Opinión Nacional

El retorno de los partidos

Posiblemente uno de los sectores nacionales favorecido por la grave crisis por la que atraviesa el país sea el que responde a los intereses partidistas que, como es sabido, aparece en el mapa político como de los más cuestionados por la sociedad civil. Esto que pudiera no entenderse en un primer análisis, deriva del hecho de que la sociedad política no funciona integralmente, en democracia, sin la presencia determinante de las agrupaciones políticas organizadas, o sea, los partidos.

En Venezuela, a diferencia de la inmensa mayoría de los países donde la democracia es aceptada institucionalmente como el sistema de gobierno imperante, se ha llevado adelante una supuesta reforma política destinada a minimizar el rol de los partidos bajo el argumento de que éstos son los grandes responsables de todos los ingentes problemas que afectan a la población en sus más diversos aspectos. No hay que olvidar el éxito de la prédica antipartido por parte del entonces candidato Hugo Chávez Frías, como consecuencia de la cual una caudalosa votación contribuyó a darle el triunfo en la jornada electoral de diciembre de 1998, eligiéndolo a él, en tal virtud, para la Presidencia de la República por una mayoría incuestionable del total de votantes.

Pero las realidades políticas son tercas y es así que los sucesos de Abril/2002 sirvieron para poner de relieve que el aporte de los partidos para enfrentar todas aquellas situaciones críticas que aparecen de modo regular o sorpresivo en el desarrollo de las sociedades, se echó de menos y, en buena medida, fue una de las causas del tratamiento desacertado que se le imprimió a las iniciativas adoptadas para superar lo que se ha dado en llamar “vacío de poder” para unos o “golpe de estado” para otros.

Ahora, a la distancia de un mes y algo más, de los trágicos acontecimientos que dejaron un saldo lamentable de compatriotas asesinados o heridos, comienza a cobrar fuerza la tesis de que los partidos no pueden estar ausentes del manejo de las crisis políticas y que es necesario reactivar y renovar sus estructuras. Un primer paso en ese sentido ha sido el acuerdo entre diferentes agrupaciones de esa índole para promover posibles reformas institucionales destinadas a enfrentar el ambiente de enfrentamiento y pugnacidad que, pese a todo lo acontecido, se empeña en mantener el titular del Ejecutivo Nacional.

Si se alcanzan acercamientos saludables en el seno de la sociedad política, es evidente que el país avanzará por la senda democrática y ello servirá para poner a prueba la legitimidad del régimen y, consecuentemente, de sus figuras representativas. Por otra parte, no hay duda alguna que esta experiencia servirá para que Venezuela como miembro de la OEA se ponga a derecho con la Carta Democrática Interamericana que pauta con toda claridad que no basta con que un gobierno sea legítimamente elegido para ser aceptado como democrático sino que, además, debe comportarse como tal.

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