Ahora, ¿qué?
“El paró fracasó”, afirmó enfáticamente la Ministra del Trabajo en cadena de radio y televisión, poco después, del mediodía del 21/1O. Para la alta funcionaria ejecutiva, siete horas de transmisión continua a través de los medios audiovisuales, mostrando escenas contrarias a lo que ella dijo, al parecer, no tenía importancia alguna. Avenidas, autopistas y calles desoladas y vacías, establecimientos cerrados, autobuses transitando sin pasajeros, centros comerciales inactivos, son algunas de las tantas muestras que exhibía la realidad ciudadana, tanto en Caracas como en otras localidades del interior del país, desde las seis de la mañana, hora ésta cuando se inició el paro cívico convocado por la CTV, Fedecámaras y la Coordinadora Democrática, amén de otras organizaciones de la sociedad civil.
La actitud de la ministra responde a una postura debidamente estudiada.
El paro fue exitoso en un porcentaje elevado y significativo. Pero para el oficialismo, aunque aquél hubiera alcanzado un reconocimiento absoluto y total, igual se le habría negado tal circunstancia, porque de lo que se trata es de procurar engañar a la opinión pública, nacional e internacionalmente, para mantener la campaña de imagen que presenta a Hugo Chávez Frías como un gobernante democrático que disfruta de un sostenido apoyo popular.
La reacción del oficialismo tiene que servir para convencer a los sectores opositores que todas cuantas gestiones se promuevan destinadas al establecimiento de una política transparente de diálogo y negociación, están encaminadas al fracaso, porque simplemente el régimen está persuadido de que el frágil respaldo del que todavía disfruta es suficiente para sostenerlo en el ejercicio del poder.
Así, el llamado a nuevas elecciones ya, será consistentemente ignorado o negado y, la mejor demostración de ello, son las continuas declaraciones al respecto de los más calificados voceros del oficialismo, que culminaron con la firma por el Vicepresidente Ejecutivo de la Declaración de Principios propuesta por el Secretario General de la OEA, a la cual se le añadió un anexo que, precisamente, aborda el tema electoral, pieza complementaria del documento en cuestión que no suscribió el alto funcionario.
Desde ya, pues, la oposición tendrá que actuar en consonancia con esa realidad. El jefe del Estado no cejará en su determinación de mantenerse en el poder hasta el 2021, como lo pregona una y otra vez y, de consolidar su régimen autoritario mediante la utilización, entre otros factores, de la Fuerza Armada Nacional convertida en un partido político, con el añadido del paramilitarismo representado por los círculos armados y violentos del chavismo. Al mismo tiempo, el Presidente redoblará los esfuerzos para vencer la resistencia sindical y tratar de domesticar a los medios de comunicación que han sido, hasta ahora, tanto aquélla como éstos, barricadas exitosas que han contribuido, junto con otros sectores, a defender el mínimo de institucionalidad democrática del que aún disponemos, procurando conservar y ampliar ésta, contra viento y marea.
