Opinión Nacional

El paro y la marcha a Miraflores

Ha surgido para el vigoroso movimiento democrático
venezolano-ante un paro cívico maratónico sin el
resalado esperado de sensibilizar al gobierno
deslegitimado de Hugo Chávez de someterse a una
consulta electoral adelantada- imponerse una dinámica
distinta y decisiva que fuerce al régimen a negociar,
habiéndose anunciado por voz de algunos representantes
de la «Coordinadora» que esa acción debe concretarse
con una marcha multitudinaria y descomunal al palacio
de Miraflores.

La verdad de esta honda pesadilla que se ha incrustado
en la vida nacional, encarnada por la codicia inmoral
e irresponsable de Hugo Chávez, tiende a estancarse
como una enfermedad incurable que afecta tanto al
gobierno como al amplísimo movimiento opositor, lo que
ha creado un estado de incertidumbre difícil de
descifrar en sus consecuencias como en su desenlace.

Por una parte, el régimen pretende sobrevivir y hasta
restaurarse para seguir en el ejercicio de su mandato,
desafiando las leyes de gravedad de la política al
tratar de gobernar contra la voluntad de un sector
abrumador del pueblo que lo repulsa, optando por
resistir el paro; no sólo con un uso grotesco de los
recursos del Estado,la ruina de la infraestructura
petrolera y la represión, sino sin tomar en cuenta las
perniciosas consecuencias de miseria y dificultades
que ha traído ya como saldo para los venezolanos.

Para el movimiento democrático, las tácticas de sus
formidables movilizaciones cívicas se hacen inútiles
ante un gobierno canallesco que sin pudor ni rubor lo
ignora, y asume el comportamiento de un cuatrero
acorralado, que haciendo alarde de tener suficiente
parque para hacerle daño a sus perseguidores, se opone
a ser alcanzado.

Algo surge como cierto, Chávez por más presiones
cívicas y gigantescas que se le hagan preferirá que el
país se mate y se arruine por completo, antes que
renunciar o aceptar la consulta electoral. Esa
posición irreductible a nuestro entender de cambiar de
opinión, no será distinta aunque se consigan acercar a
palacio tres o más millones de personas.

La afirmación que hacemos la corroboramos en el hecho,
de que el alto mando que sería el llamado a emplazarlo
a responder al clamor de la multitud, está a tal grado
comprometido con el propio caudillo y los desmanes
criminales del «Proyecto», que se encuentran en un
punto de no retorno y sentirán a la multitud como ya
la sienten, que ésta también va por ellos.

Opinamos, que aunque la disposición de ir a Miraflores
supere en los manifestantes el inminente peligro de
muerte, será más un acto de exhibicionismo que una
actuación que logre el fin propuesto.

En cuanto al paro, mientras el régimen lo ignore, éste
podrá sobrevivirlo, pues se une a la disposición
criminal para soslayarlo, el uso de los recursos del
estado para disimular sus erosivos efectos.

La nación debe seguir sin descanso movilizada y llegar
a la meta del referéndum del 2 de febrero. Producto de
los resultados, la comunidad hemisférica y mundial se
verá obligada a abandonar su directa o indirecta, pero
tímida y cobarde complicidad con el déspota venezolano.

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