Opinión Nacional

23E: Socialismo Vs. Democracia

Si algo quedó evidenciado en Caracas, el 23 de enero de 2002, es que el Socialismo es una doctrina política contraria a la democracia.

Mientras en la marcha chavista predominaron los iconos mesiánicos (pancartas con imágenes de Bolívar, el Che Guevara y Chávez); en la marcha de la oposición lo hicieron los slogans (tan variados como: «Con mi whisky no se metan»; «A mi no me pagaron, yo vine porque quise» y «Libertad sí, cadenas nó»).

Mientras en la movilización chavista los líderes demostraron sentir la obligación de dirigir desde el gobierno a los ciudadanos -y éstos, que esperan de sus líderes, que así lo hagan-; en la movilización de la oposición no hubo líderes ni dirigismos; sino una multidud plural de clamores que brotó de los ciudadanos hacia los gobernantes.

Por ello yerran quienes afirman que «el gobierno está asustado». Porque con ello, lo que están haciendo es trasladar al terreno político, los tradicionales diálogos de barra, donde el fanático que vió perder a su equipo, afirma que el adversario «ganó austado».

El 23 de enero hubo múltiples evidencias de que el gobierno chavista no está asustado. El chavismo -en sus términos- apreció la reciedumbre del combate por venir (la marcha opositora) y se preparó para enfrentarla, dejando de paso ver, con prístina claridad, que valora en exceso lo mediático.

En primer lugar, lejos de acudir -como afirmaron algunos- al reparto entre sus partidarios más ultrosos, de revóveres, fusiles y granadas de mano, para crear el caos en la marcha de la oposición, montaron una muy hábil fachada democrática consistente en asignar a «brigadas de orden» y funcionarios policiales, la custodia de los periodistas, para que su labor de informar no fuese interrumpida por algún tipo de agresión; y seleccionaron a un periodista como orador de orden en la sesión solemne de la Asamblea Nacional (pero a quien no dieron ni un sólo aplauso, cuando le dijo a los diputados presentes que habían fallado en combatir la corrupción -pasada y presente-).

Esa fachada democrática, intentó ocultar el verdadero rostro totalitario del Socialismo. Pero éste, se mostró en toda su dimensión, desde el día anterior, cuando el diputado Nicolás Maduro desde la tribuna de oradores de la Asamblea Nacional, intentó amedrentar a los posibles marchistas de la oposición «vaticinando» que podría haber muertos durante la confrontación entre chavistas y no-chavistas.

Temprano el día de la marcha, muy habilidosamente, los chavistas «mataron dos pájaros de un tiro»: Encadenaron los medios radioeléctricos para transmitir una obra de teatro, donde las iglesias católica y evangélica, daban sus bendiciones a la «revolución»; simultáneamente impidiendo con esto, que los invitados que a esa hora aparecerían en los programas de opinión de las televisoras privadas, invitasen a los ciudadanos demócratas a marchar masivamente.

Y si eso no fuese suficiente evidencia de que el gobierno chavista no está asustado; sino que para «enfrentar al enemigo» montó toda una operación de «contramarcha», éste volvió a encadenar los medios radioeléctricos, luego de finalizar las manifestaciones del 23 de enero, para que todo el país viese y escuchase, un único discurso de culminación, que repitió su manido mensaje uni-ideológico: ¡Viva el Socialismo!. Y al siguiente día, se dedicaron a inundar los medios impresos con avisos a página completa «informando al país» sobre el «triunfo de la marcha revolucionaria».

¿Donde está el miedo del gobierno?. Si los demócratas venezolanos se admitiesen lo innegable: que el gobierno chavista ve a la ciudadanía en una forma casi exacta a la imagen de Jesús de Nazaret cuando alzando la voz al Cielo, dijo: «Perdónalos padre, porque no saben lo que hacen», pudiesen quizás captar en toda su dimensión, el tamaño de la determinación de los socialistas que nos desgobiernan, a seguir construyendo su «proceso», que no es otro que el de convertir a Venezuela en la tercera república socialista de América, después de la Cuba de Fidel Castro y la Nicaragua de Daniel Ortega.

Y los que creen que estoy paranóico cuando esto afirmo, deberían obtener una copia de las palabras que Hugo Chávez Frías pronunció en respuesta a las del Nuncio Apostólico, el 24 de enero de 2002 en el acto de salutación -al Presidente de la República- por parte del cuerpo diplomático acreditado en el país, porque allí -palabras más, palabras menos- Chávez llamó entrometidos a todos los países que -al igual como afirmó el Nuncio Apostólico en representación del Estado Vaticano- estén preocupados por la radicalización política que se observa en Venezuela.

Chávez primero dijo que no se trata de una radicalización, sino de una «profundización de un proceso interno» ante lo cual, a los demás países del mundo sólo les queda respetar ese asunto interno que sólo compete resolver, soberanamente, a los venezolanos; para finalizar diciendo que el modelo del mundo actual es «inmoral e inviable» porque mientras una minoría de privilegiados vive cómodamente, millones viven en la pobreza y la miseria, justificando -una vez más- que las personas roben, añadiendo ahora que tambien maten- a causa del hambre.

