Generaciones irresponsables
Venezuela lamentablemente en estas últimas décadas de su historia ha transitado por un sinnúmero de etapas, procesos y fenómenos sociales y políticos. Uno de esos fenómenos a considerar (por los efectos negativos que produjo) viene dado por el relevo generacional que tuvo el país y sus organizaciones en los años 70 y 80, generación que ciertamente dejó mucho que decir y desear. En lo que respecta a la clase política emergente, diremos de entrada que fue una generación que si bien es cierto logro formarse, no es menos cierto que no tuvo el suficiente coraje y visión que tuvieron sus antecesores, que contra lo que muchos dicen fundaron y trazaron las bases de nuestro sistema democrático y de nuestra institucionalidad respectivamente.
Asimismo, esta generación en ascenso que hoy cuestionamos no sufrió la persecución y el exilio que sufrieron líderes como Betancourt, Caldera, Calvani, Leoni, Pérez, Uslar, Pérez Alfonzo, Villalba por señalar algunos. Además y por oposición a está generación que dio lo mejor de sí, la que ascendió disfruto no sólo de los viajes, cruceros, el buen champagne y el jamón serrano, la buena opera y zarzuela, sino que tuvo la oportunidad de acudir a estudiar a las universidades y centros de estudio más prestigiosos del mundo entre otras cosas.
Sin embargo, lo que más se les reprocha a esta generación no viene dado por los beneficios y oportunidades que tuvo y disfrutó, sino por no haber estado a la altura de los cambios, de las expectativas y demandas que el país pedía por un lado, además de no haber cumplido un verdadero relevo generacional de punta y vanguardia por otro como sucedió en otros países vecinos.
Los errores por lo demás históricos, cometidos por esta GENERACIÓN IRRESPONSABLE se expresan entre otras cosas en la falta de visión, la perdida de debate y posicionamiento, el debilitamiento constante de los partidos por falta de crítica y amplitud, y por sobre todo haber permitido el ascenso del nuevo caudillo y líder neopopulista Hugo Chávez Frías y de su proyecto trasnochado que hoy nos arropa a todos los venezolanos.
Por supuesto, en el relevo generacional como en todo se dan las excepciones, y en el caso particular de la clase política en Venezuela también las hay. Es el caso de dirigentes formados y con cierta proyección en diversas organizaciones y estamentos donde destacan: Eduardo Fernández, Antonio Ledesma, Teodoro Peckoff, Ramón Guillermo Aveledo, Enrique Ochoa Antich, Nelson Chity La Roche, Americo Martín, Abdón Vivas Teran, Simón Saéz Mérida, José Rodríguez Iturbe, Gerardo Blyde, entre otros líderes, algunos de ellos están muy activos y a la expectativa, otros lamentablemente en un silencio total.
Otra cuestión que nos preocupa y que está muy consustanciada con este deterioro de la calidad de la política y con la propia generación de relevo viene dado por el actual ausentismo de muchos “supuestos” líderes que han permitido entre otras cosas, la gran infamia montada por Chávez de aceptar (casi sin chistar y algunos hasta reculando) que la democracia venezolana se resume y tiene su corolario en 40 años de corrupción y de ineficiencia. Nos preguntamos algunos, sí la clase política en países como México, Ecuador, Chile o en Argentina habrían tolerado tal ataque y tal cuestionamiento, seguramente que no. Tal vez el problema que tuvo la clase política en ascenso en nuestro país fue que aparte de que todo se le dio con cierta facilidad, no tuvo la posición crítica y luz propia que si se tuvo en otros países.
El momento actual de crisis de algunas de nuestras instituciones, de agotamientos de los liderazgos, más que nunca, nos invita frente al dilema actual representado por el personalismo del presidente paralelamente al socavamiento y postración de las instituciones, a despertar y ensayar nuevos foros, organizaciones, espacios y liderazgos que persigan elevar la calidad de la política.