Chávez y sus mundos virtuales
En Venezuela viene ocurriendo, peligrosamente como ya
se sabe , el que se perfilen dos mundos completamente
distintos y desconectados, el que tiene en la
percepción de su mente el Presidente de la República
junto a un sector significativo de seguidores y
adulantes, y el tangible, real, compuesto por el resto
del país.
Con probabilidad la índole de su conducta, aferrada a
sus fantasías de héroe y profeta «destinatario» a la
realización de una gran causa social», le haya
averiado el juicio. La consecuencia de ello es lo que
le impide palpar, enterarse de su estrepitoso fracaso.
Una prueba contundente del desequilibrio y de estar
poseído de ilusiones virtuales desquiciantes, es por
ejemplo, su satisfactorio respaldo a la especie
informativa de que la descomunal marcha de la
oposición del 10-O,que le diera ese rasputín de tono
ancho el ilustre profesor Barreto, fue el resultado de
un trucado mediático de los canales de televisión privados, es
decir, la multitud no estaba ahí, sino que fue una
fraudulenta ampliación de efectos ópticos inventada
por la habilidad telemática de algún Spielberg
venezolano fraguada en los laboratorios de la
oligarquía minoritaria, escuálida y conspirativa.
Lo que dirán el presidente y su corte, para el consumo
de la ya no tanto, pero todavía confundida opinión
internacional sobre la naturaleza de nuestra crisis,
en cuanto a los paros, protestas y marchas que seguirá
realizando la oposición, a pesar de las amenazas y la
violencia organizada desde Miraflores, es la misma
fantasmagórica argumentación de lo ya dicho por ellos
sobre la virtualidad del 10-O. En otras palabras, en
el país no está pasando nada y todo se reduce a un
grupo de revoltosos oligarcas que insisten en
desplazar al multitudinario y progresista gobierno
«bolivariano» del poder.
El que sea urgente al cerebro del presidente evadir las
muestras y evidencias de que está siendo derrotado por
la sociedad democrática, introduciéndose sin rubor ni
vergüenza, si nos atenemos a las payasadas que se
inventan, en el país de Cantinflas, es la lógica
consecuencia que su ufano y megalómano «YO» inflado en
el pasado por el clamor de las masas, hace aguas y se
le revienta.
Chávez, está a la vista, y así lo va a percibir el
mundo por faltarle razón y derecho, lleva poco chance
para imponerse sobre el país. El peligro se encuentra
en proveerlo de argumentos para que el futuro se
comprometa y entremos en un estado de violencia
generalizada e ingobernabilidad, situación ésta que él
sé esta en capacidad de desatar, pues quizá lo de
quemar las naves, desde el principio, es lo único que
ha preparado conscientemente.
Es cierto que el combate contra los intentos
totalitarios no está ganado del todo, pero ahora
depende más del comportamiento que tenga la oposición
para manejar sus progresos, que los deseos del régimen
por doblarle la espalda al país. Dicho de otra manera,
es cuestión de poner el tiempo, que es abiertamente
favorable a la victoria, al servicio de esos avances.
La comunidad internacional y hemisférica, da signos de
haber descubierto la patraña y el persistente engaño
originado por el equívoco gobierno Carmona desde el
11A y que obró con cierta eficacia impulsado desde el
mundo virtual de Chávez.
De la comprensión que tenga el mundo y los organismos
regionales e internacionales sobre nuestra tragedia y
la justicia de nuestra lucha resultará decisiva, ya no
sólo para derrotar el experimento autoritario –
narcisista, sino que influirá positivamente en lo
interior sobre los cimientos pacíficos por los que
debemos abordar la reconstrucción.
«La Coordinadora Democrática», dirigida por un sector
dentro de ella ciego e irreflexivo que inicia sus
propias agendas, ha venido desdeñando lo medular que
es trabajar al lado de la diplomacia, de convencerla
con acciones reales, dejándole las maromas retóricas
al gobierno, que se desea un entendimiento que busca
evitar desangrar el país. Esa conducta, hoy de asumirse,
valdría por mil paros, al demostrar su vocación
humanista, desarmando más a la corta que a la larga
las bayonetas que por ambos lados de la cortina asoman
sus tenebrosos filos.