El Editorial

El pensamiento cautivo

En un extraordinario libro, el pensamiento cautivo, el poeta y premio Nobel de literatura Milosz Czeslaw explica cómo los intelectuales en la era estalinista permitieron y promovieron la instalación de una feroz y sanguinaria dictadura.

Su principal argumento es que el hombre moderno, para llenar su vacío espiritual, se entregó a un nuevo credo representado por una ideología totalitaria que, una vez que a través de ella lograban controlar el poder, se imponía un régimen destructor de todas las instituciones preexistentes que garantizaban la libertad ciudadana e imponían su dominación, utilizando el terror como método para difundir el miedo como patrón de conducta en una sociedad que dejaba de ser el espacio para la convivencia de los ciudadanos para convertirse en una de súbditos atemorizados.

Lo triste de este fenómeno, como bien lo señala Milosz Czeslaw, fue la complicidad de los intelectuales que, literalmente, se entregaron a la falacia de unas presuntas «democracias populares» que imponían un nuevo credo con nuevas normas de conducta, pensamiento e incluso de creación, todo eso bajo el manto oscuro del marxismo-leninismo.

Lo grave es que después de las denuncias de Jruschov sobre los desmanes de Stalin, después de conocer, a través de la obra de Soljenitzin, la existencia del temible Archipiélago de los Gulag, después de la caída del Muro de Berlín, aquí en nuestro país exista una dirigencia política que aún cree en el estalinismo como fórmula política para “ liberar” al pueblo cuando lo único que en realidad logró fue encadenarlo e impedir su prosperidad.

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2 comentarios

  1. La verdad es que el hombre es un ser evolutivamente atípico, especialmente los llamados ´´intelectuales´´, que supuestamente son lo más elaborado del pensamiento racional y que en todo momento buscan la perfección pero especialmente la VERDAD, y cuando la encuentran, le temen. Pocos son los hombres que mantienen una línea de pensamiento cónsona con su forma de vida y que acepten con humildad la insignificancia de su existencia y lo efímero de su tiempo biológico. En lo personal temo y desconfío de esos llamados intelectuales, especialmente los que se ponen del lado de esos absolutismos totalitarios y pretenden justificar lo injustificable a cambio de no se que cosa.

    Nuestro mundo moderno es fundamentalmente materialista y todo aquello que no gire alrededor del sexo, el poder y el dinero pareciera que no tiene la mayor importancia o simplemente es secundario dentro de la jerarquización de las prioridades. Y es que sin entrar en la discusión sobre el ´´sexo de los ángeles´´ o si Dios es metafísicamente mitad materia y mitad ´´espíritu´´, todos necesitamos creer en algo e inventar reglas éticas y morales que frenen nuestra naturaleza instintiva. Y es que eso de subyugar a los individuos y pueblos a través de la imposición de una ideología totalitaria siempre termina haciendo mas esclavo y alienado al autor de la misma y más libre al que padece los desafueros del poder. Por eso es que el marxismo – leninismo y todas esas teorías sobre el materialismo histórico fracasaron, y solo suelen mantenerse por el uso abusivo de la fuerza bruta como instrumento de dominación.

    Lo cierto es que cuando el colectivo toma conciencia de que lo único que puede perder es la vida porque ya ha perdido todo lo demás, se convierte en una fuerza poderosa capaz de actos de gran heroísmo que lo hacen superar cualquier adversidad y derrotar cualquier tipo de arbitrariedad. Y es que el hombre es el único animal racional que puede racionalizar el valor de su libertad y siempre luchará por reconquistarla si la ha perdido y defenderla si la ve amenazada. El ser humano no puede ser domesticado como si se tratase de una mascota porque inclusive ellas buscarán cualquier resquicio para escapar de sus jaulas y ni siquiera mostrarán gratitud si son maltratadas aunque se les satisfagan sus necesidades mas primarias.

    No tenemos ninguna duda de que quienes nos gobiernan son criminales de la peor catadura, pues han actuado de la peor manera al someter todo un pueblo y llevarlo a unos límites de precariedad que raya en la mera sobrevivencia. Vivimos en un estado de barbarie e incivilidad sin precedentes del cual no será nada fácil salir. Y es que si hemos aprendido la lección, los subyugados de hoy esperamos que no se transformen en nuestros verdugos de mañana. Hay radica el verdadero valor de los conceptos de democracia y libertad, ya que el país es de todos y no de unas élites de uno y otro signo, especialmente si no perdemos de vista que cara al futuro, intuimos que ya no somos los mismos del ayer y que el país ha cambiado para siempre.

    Abramos las compuertas a nuestra imaginación y sepultemos cualquier vestigio de estalinismo de nosotros mismos y de quienes aspiren a gobernarnos en nombre de la libertad y la democracia, que ya hemos tenido de sobra por diecisiete años suficientes Stalin y más de un Beria, que han sembrado el terror sobre nuestro pueblo y han esparcido suficientes desgracias como para darle continuidad a esta tragedia. ¡ YA BASTA ! .

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