¿Peruanización de la crisis?
Distintos mitos surgen, generados irresponsablemente por el gobierno en el constante y cómodo trance del auto-engaño. Chávez ha incurrido en un elevado costo político que intenta transferirlo al resto de los venezolanos, como si fuese una suerte de IVA e IDB a soportar por su torpe desenvolvimiento en el poder.
Contra los mitos
No basta el culto a la personalidad, la ficción de una mayoría o la completa informalidad de los referentes para enrumbar al país y, ojalá, en su actual desarrollo, la oposición pueda asimilar la lección. Urgimos de instituciones ciertamente dinámicas y democráticas para atajar las consecuencias de una crisis inocultable, más allá de la promoción irresponsable de nombres que deseen asolearse en Miraflores.
Importantes sectores y personalidades alzaron su voz de protesta a lo largo de todo el mandato de Fujimori, sin protagonizar definitivamente el desenlace de tan nefasto gobierno. Ya, en la agonía, distintos nombres alternaban en la opinión pública para la sucesión hasta que, por azar, Toledo pudo capitalizar una coyuntura, por lo que – de extenderse unos meses más- otro ocuparía hoy su posición al aparecer una distinta eventualidad.
Experimentamos una situación semejante cuando alguien disfruta de cinco minutos de fama, viéndosele raudo y veloz en la autopista que dice conducir hacia el solio presidencial, prontamente desplazado por otro que igualmente goza de su breve tiempo de gloria. Y probablemente sea natural que surjan tales expectativas y las circunstancias favorezcan, en determinados momentos, a Ortega, Carmona, Peña o a uno u otro oficial que ha hecho sentir su inconformidad, incluido el magnífico ejemplo que ha dado Lameda al colgar el uniforme y luego pronunciarse. Sin embargo, no puede constituir un factor determinante, decisivo y esencial, a objeto de superar las profundas dificultades que padecemos.
Requerimos de un enorme esfuerzo de reivindicación de las instituciones para no caer en la trampa de fulanizar las respuestas que merecemos. Un síntoma positivo lo encontramos en el despertar de la sociedad civil, lo que sugiere el reconocimiento de los partidos políticos, al fin y al cabo, parte de ella misma. Al lado de las iniciativas en marcha, también existen creencias necesitadas de ventilar, sacar al sol.
La solución de la crisis no depende de una repentina deidad terrenal. Si fuese de esta manera, estaríamos condenados a repetir una y otra vez la historia, peligrosamente recreados por una comedia que simulará lo que, en realidad, es tragedia.
21 – F
El investigador del futuro tendrá un amplio calendario a auscultar respecto a la prolongada crisis que experimentamos. No obstante, el 21 de febrero puede bien sintetizarla.
La resolución ministerial que versa sobre la baja del coronel Soto, el pronunciamiento de un funcionario de la DISIP, la protesta de los trabajadores de PDVSA, la alterada e impune movilización de las fuerzas oficialistas decididas a apagar la protesta en la universidad, la agresión a los trabajadores de los medios de comunicación, la interpelación parlamentaria que supo de la acostumbrada intromisión de personas extrañas y no menos decididas a sabotearla, ilustran la fecha. Sin dudas, contrastantes, nos percatamos del silencio presidencial cuando el hábito es declarar en torno a asuntos más triviales y de la sensatez de un alto oficial como Guacaipuro Lameda, quien muy sobriamente dio una rueda de prensa.
El ahora ex – presidente de nuestra principal industria ha colgado el uniforme para referirse a la dramática situación experimentada por todos los venezolanos. Y, por lo que he sabido a través de la prensa, ha sido una exitosa trayectoria la que deja atrás, sobre todo desde la perspectiva de su específico oficio castrense, hasta que el retrato en familia rubricó tamaña determinación.
Lejos estamos de especular sobre el futuro de quien decidió no concursar por otro grado militar, reclamándose como ciudadano. Es necesario observar que la angustia lo llevó a salvaguardar a la institución, marcando una pauta que tiene más de porvenir que de azaroso presente.
La crisis, en medio de sus más bruscas incidencias, significa la reivindicación de los espacios de democratización que se creyeron olvidados. Hay un magisterio que emerge de toda esta dinámica (im) predecible, requerida de la asimilación por ciertos sectores de la oposición que pudieran incurrir en dislocadas apuestas anti-históricas. Y partidos políticos tan urgidos de actualizarse, conminados a dar un doble ejemplo, el de la propia vivencia de la democracia y el del reconocimiento a las generaciones más o menos recientes dispuestas a innovarlo de acuerdo a los nuevos tiempos.
El 21-F resume hechos e intenciones vitales. Nos quedan muchos calendarios para darle un curso adecuado a las aspiraciones de una sociedad libre, próspera y de equidad.
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