Unasur: Como anillo al dedo
Los abusos, persecuciones, desafueros de Maduro y de quienes lo acompañan en el gobierno justifican el indeclinable reclamo de observadores calificados designados por organismos internacionales solventes (OEA, Naciones Unidas, Unión Europea).
El gobierno, por boca de la presidenta del CNE, Tibisay Lucena, rechazó de plano tal solicitud con el argumento peregrino de que constituiría injerencia en los asuntos internos de Venezuela, lesiva a la soberanía nacional. Para guardar las apariencias, se solicitó a Unasur la designación de observadores. Proceden algunas observaciones.
Unasur es creación del incontrolable protagonismo de Chávez, al igual que la Celac y la Alba, financiadas ambas por Venezuela; y concebidas como mecanismos de enfrentamiento con Estados Unidos. La preside Ernesto Samper, personaje curioso, es ex presidente de Colombia y nadie en su país habla bien de él. Unasur, en verdad, es manejado por Ricardo Patiño, canciller de Ecuador, más chavista que Chávez.
La función real de estos observadores de Unasur sería garantizar un proceso electoral limpio, inmune al fraude, ajustado a la normativa constitucional y legal que los rige. Llama la atención el veto del gobierno venezolano a la designación como jefe de la misión de observadores del magistrado brasileño Néstor Jobim, con reputación de íntegro e insobornable. En lugar de mantener el nombre de Jobim, la directiva de Unasur decidió eliminarlo, por lo cual el Tribunal Superior del Brasil decidió no formar parte de la Misión Electoral en Venezuela.
Llama la atención que se escogiera como Jefe de la Misión Electoral a Leonel Fernández, ex presidente de República Dominicana, país que no pertenece a la Unasur. Su posición, para decir lo menos, debe resultarle incómoda puesto que su país pertenece a Petrocaribe, viéndose obligado a no hacer nada que pueda molestar al gobierno venezolano.
La mejor evidencia de que esta misión es simbólica es el hecho de que ni siquiera se ha atrevido a ponerle coto al ventajismo desbordado del gobierno; y permanece silencioso ante atropellos inauditos como el reciente tiroteo contra un acto de campaña del candidato Miguel Pizarro en Petare. En realidad, lo único que busca el gobierno es que la oposición firme el famoso compromiso de respeto a los resultados electorales. Ese tipo de compromiso no se utiliza en ningún país democrático, ya que lo normal es justamente que el perdedor acepte el triunfo de su contendor, tal como acaba de suceder en la Argentina, donde hasta Cristina Kirchner llamó a Macri para felicitarlo e invitarlo a reunirse.
Lo reiteramos, este gobierno totalitario y ladrón se ha negado a recibir observadores calificados que monitoreen de cerca el desarrollo del proceso electoral venezolano hasta el 6D. Ante las amenazas reiteradas de Maduro de que ganará las elecciones “como sea”, de que “no entregará la revolución”, la defensa del voto oposicionista es de primerísima prioridad. No nos queda otra que denunciar el fraude y la movilización resuelta.