Lo que crece (y duele) la diáspora
Cito a Alberto Adriani (1962): «Aun los idealistas más intransigentes deben admitir que la población humana es la mayor riqueza con que cuenta un país… Son los hombres, sus educadores, sus pensadores, sus inventores, sus hombres de ciencia, sus técnicos y sus ciudadanos humildes».
En las últimas semanas, la prensa argentina sacó a la luz una cifra conmovedora: 10 venezolanos están emigrando diariamente a ese país. Solo en 2014 se instalaron más de 3700. En Uruguay, un territorio mucho más reducido, tres venezolanos inician diariamente trámites de residencia. De inmediato nos detendremos a revisar los números disponibles de ésta nación.
3.683 venezolanos han ingresado este año por el aeropuerto internacional de Carrasco en Montevideo, informó el diario El País de Uruguay. A esa cifra, por demás importante, se agregan cientos de compatriotas, por ahora no calculados, que llegan a la tierra de Artigas partiendo en ferry desde Buenos Aires. 72% de los venezolanos que solicitan residencia en la República Oriental del Uruguay son profesionales, 15% técnicos-profesionales, 10% estudiantes y 3% desempleados sin ninguna profesión. 70% de estas personas tienen entre 18 y 39 años, el 12% son menores de edad y el 18 % restante mayor de 40 años.
Cada vez son más los venezolanos que huyen. Traen a cuestas circunstancias dolorosas, el testimonio vivo de la tragedia del autoritarismo y el caos de la Revolución Bolivariana.
En los primeros ocho meses de 2015 cerca de 150 mil venezolanos entraron a Colombia, y en el primer semestre del año, 3.958 fijaron residencia en Panamá, donde se calcula que hay un aproximado de 150 mil en total. Al día de hoy existen 200 mil emigrantes venezolanos certificados en España, el segundo país con mayor número de exiliados después de Estados Unidos, que cuenta con más de 400 mil entre regulares e irregulares.
Esta estadística “a vuelo de pájaro” pone en relieve el desangramiento de la nación. La diáspora es una catástrofe. Se fugan los cerebros, se dividen las familias y deserta mucho del recurso humano necesario para la reconstrucción de la Patria.
Por otro lado, el gobierno mantiene su monólogo frente al espejo. Nunca estuvo frente al timón una clase dirigente tan incapaz, ignorante y sanguinaria. Para continuar sembrando el terror, Nicolás Maduro lanzó al aire una frase temeraria, buscando ganar atención. Sobre un eventual triunfo de la oposición en las elecciones de diciembre, arremetió en Cadena Nacional: «Imaginemos una novela trágica, una novela de terror (…) en la película del terror les apagamos el televisor, y nosotros sabemos cómo. A buen entendedor, pocas palabras».
No obstante, el país se muestra determinado a castigar al régimen chavista en las urnas electorales. La lección será votando y defendiendo la voluntad popular en la calle. Los números más optimistas del gobierno, amén de la cirugía electoral arbitraria en circunscripciones clave, dan un 40% de intención de voto, y, aunque su estrategia central ha sido desaparecer a Maduro y a los candidatos del Gran Polo Patriótico de la propaganda oficialista para exacerbar la recordación en torno a Chávez y los mejores momentos de la Revolución, la reprobación, según todos los sondeos, es insuperable.
Para terminar, una frase de Uslar Pietri (1937) que jamás perderá vigencia: “El inmigrante, con su sola presencia, suple lo que de otra manera costaría un esfuerzo sobrehumano, lento y costosísimo”.
Nota: todos los venezolanos que no votarán el 6 de diciembre por encontrarse fuera del país, regístrense en www.quenadievoteporti.com para que la Unidad proteja su voto de posibles usurpadores.
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