Digestión y exactitud
La rendición de cuentas constituye una característica imprescindible de toda democracia. Tal perogrullada requiere de ciertas condiciones, digamos –por una parte- su digeribilidad y –por otra- su exactitud. Una incluye las necesarias connotaciones políticas de quien, si fuere el caso, conduce el Estado, a través de un lenguaje accesible e igualmente sobrio y respetuoso. Y la otra obliga al preciso relato de la labor realizada, aunque no supone un largo catálogo de particularidades que impida la visión global de las cosas.
Por supuesto, supone el empleo de un tiempo humanamente razonable para tal rendición. Y si, inicialmente, el receptor es un órgano representativo y deliberante, éste ha de abordar el mensaje adecuando todos los elementos técnicos para lo que, en definitiva, desemboca en una evaluación política.
La última alocución del presidente Chávez a la Asamblea Nacional no ha convencido al país de los supuestos logros de lo que fue –antes- el proceso y –ahora- la revolución. Además, es la sociedad la que debe sufragar adquisiciones como la de un nuevo avión a través de un “nuevo” impuesto. Sin embargo, es bueno apuntar al otro aspecto, menos formal, de la intervención: las cuatro largas horas también salpicadas de referencias harto repetidas, incluyendo las anécdotas, que van más allá de lo que se supone un examen profundo de la gestión.
Recuerdo de muchacho que a Fidel Castro se le celebraba la capacidad de hablar públicamente por un prolongado tiempo, como si tal gesto maratónico sirviera para asegurar la superioridad del liderazgo en este lado del mundo. E imaginaba, constatado después, que lo sustancioso del discurso representaría un porcentaje incomparablemente menor a las humoradas, denuestos y otros inevitables recursos expresivos. Y, como creo al régimen actual la agudización de las viejas tendencias, el orador político tiende a imitar al animador de un programa televisivo que, esta vez, tiende un puente entre el no menos viejo líder cubano y el presentador de “Entreteniciencia Familiar”, aquél memorable espectáculo concebido y presentado por Les Luthiers.
Pueden decirse las cosas en menos tiempo. En beneficio de la misma digestión y exactitud.
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