Qué hacer
Los escenarios políticos de hoy nos obligan a no vacilar en nuestra identificación ideológica. Pase lo que pase con la oposición y sus posturas antidemocráticas, quienes creemos en un proceso de cambios revolucionarios tenemos que seguir adelante hasta alcanzar la meta. Obstáculos, curvas, terrenos pantanosos y demás adversidades que encontremos en el camino, no impedirán que continuemos con nuestra lucha imperecedera.
Nada de lo que acontece en estos momentos y acontecerá en los próximos días, llámese Plaza Altamira, terreno liberado, militares golpistas, realidad del poder de los medios de comunicación, euforia escuálida, nada de eso va a alterar la moral y el espíritu de cuerpo de los que luchamos por el bien común y la emancipación del pueblo.
Ningún rumor, ni comentarios malintencionados, ni la contundencia de la propaganda alarmista, ni siquiera la declaración antirevolucionaria en cadena por radio, TV y hasta por la prensa escrita, fracturará las convicciones de nuestras históricas luchas. Ante esa adversidad que pretende arrebatar el poder legítimamente establecido y constitucionalmente habilitado para dirigir a la sociedad venezolana, los luchadores sociales y sostenedores de este proceso nos mantendremos de pie. En alerta, observación y vigilancia permanente, dispuestos al diálogo, al intercambio racional de propuestas democráticas; pero también, prestos a no dejarnos usurpar, nunca mientras estemos vivos, la consolidación del poder popular.
Más trabajo aún nos toca ahora, porque tenemos que agregar a la actividad de custodia del proceso, la profundización del mismo. Tarea que se fundamenta, prioritariamente, en tres direcciones: (i) organización, (ii) difusión ideológica y (iii) proyectos de desarrollo.
La organización reclama una estructura que pueda cohesionar a los diferentes factores que apoyan al proceso. En otras ocasiones hemos hablado de ello y sea cual sea su denominación –MBR-200, MVR, Plataforma Unitaria– se necesita acordar en una coordinación central a todas las unidades de base y elementos que practican sus postulados de lucha. La Plaza Altamira, como referencia simbólica del adversario, nos obliga a dejar de lado posiciones personales, proyectos sectarios y rencores pasados. Es tiempo de juntar a las líneas paralelas que nunca se unen. Es el momento de probar nuestra verdadera vocación revolucionaria y darle rienda suelta a la humildad, temperancia, sentido común y amor hacia el prójimo.
La difusión ideológica más que una necesidad es un deber desarrollarla. Para unos, porque tienen que aprender y asimilar el sistema de creencias y valores que les permita aclarar, reforzar y transformar el «realismo político»; es decir, la concepción del mundo, la actitud ante los medios de producción y la posición frente a los cambios políticos. Para otros, por su compromiso ineludible de enseñar lo que ya saben y ejercitan en su diaria construcción revolucionaria. Esto induce a constituir estructuras que se vinculen con el estudio, la investigación y la capacitación. Por ejemplo, algo así como lo que se acaba de fundar en Yaritagua: el Instituto para la Capacitación e Investigación del Poder Popular. O en Caracas, Guacara y Puerto La Cruz: el Centro de Estudios e Investigación. Son unidades que comienzan a difundir conceptos y formar políticamente a la militancia revolucionaria.
Los proyectos de desarrollo son vitales para la subsistencia de la naciente revolución. Esto pasa por dar un giro en el timón de dirección del proceso. Por lo tanto, es indispensable asumir los preceptos latentes: (a) Poder Constituyente y (b) Gobierno como instrumento del pueblo. Ambos postulados deben estar presente en todas las manifestaciones del gobierno que apunten hacia la construcción del poder popular. La transferencia de la toma de decisiones a la comunidad organizada y la captación de la clase media como ejecutora de sus propios planes de desarrollo y prosperidad, son un requisito «sine qua non» para darle arranque sólido a la próxima fase de la revolución. Únase a esto, la incorporación en el corto plazo de los aliados del proceso que hoy en día están fuera, desasistidos y en condiciones críticas por carecer de empleo e ingresos para subsistir.
El emblema de la Plaza Altamira ha engendrado esta coyuntura que nos conduce, inexorablemente, a acelerar el qué hacer revolucionario. [email protected].