de inequívoca actitud ponderada. Que por primera vez se perciba al Presidente como un estadista que es consecuente con su palabra.
El tema de la soberanía está por encima del gobierno. Y aunque el Presidente utilice su discurso como instrumento de maniobra, en esta ocasión se necesita que lo use como medio de educación ciudadana. El gobierno tiene que ejecutar un plan de información nacional sobre la historia de la problemática limítrofe del golfo, su situación actual y las consecuencias del Plan Colombia.
Asi como se gastan millones de bolívares en la movilización de las masas para las concentraciones multitudinarias, con mayor razón se tiene que invertir en una cruzada de alfabetización geopolítica. Que la semana ruidosa que finaliza y el populismo presidencial dejen algo positivo para la integridad de la República.