Esta concepción socialista del delito -como sabemos particularmente los venezolanos- fue desmentida, con pruebas, desde 1994, por William Bratton, para ese entonces Comisionado de Policía de Nueva York, al reducir 40% en dos años, los índices delictivos utilizando la concepción técnica del origen del delito, desarrollada por James Q. Wilson y George L. Kelling, en su trabajo de 1982 llamado «Broken Windows» (ventanas rotas). La conocemos, porque el Sr. William Bratton es desde hace un año asesor policial del Alcalde Metropolitano de Caracas, Alfredo Peña.

Si los demócratas piensan que los chavistas han sido obligados a rectificar por la multitudinaria presencia del pueblo en las calles el 23 de enero, es porque no entienden al Socialismo. ¡Revisen los discursos chavistas! para que comprueben que hablaron como si los casi dos centenares de miles de personas que marcharon por la libertad y la democracia, no existieron para ellos. Todas sus palabras estuvieron dirigidas a los «individualismos mercenarios que siguen intentando mantener sumida en la ignominia del capitalismo de los privilegiados, a la inocente masa de ciudadanos». Masa inocente, a la que los chavistas están dispuestos «a rescatar» enseñándola a vivir en «la felicidad del Socialismo».

Si no es así, ¿Qué quiso decir el vice-presidente ejecutivo, Diosdado Cabello, cuando afirmó, que «a los privilegiados les viene algo muy duro para ellos, porque tendrán que acostumbrarse a vivir como ciudadanos comunes». ¿O que quiso transmitir Radamés Larrazábal, icono del comunismo venezolano, cuando el 24 de enero en la mañna, en el programa «La Entrevista» de televén, le hizo perder los estribos al periodista Carlos Fernández al poner en duda su profesionalismo; provocó una exigencia de respeto de Elías Santana cuando intentó insultar al Monseñor Baltazar Porras; y mandó a callar a Ruth Capriles en varias oportunidades, porque no lo dejaba afirmar que el gobierno no tiene que discutir con nadie, porque la «revolución» ya está establecida en las 49 leyes de la habilitante?.

Los demócratas debemos aceptar que estamos en desventaja y actuar en consecuencia

Mientras los demócratas nos sentimos en la obligación moral y ética de respetar las ideas y opiniones de quienes nos adversan políticamente así nos causen repulsión, a los socialistas eso los tiene sin cuidado. ¿No nos han demostrado hasta la saciedad los chavistas que no sienten el más mínimo respeto por las personas que los adversan, mucho menos por sus ideas y opiniones?.

Nada de lo que hagamos los hará rectificar, o retroceder en sus intenciones de convertir a Venezuela en un estado socialista, al que no podríamos llamar república, porque todos los derechos y libertades, serían confiscados para someter a la Nación a la discrecional voluntad de un politburó stalinista. Tenían 40 años esperando para hacerlo desde el poder, el que al tener ahora en sus manos, no lo entregarán «por las buenas».

Nuestras acciones, en otras palabras, no deben dirigirse de ahora en adelante, hacia el gobierno pidiéndole que rectifique, sino en primer lugar hacia los demás poderes públicos para EXIGIRLES -no pedirles- que le pongan un freno al desquiciado rumbo político-económico que el chavismo ha trazado para Venezuela. También deben ser dirigidas a nuestros conciudadanos, para advertirles, para informarles la realidad de lo que ocurre y enseñarlos -ASISTIRLOS- a organizarse para defenderse del totalitarismo marxista que nos amenaza.

Ya Radio Caracas Televisión, dió un excelente ejemplo de como debe ser nuestra futura conducta, en el editorial de su noticiero de la noche del 23 de enero, al llamar correctamente una patraña comunistoide y ajena a los venezolanos y a Venezuela, la «misa» transmitida en cadena a todo el país desde la capilla de La Cañada.

Dejar de reconocer la muy grave situación política que padece nuestro país y no reaccionar en consecuencia, dará al traste con nuestra democracia y nuestra libertad. No ha sucedido como afirmaron algunos «que Chávez ya cayó» luego de ver en televisión la multitudinaria marcha democrática del 23 de enero. Eso ocurrirá, sólo cuando efectivamente, cuando físicamente, Chávez sea apartado del poder, juzgado, y encarcelado por los numerosos delitos que ha cometido desde la presidencia de la República.

Una sugerencia:

Desde ya, debemos comenzar a adquir e instalar los equipos -y conformar el grupo de profesionales que manejará- la Radio Rebelde y la TV Rebelde -DEMOCRATICAS- ; porque a todas luces, lo primero que hará el chavismo es silenciar las voces y correr un velo rojo -con hoz y martillo, o gallo rojo incluídos- sobre las imágenes.

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