El partido único
La clave del régimen reside en la desarticulación de todo propósito organizado. Significa la realización concreta del pensamiento de Eudomar Santos, infaltable referencia aún cuando cuentan los años de “Por estas Calles” y la muchachada está más ganada a celebrar centésima edición de “Dawson’s Creek”.
La razonable arquitectura de un consenso inédito, como pudo verse con el llamado Polo Patriótico, supo de un derrumbe no menos inédito en la práctica política de las últimas décadas. Bastará con mencionar al MAS y al PPT para descubrir la plena sinceración de un canibalismo que abona más a las expectativas burocráticas que a las genuinas convicciones.
El MVR jamás ha ascendido a los estrados conceptuales de un partido político, atrapado por los intereses de supervivencia de su decrecida dirigencia y el MRB-200 apenas surge como una herramienta -obviamente- desarticuladora así proclame como asiento los círculos bolivarianos de una aguda indefinición que asegura su sentido utilitario, a veces confundidos con el aparato del Estado y, otras, destacados como simple artillería de los escasos prohombres del régimen.
Emerge un comando central de la revolución, con un directorio encabezado por Guillermo García Ponce rápidamente desconocido por Pedro Carreño cuando se trata de opinar sobre el destino de la fracción parlamentaria del emeverrismo en la Asamblea Nacional. Aquél funge como un ministro sin cartera, como un día ocurrió con Pablo Medina en el efímero elenco de los conductores que rellenó los títulares de la prensa hasta saberse desechado, presupuestos como instancias de intermediación entre el jefe de Estado y el consejo de ministro e imaginemos su significación para el resto de la sociedad.
La membresía del “chavismo”, calificativo a lo mejor provisional para un fenómeno de profundidades y alcances insospechados, jamás ha tenido el elemental derecho de elegir a sus conductores en forma libre, democrática, directa, secreta, transparente. Pareciera que el posicionamiento de su dirigencia pasa por interpretar al Líder Cerosoleano y acertar en una escaramuza audaz, por lo que el alcalde Bernal ha acumulado un considerable puntaje al tarifar y dirigir las turbas que rinden su mejor testimonio frente a “El Nacional”, por ejemplo, haciéndose ministeriable, frente al diputado Maduro que ha podido hacer lo propio frente a la sede de la CTV, contentándose con las consabidas maniobras parlamentarias después de la humillante derrota sufrida en la máxima central obrera.
MVR, MBR-200 y Comando de la Revolución no constituyen una seria manifestación partidista, pues Hugo Chávez es el partido en sí mismo, tratando de complementarse con la Fuerza Armada. Un novedoso aporte politológico cuando ya cubrimos por completo el siglo XX. Sin dudas, un dramático retroceso.