Opinión Nacional

La tragedia del generalísimo

El episodio de la carta del abogado Aure y lo de las pantaletas hace reaparecer en sus andadas a este especie de “atilita” criollo en que se nos ha convertido el Ministro de la Defensa. A mi no me cabe un margen de duda que el señor Ministro está secuestrado por lo que algunos filósofos llaman la mala conciencia. No podemos, así y nada más echar al olvido un hecho reciente en que Enrique Ochoa Antich y su familia (esposa e hija menor) fueron considerados objetivos militares, percibiéndoseles desde el Fuerte Tiuna seriamente comprometidos para desestabilizar la seguridad y defensa nacionales.

¿Estará exhibiendo el ministro una carga de insania? Un viejo axioma psiquiátrico dice que: “la anormalidad comienza cuando el acontecer psíquico de un semejante se torna incompresible, de primera intención y por derecho propio». No me toca a mi favorecer un diagnóstico en cuanto a que el General adolezca de una psicopatía básica de características paranoides, pero al menos, es notable y a simple vista que resaltan en él algunos de sus rasgos: es altamente susceptible, de un orgullo que luce desmedido, rencoroso y vengativo, y parece incapaz de olvidar lo que a su juicio es una afrenta.

Sin embargo, me inclino a pensar que la tragedia de su conducta esté motivada, como señalé al principio, más por la mala conciencia que por otra cosa. Su reciente intervención por los medios estuvo llena de imprecaciones a otros, entre ellos a Teodoro Petkcoff recordándole a éste su pasado guerrillero; esta acción escapista, es sólo la prueba de lo inútil que puede llegar a ser el disimulo para una conciencia acorralada por el silencioso andar de sus propios fantasmas. Al mismo tiempo, parece haber muestras de que los comandos de su memoria -atormentada probablemente por la fábrica de hiel en que se ha convertido su fisiología- estén dolorosamente averiados, ¿o es que estará ensayando el General la práctica de un conjuro auspiciado por la santería vernácula para que colectivamente abdiquemos de nuestra memoria e instaurar una marcha militar hacia al olvido? Pero no, es necesario convencer al General que la realidad no puede prohibirse y mucho menos como en este caso tratándose de hechos cumplidos.

¿Que Fidel fue recientemente homenajeado como líder paradigmático para América Latina por su jefe inmediato en el mismo patio de «los sueños azules» y ante las mismas fuerzas armadas que lo combatió y lo derrotó bajo la aquiescencia del Ministro y del resto del generalato? es una repulsiva verdad que por si misma , surge como un factor de perturbación, eso lo sabe el General, de ahí parte su intemperancia y las naturales dificultades que se le ven para respirar con tranquilidad.

Pablo Aure probablemente cometió una imprudencia y un irrespeto, eso está por establecerse, pero se le atropelló, y fue el Ministro que cometió con flagrancia una cadena de delitos a la vista de todo el país: instó a su detención inconstitucional e ilegal, violó la privacidad del indiciado y de otras personas consumando este tipo penal al darle lectura a las cartas electrónicas de Aure y de aquellos que intercambiaron con él correspondencia. Debemos advertir que de no haber sanciones para el Ministro (Fiscalía, Defensoría del pueblo) se consagraría el derecho del régimen a abrir cartas, interceptar los medios electrónicos, pinchar teléfonos, grabar conversaciones privadas, y allanar y detener a los ciudadanos arbitrariamente sin el cumplimiento de los requisitos exigidos por la “mejor Constitución del mundo”.

Por otra parte, si algo puede estar evidenciando la sonada “noche de las pantaletas” es la razón que asistió a algunos al oponerse a suprimir de la Constitución la condición no deliberante y obediente de las fuerzas armadas. Hoy se revela el inmenso error de ese cambio que ha desatado que la propia institución castrense se transforme en actor y escenario del debate político. Al admitirse, como de hecho ha sucedido, de que nuestros hombres de armas deliberen sobre asuntos políticos y tomen partido en ello, el resultado no podía ser otro que el que estamos viendo. Está claro, que los resortes internos de obediencia y subordinación se encuentran seriamente erosionados; por ello nada puede extrañar -máximo con los antecedentes golpistas de actual gobierno – que se haga persistente la idea dentro y fuera de la Fuerza Armada de que esta pueda encabezar un levantamiento contra el régimen democráticamente electo.

Por último debemos expresar, que dentro del paquete de errores de la Constitución del ’99 dado sus ingredientes marcadamente militaristas, colocó a la Fuerza Armada por encima de la sociedad y del Estado e instauró “sin querer queriendo”una suerte de fuero militar; la conducta del Ministro de la defensa se inscribe en el “asunto Aure” dentro de estos parámetros y actuando conforme a ellos pretende hacer de la justicia militar un instrumento de retaliación para mantener y proteger esa condición de “excepcionalidad” de la F.A. Nosotros haciendo uso del combate democrático única herramienta lícita que utilizamos y aceptamos, condenamos enérgicamente la conducta torpe, impropia y al margen de la ley que ha desplegado en el presente caso el General Hurtado, y a pesar de las imposturas que le vienen de muy suyas a esta V República no nos resignamos a que este sea un nuevo caso de impunidad.

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